Una preciosa bebé asomaba en la portada de 'Egin' del 12 de abril de 1984. Se trataba de Zoe Leyland, una niña australiana que era noticia por ser la primera persona nacida de un embrión congelado. Los médicos del Hospital de Melbourne habían dado la noticia el día anterior, aunque la niña había nacido hacía dos semanas. Pero prefirieron mantener la prudencia antes de hacer público lo que suponía un gran hito científico.
Según explicaba 'Egin', la prudencia de los médicos al anunciar una noticia tan importante parecía justificarse por el hecho de que se hablaba de un embarazo precedente de las mismas características que se habría desarrollado en Holanda un año antes. Pero el caso de Holanda había sido desmentido, al tratarse, parece ser, de un embarazo concebido de manera natural.
Los médicos australianos consideraron el nacimiento de Zoe una «premiere mundial», tal como anunciaron al mundo aquel 11 de abril de hace 40 años. La niña había nacido con cuatro semanas de adelanto, su estado de salud era «perfectamente normal» y había abandonado el hospital junto a su madre, una australiana de 33 años que tenía problemas de fertilidad.
Para lograr la gestación se siguieron dos procedimientos diferentes: la fecundación in vitro (que había sido utilizada con éxito en 1978) y la congelación-descongelación de un embrión humano, una técnica totalmente innovadora. El embrión fue congelado al alcanzar las ocho células, «etapa considerada ideal para el éxito de esta técnica, cuando todavía no se ha formado ninguno de los órganos del cuerpo», explicaron los médicos.
Según concretaron, un año antes habían fecundado diez óvulos de la mujer. Tres días después, tres embriones fueron implantados en su útero y otros seis pasaban a ser congelados. Los embriones fecundados en el útero de la paciente no prosperaron. En un segundo intento, a la mitad del siguiente ciclo menstrual, la mujer acudió de nuevo al hospital. Tras sacar del proceso de criopreservación los seis óvulos, vieron que cuatro estaban dañados, pero dos se mantenían en perfecto estado. Uno de los embriones descongelados situados en el útero de la paciente se desarrolló con normalidad hasta la semana 36 de gestación, cuando nació por medio de una cesárea Zoe.
Los medios australianos celebraron la noticia del nacimiento con titulares como este: «Estados Unidos ganó la carrera del espacio, pero Australia está ganado la carrera de los bebés».
El Tribunal Constitucional español rechaza la Ley del Aborto
Justo un año después, el 11 de abril de 1985, la noticia fueron los «no nacidos». El Tribunal Constitucional español rechazó la Ley del Aborto alegando que era anticonstitucional «porque no garantiza suficientemente el derecho a la vida de los no nacidos». El fallo se produjo por seis votos a favor y seis en contra gracias al voto de calidad del presidente del Tribunal.
El proyecto de Ley de Despenalización del Aborto había sido aprobado en octubre de 1983. El fallo del Tribunal Constitucional subrayaba que el artículo 15 de la Constitución garantiza que «todos tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral». «El estado tiene la obligación de garantizar la vida, incluida la del nasciturus, mediante un sistema legal que suponga una protección efectiva de la misma», agregó el Constitucional. «El Gobierno, si quiere despenalizar el aborto, tiene que hacer otra ley».
El proyecto de ley señalaba que el aborto no sería punible si se practicaba por un médico con el consentimiento de la mujer, en tres supuestos: «que fuera necesario para evitar un grave peligro para la salud de la madre, que el embarazo se produjera a consecuencia de una violación o que fuera probable que el feto fuera a nacer con graves taras físicas o psíquicas». En su fallo, el Tribunal Constitucional declaró que en dos de los tres supuestos contemplados por la ley «no se dan las garantías suficientes para el feto y para la madre».
La decisión del Tribunal Constitucional levantó ampollas en la izquierda y causó regocijo en la derecha, tal como recogía 'Egin' en su edición del 12 de abril. Euskadiko Ezkerra y Herri Batasuna criticaron duramente la sentencia, mientras que el PNV manifestó su acatamiento. Iñaki Esnaola, miembro de la Mesa Nacional de Herri Batasuna, afirmó que «la sentencia confirma que en todas las ocasiones que el Tribunal Constitucional ha tenido que decidir sobre cuestiones importantes que pudieran suponer un progreso claro de la sociedad y una transformación de los valores vigentes, se ha manifestado siempre como claramente conservador».
El movimiento feminista también mostró su enfado en público, convocando diversas movilizaciones. «Las mujeres seguirán su lucha por el derecho de la vida de la mujer, lo que significa el derecho a decidir sobre el propio cuerpo».
Gracias a la lucha incesable del movimiento feminista, en 2009 se tramitó la reforma de la ley de 1985 que regulaba la interrupción voluntaria del embarazo en tres supuestos delimitados por una nueva ley en la que se permitiría, en cualquier circunstancia, durante las 14 primeras semanas de gestación, y, hasta la semana 22, en caso de que exista grave riesgo para la vida o la salud de la embarazada o riesgo de graves anomalías para el feto. En caso de que se detecten anomalías fetales incompatibles con la vida no hay límite temporal para abortar.
En febrero de 2023 fue aprobada la Ley Orgánica 1/2023, por la que se modifica la Ley Orgánica 2/2010 de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo que reforma la anterior eliminando la obligación de que las jóvenes de 16 y 17 años cuenten con el permiso paterno para abortar, aborda la salud menstrual, suprime los tres días «de reflexión» y estipula la creación de registros de objetores de conciencia con el objetivo de que las intervenciones sean asumidas mayoritariamente en centros de la sanidad pública.