El monopolio de la violencia
El encarcelamiento de los representantes legítimos de Catalunya es un ataque frontal a la democracia, a la libertad y a la justicia. Semejante despropósito lo perpetra un tribunal metropolitano y excepcional, un tribunal político. Paradójicamente, lo hace en nombre del «Estado de derecho». Pero en España el concepto «ley» tiene una relación perversa con el de «justicia», y la democracia no guarda necesariamente relación con la voluntad de la ciudadanía. No al menos con la voluntad de esa ciudadanía constitucionalmente de segunda categoría. Sean catalanes, vascos, galegos o republicanos, esa ciudadanía no puede defender su proyecto, pacífico y democrático, por vías legales. Por eso resulta indignante el ventajismo y la hipocresía de quienes tienen ese privilegio político: su proyecto es viable y el de sus vecinos no.
Una vez más el Estado español ha hecho oídos sordos a la advertencia de las instituciones europeas de no utilizar la violencia para afrontar la cuestión catalana. Tienen el monopolio de la violencia, y no van a reparar en costes. Su lenguaje es la represión y en Catalunya buscan la humillación. No es difícil imaginar a los representantes españoles responder a sus aliados con sarcasmo: «pero si la judicatura es independiente, no tiene relación con el poder ejecutivo». Además de crueles son necios. No son conscientes de hasta qué punto sus interlocutores, por muy aliados que sean dentro de una comunidad internacional que prioriza la estabilidad, piensan que son unos dementes peligrosos. De hecho, una de las mayores fuentes de inestabilidad para Europa, tanto política, como económica, como social, es España. Es cuestión de tiempo que se torne insostenible.
El pueblo catalán afronta tiempos negros y crueles. También los vascos y todos los demócratas. La represión política es la estrategia que mejor manejan los poderes del Estado español, y son despiadados en su aplicación. A cambio ceden el monopolio de la razón y la inteligencia. Hoy, con la cárcel como horizonte, parece poco frente a esa bestia. Pero es lo único que la puede vencer.