1977/2024 , 13 de Marzo

Martxelo Diaz
Aktualitateko erredaktorea / Redactor de actualidad
Entrevista
Mari Carmen Mañas y Aitziber Berrueta
Viuda e hija de Ángel Berrueta

«La mayor responsabilidad de la muerte del aita es del Gobierno español de 2004»

Mari Carmen Mañas y Aitziber Berrueta, viuda e hija de Ángel Berrueta, destacan que han tenido momentos muy duros desde hace veinte años. Subrayan el arrope que han tenido en el barrio y en Iruñerria, pero lamentan que las instituciones no han estado siempre a la altura.

Mari Carmen Mañas y Aitziber Berrueta, viuda e hija de Ángel Berrueta, destacan que han tenido momentos muy duros desde hace veinte años. Subrayan el arrope que han tenido en el barrio y en Iruñerria, pero lamentan que las instituciones no han estado siempre a la altura. Este miércoles habrá un acto de recuerdo en Donibane.

Se cumplen veinte años de que mataron a Ángel. ¿Cómo viven estos días?

AITZIBER BERRUETA: Te pones a pensar que son ya veinte años y parece que fue ayer. Para nosotras, esos veinte años son muy parecidos al primer día. El recuerdo del aita siempre está con nosotras. Lo recordamos mucho. Lo recuerdas todos los días. En algún momento del día, el aita sale.

Fue un momento muy concreto, después del 11-M. ¿Cómo lo recuerdan?

MARI CARMEN MAÑAS: Fueron unos momentos muy duros. Había ocurrido lo del 11-M y sabíamos perfectamente que habían mentido continuamente por motivos electorales. Sabíamos que no había sido ETA. Pero estaban venga darle caña a que había sido ETA, cuando ya se había encontrado la furgoneta y toda clase de papeles. Pero estaban a eso. El día 13, desgraciadamente, bajó Pilar Rubio a la tienda y le dijo a Ángel que pusiese un cartel con el lema «ETA Ez». Ángel se negó a ponerlo porque no se podía poner. Allí todo el mundo era igual y no teníamos que hacer ninguna distinción.

Subió a casa e inmediatamente, no le costó segundos, bajó con su marido y el hijo, diciendo desde el primer momento «vamos a matar a ese hijo de puta». Allí entraron y lo primero que hicieron fue darle tres machetazos. El hijo. Ya fueron heridas mortales. Para rematarlo, desgraciadamente, el policía le pegó cuatro tiros en la trastienda. Ahí piensas mucho cuánto tuvo que sufrir, viendo que se abalanzaban dándole machetazos y que no podía hacer nada. Trató de irse a la trastienda pero el otro no dudó en darle cuatro tiros y lo terminaron de rematar. Es muy duro estar siempre recordando, recordando lo mismo. Noche tras noche. No te lo quitas del pensamiento.

Han comentado el clima político que crearon tras el 11-M. El barrio estuvo ocupado por la Policía. En el mismo tanatorio hubo cargas policiales. ¿Cómo vivieron todo aquello?

A.B.: Los asesinos del aita son el policía y su hijo, pero la mayor responsabilidad es del Gobierno español del 2004. No hicieron otra cosa que decir a la gente que había sido ETA. Y ETA no fue. La mayor responsabilidad fue del Gobierno español. ¿Cómo vivimos aquello? Fue duro. Estás dentro del tanatorio intentando tener la mayor tranquilidad posible porque está tu padre ahí y hay mucha gente. Y no puedes. No puedes estar tranquila porque tienes un montón de gente fuera contra la que hay una carga policial tremenda. Porque si la gente está fuera, en paz, acompañando a la familia, no hubiese pasado nada. Pero si viene la Policía y carga, ya estamos otra vez. Lo del tanatorio fue horrible. No tuvimos tranquilidad en ese momento.

Tampoco tuvieron tranquilidad los días, meses y años siguientes, porque recibieron múltiples amenazas por teléfono.

M.C.M.: Fue muy duro. Porque ya desde el primer día empezamos a tener llamadas. La primera fue a las doce de la noche. Cogí yo el teléfono. Lo primero que me dijeron fue «sois unos hijos de puta. Vais a morir igual que Ángel. Tú vas a ver morir primero a tus hijos y luego te mataremos a ti». ¿Pero qué estás diciendo? ¿Quién eres? «Un policía nacional». Les respondí que cómo podían hacer eso el día que le habíamos enterrado. Eso fue durísimo. Y a continuación sucedieron todas las demás. Esa fue la primera. Eran llamadas continuas por teléfono a las noches. Tuvimos que desconectar el teléfono porque no podíamos vivir. Continuamos con la rotura de cristales en la tienda. Tiraban las flores. Brindaron con unas copas de vino que luego rompieron allí en la tienda. Todo eso es horroroso. Sales de casa y te encuentras la figura de un ataúd en el que han escrito «Aquí vais a terminar todos». Te hacen sentir tan mal. Son cosas que no se pueden olvidar.

