1977/2024 , 21 de Abril

Artefaktua

Entrevista con el grupo armado Iraultza tras su debate interno

La organización armada Iraultza es uno de los grupos más desconocidos de la historia de Euskal Herria. Nació a principios de los años 80 en el ámbito del movimiento radical. Su primera acción pública fue en 1981 contra el chalet del empresario Luis Olarra. En 1996 ejecutaron su última acción y en 1998 se disolvieron. A continuación, reproducimos la entrevista realizada por el periodista Martín Garitano con la dirección de Iraultza que 'Egin' publicó en 1991.

'Egin' entrevistó a la dirección de Iraultza en 1991.
'Egin' entrevistó a la dirección de Iraultza en 1991. (EGIN)

Iraultza: «La presentación de candidaturas por EMK-LKI es reflejo del oportunismo y la sinrazón»

Martín Garitano

Tras un largo e intenso debate que se ha prolongado durante cerca de año y medio, la antigua dirección de la organización armada Iraultza ha sido sustituida al frente de la misma por nuevos cuadros militantes. Los enfoques organizativos, las tesis ideológicas y la praxis de una organización dependiente en gran medida de organizaciones políticas ajenas han sido los elementos determinantes para el desarrollo del mencionado proceso de debate interno. La actual dirección de Iraultza explica en la entrevista concedida a 'Egin' las claves de esta polémica y las re­sultantes de la misma, así como el enfoque con que la organización afrontará en los próximos meses la práctica de su lucha.

Desde que en junio de 1981 un comando de Iraultza hiciera explo­sionar una bomba en el chalet del conocido industrial Luis Olarra, la práctica armada de esta organiza­ción no ha variado ni en cuanto a sus métodos ni en cuanto a los obje­tivos seleccionados. La colocación de bombas, artefactos caseros com­puestos generalmente de cloratita, y la acción directa contra intereses multinacionales, entidades oficiales y empresas en conflicto, han sido la constante activa que demostraba pe­riódicamente la permanencia y salud de la organización.

A lo largo del último año y medio el silencio de Iraultza, roto tan sólo por tres acciones, dos contra intereses relacionados con la Autovía de Leitzaran y otra en soli­daridad con las naciones árabes, evidenciaba algo más allá de la de­bilidad operativa de sus estructuras.

Un periodo de reflexión

A escasos meses del décimo ani­versario del nacimiento de Iraultza, los miembros de su dirección ex­plican este largo silencio revelando que «hace año y medio abrimos un periodo de reflexión y debate sobre el papel y el futuro de la organiza­ción, a consecuencia del cual la an­terior dirección ha sido sustituida por otros cuadros militantes».

Los portavoces de Iraultza des­tacan como razón de esta sustitu­ción «la inexistencia de autocrítica alguna por parte de la anterior di­rección respecto de los errores en que hemos incurrido, limitando nuestro papel al de mera correa de transmisión de otra organización política del movimiento radical».

El análisis que ha conducido a esta conclusión parte de «la au­sencia de apoyos por parte de la organización, lo que nos ha llevado a la conclusión de que no teníamos por qué seguir dependiendo de deci­siones ajenas a nuestras propias es­tructuras. Esta tendencia clara, de­fendida por la anterior dirección, se acentuó a partir de 1984. A partir de este momento constatamos que nosotros poníamos el sacrificio y ellos solo obtenían beneficios sin que nos sintiéramos en absoluto apoyados por quienes querían hacer dirigismo en nuestra organización desde otra estructura política».

Una nueva dirección

Esta situación de crisis interna provocó la paralización de la acti­vidad armada «para centrarnos en los debates previos a la Asamblea en la que se destituyó a los respon­sables de la dirección anterior».

Los nuevos responsables de Iraultza se muestran tajantes al afirmar que «nosotros no podemos asumir como buena la dependencia de otra organización. No damos cheques en blanco a nadie y, además, no sabemos hacia dónde caminan quienes se reclaman el movimiento radical de Euskadi».

En este punto los interlocutores de la organización armada se re­fieren al recientemente concluido proceso de unificación entre EMK y LKI. Desde su punto de vista, como observadores de la vida polí­tica vasca , «es evidente que siempre es bueno todo lo que con­lleve la unidad de la izquierda pero en este caso, y a la vista de los textos que han aprobado y los de­bates que han desarrollado, te­nemos serias dudas sobre su desa­rrollo futuro. A tenor de estos textos y esos debates se podría pensar si no caminan hacia esa iz­quierda de tono radical, al estilo italiano, asumida dentro del Sis­tema, que se centra en algunas lu­chas sectoriales abandonando el ob­jetivo último de la transformación de la sociedad».

