Que la desvergüenza deje de campar a sus anchas

El tribunal penal de Avignon ha declarado culpable de todos los cargos a Dominique Pelicot, marido de Gisèle Pelicot, a la que drogó para que, después suya, fuera violada por medio centenar de hombres a los que filmaba ejerciendo esa violencia sexista. 47 de los otros 51 acusados han sido condenados por violación y el resto por tentativa de violación o agresión sexual, rebajando en algunos casos la petición fiscal. El juicio se ha convertido en un símbolo, tanto por lo salvaje del caso como, especialmente, por la valentía mostrada por la “víctima”. Gisèle Pelicot ha convertido su sufrimiento en una arma contra quienes ejercen la violencia y en un bálsamo para quienes la han sufrido.

Aunque se trata de un caso excepcional, también contiene muchos elementos para entender cómo funcionan habitualmente el heteropatriarcado y su violencia. También es un buen caso para conocer algunas de las falacias sobre el tema. Tal y como demuestra el caso Pelicot, el contexto natural y común de la violencia sexista no es una calle de noche, sino la familia. En esta se dan relaciones desiguales de poder que buscan la dominación masculina a través de la fuerza o de la manipulación. Los «hombres normales» son protagonistas de esta violencia y su hermandad misógina ansía ejercer esa dominación. Si esta violencia fuese tan excepcional y los violadores tan extraños como algunos sostienen, Mazan debería ser un continente, y solo es una pequeña ciudad francesa.  

«Que la vergüenza cambie de bando» ha sido el lema principal del juicio. Es potente, porque enfoca la culpa hacia los victimarios y libera a las víctimas de esa carga. Pero en este momento hay demasiada desvergüenza campando a sus anchas. Existe una fuerte impugnación del feminismo, que va desde el negacionismo de la discriminación hasta la contemporización sobre las dimensiones de la violencia. Esa impugnación se retroalimenta, a menudo, de forma banal. Hasta los violadores están contra Dominique Pelicot, sin duda. Pero ante esa revuelta reaccionaria, hay que rearmarse ideológicamente y reforzar el movimiento radical en favor de la emancipación y la igualdad. Es decir, hace falta más feminismo.

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