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BILBO

Espaldarazo al proceso de paz kurdo, que entra en una nueva fase

El llamamiento del líder kurdo Abdullah Oçalan al PKK para que la próxima primavera se celebre un congreso para tomar «una decisión estratégica e histórica sobre el fin de la lucha armada» contribuye a sacar al proceso de paz del letargo en que se hallaba, principalmente por las reticencias de Ankara. Junto a ello, el Gobierno turco y el Partido Democrático de los Pueblos (HDP), que representa a la izquierda kurda, han anunciado de forma conjunta una hoja de ruta.

Manifestación de apoyo a Oçalan en Estambul. (Ozan KOSE/AFP PHOTO)
Manifestación de apoyo a Oçalan en Estambul. (Ozan KOSE/AFP PHOTO)

El proceso de paz kurdo, que transitaba desde hace meses por caminos embarrados, ha entrado en una nueva dimensión con los anuncios del pasado fin de semana. «Mientras nos acercamos a una solución de este conflicto de 30 años, nuestro primer objetivo es alcanzar una solución democrática», apunta Oçalan en su último comunicado, que fue leído el sábado por el diputado del HDP Sirri Süreyya Önder.

«Invito al PKK a celebrar un congreso de desarme en primavera para tomar la estratégica e histórica decisión de abandonar la lucha armada en base a unos principios mínimos sobre los que se llegue a un acuerdo», añade la declaración del líder kurdo, encarcelado y aislado desde 1999 en la isla-prisión de Imrali.

Más relevante si cabe que el contenido del mensaje era el escenario: la oficina del primer ministro en Estambul, donde se reunía una delegación del HDP con varios altos cargos del Gobierno turco.

Los diputados del HDP, y especialmente el cineasta Önder, llevan tiempo ejerciendo de intermediarios entre la celda Oçalan y las montañas de Qandil, en Kurdistán Sur, base principal de la dirección del PKK. Su condición de parlamentarios les protege contra posibles acusaciones de colaborar con una «organización terrorista», calificación que el PKK aún recibe por parte de Turquía, EEUU y la UE.

La declaración del pasado fin de semana ha servido para formalizar de forma oficial y pública el triángulo de negociaciones del Ejecutivo de Ankara con Oçalan, por un lado, la cúpula del PKK por otro, y el HDP, representante político de la población kurda, como tercera piedra angular.

No hay que obviar que era la primera vez que un mensaje del carismático Oçalan era leído en televisión, en directo y, sobre todo, reforzado al ser presentado junto a miembros del Gobierno turco.

«Etapa oficial, seria y responsable»

Önder remarcó que kurdos y turcos están «más cerca de la paz que nunca», al señalar que el proceso de diálogo ha entrado en una «etapa oficial, seria y responsable».

En esa línea, presentó un «acuerdo de mínimos» de diez puntos sobre el que se basarían las negociaciones. El diputado del HDP afirmó que dentro de ese apartado figura la definición de una nación común para kurdos y turcos basada en principios democráticos y una nueva Constitución para garantizar «una ciudadanía libre».

Horas más tarde, el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, celebró la reunión como paso hacia «una nueva fase» en el proceso.

«Nuestros jóvenes ya no se enfrentarán en las montañas ni en las calles», vaticinó. Añadió que «ya no se lanzarán las semillas de la discordia entre los individuos de esta nación por ser turcos, kurdos, suníes o alevíes».

Más cauto se mostró el presidente, Recep Tayyip Erdogan, quien dijo que «los llamamientos son bonitos, pero lo que importa es su aplicación». No obstante, manifestó su satisfacción por los acontecimientos del fin de semana.

Las conversaciones de paz entre el PKK y el Gobierno turco comenzaron en octubre de 2012 con el objetivo de poner fin a un conflicto que ha provocado más de 40.000 muertos en tres décadas.

Salvo algunas escaramuzas aisladas, el Ejército turco y la organización kurda llevan sin enfrentarse desde que Oçalan envió, en marzo de 2013, un mensaje en el que llamó a sus compañeros a que «callaran las armas» y se replegaran del territorio controlado por Turquía.

Desde el inicio del diálogo, no se han producido avances significativos y a menudo se han producido desencuentros –el PKK llegó incluso a detener su repliegue–, con frecuentes acusaciones al Ejecutivo de Ankara de no haber dado ningún paso para mejorar los derechos de la población kurda.

Una dificultad añadida ha sido la negativa del Gobierno a apoyar a los milicianos kurdos que combatían al Estado Islámico en el enclave de Kobane, cuyo control lograron arrebatar a los yihadistas tras más de 130 días de asedio.