Los polos de referencia

No obstante lo anterior, los diri­gentes de Iraultza destacan también que «nosotros pensamos que si ese nuevo partido se planteara su futuro como un partido de lucha, podría tener  un  papel positivo, pero siempre partiendo del manteni­miento del apoyo a Herri Batasuna como polo de referencia».

La posible presentación de candi­daturas propias, bajo las siglas EMK-LKI u otras, en las próximas elecciones municipales, es recha­zada de plano por estos interlocutores, en cuya opinión «esa posibi­lidad no pasa de ser el reflejo del oportunismo y la sinrazón. En nuestra opinión eso sería tanto como un suicidio político. Hombre, está claro que todos los partidos po­líticos tienen el derecho a presen­tarse a las elecciones, pero en esta coyuntura política nosotros pen­samos que los votos de toda la gente que se mueve en la órbita del movimiento radical deben ser para fortalecer a Herri Batasuna».

En referencia a este mismo apar­tado referido al análisis del pano­rama político vasco, los dirigentes de Iraultza señalan que «es verdad que desde el movimiento radical se ha criticado muchas veces a Herri Batasuna acusándoles de populismo y, al mismo tiempo, se le ha ne­gado su carácter de fuerza de la iz­quierda, pero somos conscientes de que, a pesar de las diversas sensibilidades que conviven en HB, es una fuerza que ha sabido acertar en sus posiciones y ahí están esos dos­cientos y pico mil votos para de­mostrarlo. Además no se puede decir que no sea una fuerza de la iz­quierda porque lo han demostrado en los momentos cruciales».

En cuanto al futuro inmediato y el reinicio de la actividad armada, los dirigentes de Iraultza señalan que «a lo largo de toda nuestra trayectoria armada nos hemos preo­cupado de que las acciones que de­sarrollábamos sirvieran de reful­gente a los sectores más concien­ciados, haciéndoles ver cómo es posible dar contestación a los abusos e imposiciones del Capital utilizando métodos que no re­quieren una gran especialización». En este mismo orden de cosas reiteran que «aunque el grado de contundencia de nuestras acciones no ha sido alto, precisamente para que se hiciesen más  asimilables, esto no quiere decir que no hayamos tratado de superar nuestro nivel operativo, pero dificultades diversas, como la falta de apoyo del entorno ideológico más cercano, nos lo han impedido».

El papel de vanguardia

La dirección de esta organización armada resalta también que «es evidente que la práctica de la lucha armada de ETA eclipsa en muchas ocasiones nuestra propia realidad, pero nosotros formamos nuestra organización cuando ETA ya existía y optamos por no interferir en te­rrenos ya cubiertos por esta organi­zación, con la que mantenemos di­ferencias estratégicas y a la que re­conocemos su papel de vanguardia. Nuestra práctica propia intenta estar lo más cerca posible de los sectores populares, haciendo una selección previa de los objetivos di­rectamente vinculados a sus luchas concretas y evitando siempre su­plantarlas».

Abundando en este aspecto, al referirse a Euskadi Ta Askatasuna, los portavoces de Iraultza señalan que «ya hemos dicho que nosotros respetamos las decisiones y la prác­tica que ETA desarrolla, y también hemos dicho que nuestras diferen­cias son estratégicas, porque mien­tras nosotros pensamos en nuestra lucha a partir de claves pedagógicas y liberadoras de la ideología domi­nante, ETA piensa, además, en claves de negociación. ETA tiene unos objetivos concretos en el corto plazo, fundamentados en la conse­cución de la Alternativa KAS. En cualquier caso, pensamos que ese tipo de decisiones le corresponden a ETA y ahí somos absolutamente respetuosos, como lo hemos sido en el tiempo en que ETA ha declarado una tregua. En esos momentos no­sotros hemos paralizado nuestros operativos para no interferir en ese otro proceso».

Un debate abierto

Finalmente señalan que «después de este largo debate hemos esti­mado que, a pesar de las dificultades tenemos, debemos y podemos aportar nuestro granito de arena en el camino de la liberación nacional y social de nuestro pueblo y, en la medida de nuestras posibilidades, mantener una solidaridad activa con los pueblos oprimidos del mundo».

