La intervención pública en vivienda no puede esperar

Eustat publicó ayer las estadísticas del mercado de alquiler del tercer trimestre de 2024. Los datos corresponden a fuentes de carácter administrativo, es decir, los resultados están elaborados a partir de cantidades acordadas en contratos reales vigentes. Las cifras muestran que el precio de los alquileres registrados no da tregua y alcanza ya los 825 euros en la CAV, un 10% más que hace dos años. Bizkaia encabeza el ranking con 860 euros, seguida de Gipuzkoa con 827 euros y Araba con 743.

Las cifras del Eustat muestran que las mayores subidas se registran en las localidades de más de 100.000 habitantes. Es, sobre todo, en las zonas urbanas densamente pobladas del país donde mayor es la demanda de una vivienda en alquiler. A medida que el tamaño del municipio se reduce, también lo hace el precio del alquiler, lo que viene a poner de relieve, una vez más, la urgencia de aplicar las disposiciones de la Ley de Vivienda, entre ellas, todo lo relativo al establecimiento de zonas tensionadas. Destaca asimismo que, aunque los alquileres son más caros en Bizkaia, el precio por metro cuadrado es más elevado en Gipuzkoa (11,5 frente a 11), de modo que la carestía de los arrendamientos va aparejada a una reducción de la superficie de las viviendas en alquiler. En este sentido, el precio por metro cuadrado es más alto todavía (12,6 euros) en las localidades de más de 100.000 habitantes, lo que vuelve a subrayar que el aumento de las rentas se concentra en los grandes núcleos urbanos. Por último, destaca que, desde el primer trimestre de 2023 al tercero de 2024, el número de contratos de alquiler que se registran trimestralmente ha caído un 25%. Una reducción notable con precios al alza que solo se explica porque la oferta de viviendas ha colapsado, bien por la presión de los alquileres turísticos, bien por las adquisiciones de los fondos buitre o por las compras especulativas.   

Sean de la fuente que sean, los datos estadísticos muestran una y otra vez que los precios del alquiler no dejan de crecer. La vivienda se ha convertido en un mecanismo de trasvase de rentas de la clase trabajadora hacia los rentistas que empobrece a la sociedad. La intervención pública no puede esperar.

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