«El primer día me llamaron por teléfono por la noche y me dijeron 'vais a morir igual que Ángel'. Fue la primera de muchas llamadas»

A.B.: Todo esto ha sido denunciado. Pero todo ha sido sobreseído. Sabemos de dónde han llamado. Llamé a la Policía Municipal por la noche, les dije que nos estaban llamando y lograron saber desde dónde lo hicieron. Fue desde donde Diputación, donde hay un montón de cámaras. Allí no se investigó nada. Ninguna de nuestras denuncias se ha investigado.

Otro momento que tampoco dio tranquilidad fue el juicio, con un protagonismo del fiscal, que parecía el abogado defensor.

A.B.: El juicio fue al año siguiente. En junio. Desde antes que empezara el juicio, el fiscal ya comenzó a decir que había sido una riña de vecinos. A la ama le trastocó mogollón que dijese eso. A todos, pero a la ama sobre todo. Es algo que un fiscal no puede decir. Y si lo piensas, te lo callas. Porque tiene que defender a la familia, no al asesino de mi padre. Ahí ya empezamos el juicio mal. Fue con jurado popular. Creo que en estos casos no tiene que haber un jurado popular, sino gente que tenga formación. El juicio duró mucho. Vimos que ellos estaban tranquilos, no les paraban en ningún momento. De repente, un día aparecían con sombreros, con gafas de sol. No lo entendíamos. Fue un juicio surrealista. Tenías que mantenerte en tu sitio, porque lo tenías que hacer. Hubo momentos que no pudimos.

En estos años han tenido un enorme respaldo popular. El barrio se volcó con ustedes desde el primer momento. Todos los años se han hecho actos de recuerdo.

M.C.M.: El barrio respondió desde el primer momento. Ese mismo día los comerciantes hicieron una manifestación delante de la tienda. Toda la gente nos arropó desde el primer momento. Y a día de hoy continúa. Es raro el día que salgo a la calle y no me pregunta cualquier persona «¿qué tal estás?, ¿cómo lo llevas?». A día de hoy todo el mundo recuerda a Ángel. La gente que era joven y tenía niños pequeños recuerda que entraban a la tienda y les daba un chupa-chups o un palote. Eso lo recuerdan siempre. Ángel era cariñoso con todo el mundo y el recuerdo sigue permanente. No nos podemos quejar de la solidaridad y el cariño.

«A día de hoy todo el mundo recuerda a Ángel. Era cariñoso con todo el mundo y el recuerdo sigue permanente. No nos podemos quejar de la solidaridad y el cariño»

A.B.: La solidaridad del barrio y de Iruñerria ha sido amplia. Cuando hemos organizado manifestaciones potentes ha venido gente de toda Euskal Herria. En el barrio se creó la plataforma Angel Gogoan, que hace el homenaje al aita. Nosotras no estamos en la plataforma porque se nos hace duro, pero nos preguntan todo lo que se va a hacer.

En cambio, no se puede decir lo mismo de las instituciones.

M.C.M.: No nos han dicho nada, ni nos han preguntado cómo estábamos o qué necesitábamos. Los policías podían haberlo dicho. Podían haberse mojado. Los mandos podrían haber dicho que había sido uno de los suyos pero que no compartían lo que había hecho. Se dio la callada por respuesta.

Ahora está en marcha la Ley de Víctimas de Violencia Policial. Es un paso adelante, pero puede quedarse corto después de años en los que no ha habido un reconocimiento.

A.B.: La ley se ha quedado muy corta. A nuestra familia sí que nos vale porque necesitamos ese reconocimiento, que Ángel Berrueta fue una víctima de Estado. Pero la ley se queda cortísima. Nosotras tenemos un juicio e igual es de los casos más fáciles. Otras víctimas lo tienen crudo. Hemos luchado y aunque se reconozca al aita, yo voy a seguir luchando por otras víctimas que lo van a tener mucho más difícil que la familia Berrueta.

M.C.M.: La verdad es que la ley no les deja trabajar. Tienen que ajustarse a los artículos que han quedado tras el recurso al Constitucional. Es poco, pero hay voluntad de seguir trabajando para que las víctimas sean reconocidas. Hemos estado toda la familia, juntos e individualmente, en Paz y Convivencia. No nos podemos quejar del trato que hemos tenido. Hemos dicho lo que cada uno pensaba en ese momento. La comisión es imparcial. Y eso nos da tranquilidad.

A.B.: El problema es que hay gente que no va a entrar. Va a haber gente que va a entregar su testimonio y no van a llegar al proceso de hacerles la entrevista que nos han hecho a nosotras. Por eso hay que seguir luchando. Y a ver si nos reconocen. Echamos el año pasado y estamos esperando todavía. Llevamos mucho tiempo con esto. Nos han entrevistado más de una vez. Somos familiares y lo pasamos mal cada vez. Lo tienen que hacer todo más fácil para los familiares. Estoy con muchas víctimas y sé que tienen un muro delante. Por eso, seguiremos luchando.