El debate sobre las posibilidades reales de mantener la actividad ar­mada en las condiciones en las que la desarrolla Iraultza, afirman, «ha sido uno de los más arduos en el seno de la organización. Hemos constatado que las razones que dieron origen a nuestro nacimiento siguen vigentes, pero tampoco pensamos que la práctica de la lucha armada sea condición sine qua non para desarrollar una actividad política revolucionaria. En ese sentido podemos decir que el debate no está cerrado, porque en el día a día será la propia coyuntura política la que nos marque la pautas a seguir en este campo; serán las condiciones políticas de cada momento las que condicionen nuestra actitud ante la práctica de esta forma de lucha»

«Nuestra realidad actual es reflejo de la crisis del movimiento radical en Euskadi»

A la hora de definir la realidad actual de la organización y su nivel de influencia en la sociedad vasca, los dirigentes de Iraultza parten de la constatación de «una serie de contradicciones a nivel organizativo con el entorno ideológico inme­diato, que si bien tienen su impor­tancia no son tampoco los factores más determinantes de las dificultades a las que nos enfrentamos». Los portavoces de Iraultza pre­sentes en la entrevista explican lo anterior señalando que «con esto queremos decir que somos reflejo de la crisis del movimiento radical. Nuestra realidad es fiel reflejo de eso».

El comportamiento de organizaciones cercanas

Respecto del nivel de aceptación mutua entre las organizaciones del movimiento radical vasco y la propia organización armada, señalan que «a pesar de que podríamos ha­blar durante mucho tiempo sobre el comportamiento de las organiza­ciones cercanas, somos conscientes de que, aunque dichos organismos hubiesen adoptado una actitud óptima y hasta se hubiesen compro­metido hasta el límite de sus posibi­lidades, cosa que no se ha dado ni tampoco hemos pretendido noso­tros, el resultado no sería muy dife­rente al actual nivel de aislamiento que sufre nuestra organización y a la escasa incidencia social y política que tenemos hoy por hoy». En cualquier caso los dirigentes de Iraultza recalcan que «la expe­riencia de todos estos años de lucha armada, aunque sacrificada, ha sido positiva en sí misma».

Diez años de cambios

Para explicar la situación de de­bilidad reseñada, los portavoces de Iraultza inician un somero análisis de los comportamientos políticos en la última década. Así, aseguran que «en estos diez años se han mante­nido una serie de rasgos comunes que se constituyen en factores ad­versos para el movimiento radical y más aún para aquellas organiza­ciones que practicamos la lucha ar­mada». Así recalcan que «aunque en Euskal Herria la resistencia ha sido muy superior a la de otras naciones del Estado, la Reforma y sus ideas se han ido asentando en nuestra so­ciedad, aún a pesar -insisten- de la persistencia de factores desestabili­zadores».

A partir de esta constatación, el análisis que hace la dirección de Iraultza se fundamenta asimismo en «el fuerte retroceso que hemos ob­servado en las luchas populares y sindicales, así como un asentamiento económico relativo, quizás el suficiente como para que no surjan contestaciones de entidad que pongan en peligro el orden es­tablecido basado, entre otras cosas, en el nacimiento de sectores satisfe­chos nada proclives a transforma­ciones».

Elementos de influencia social

Según esta organización armada, la minorización de esos movi­mientos radicales han provocado que «los puentes que nos unían a franjas amplias de la sociedad, esos puentes que nos permitían influenciar en la realidad, se han destruido» tanto por imponderables de la evo­lución social como por errores pro­pios, a consecuencia de los cuales el movimiento radical ha quedado reducida a ghettos. En este tema es, pues, donde el movimiento radical vasco tiene su más importante reto, donde se debe replantear tanto los métodos como las alternativas y un buen número de posiciones ideoló­gicas»

La constatación y enumeración de estas circunstancias lleva a Iraultza a reseñar que «todo esto tiene un reflejo en la militancia del movimiento radical, que se traduce en un estancamiento numérico, cuando no en una progresiva reduc­ción, lo que unido al desgaste pro­ducido por otros factores como el practicismo, el sectarismo y el acomodo material y laboral, están lle­vando al desánimo y a la baja ten­sión ideológica».

Esta dura crítica a la realidad del movimiento radical es matizada a continuación cuando los portavoces de la dirección de Iraultza señalan que, «aunque nosotros compren­demos las causas de estas actitudes, también tenemos que decir que nosotros, con parecidos condicio­nantes, desarrollamos una práctica sensiblemente diferente y en condi­ciones de mayor aislamiento e in­comprensión. La clandestinidad tiene sus esclavitudes y las acep­tamos, pero hay que dejar bien claro que el mismo hecho de desa­rrollar actividades diferentes puede llevar a sensibilidades diferenciadas y, en última instancia, a acabar siendo organizaciones con poco en común, aparte de las formulaciones generales».