En el contexto de la decisión de regresar a Euskal Herria adoptada por los ciudadanos y ciudadanas vascas que habían permanecido confinadas a lo largo y ancho del Estado francés por su militancia política y contra su voluntad, el periodista de 'Egin' Fernando Alonso dio voz a dos portavoces de ese colectivo que aún aguardaba a ver qué iba a ocurrir con sus integrantes.
La amplia entrevista, que reproducimos aquí íntegramente, revela una realidad por muchos desconocida y que impactaba con gran crudeza en la vida de las personas afectadas, pero expone asimismo la reflexión política de dos militantes de larga trayectoria en un contexto de gran intensidad política:
«No hay que bajar la guardia»
Las vidas de Pello Ansola y Eloy Uriarte son un compendio de la historia de Euskal Herria y de la resistencia vasca. La profundidad de sus ojos celestes, curtidos a golpes de exilio y cárcel, rebosa de una veteranía dispuesta a ser sembrada entre la juventud abertzale. «Hay un sitio para cada uno», insisten una y otra vez, «no importa la edad». Y eso, cuando proviene de voces que juntas superan la edad de un siglo, es para no poderlo olvidar. Tras romper su confinamiento en París, estos dos refugiados vascos se encuentran encerrados en la catedral de Baiona por el derecho a vivir en Euskal Herria. Desde ahí hablaron para 'Egin'.
Fernando Alonso
José Luis Ansola, 'Pello el viejo', se remonta en su memoria a los comienzos de la década de los sesenta, recuerda que fue de la Iglesia, «de la Iglesia progresista de aquella época», de donde le brotó aquella primera sensibilidad sobre Euskal Herria. Intenta precisar el año pero no alcanza a concretarlo, aunque lo que sí recuerda con nitidez es que la primera luz la recibió de la encíclica 'Mater et Magistra' de Juan XXIII en la que se trataba, entre otros temas, del respeto a las minorías étnicas. «Aquellas cosas de la Iglesia las fui sustituyendo por otras que iba descubriendo poco a poco y entonces hice como un trasvase, que ahora considero que ya no es para nada religioso». Pello insiste en que de ahí tomó el impulso para empezar a prepararse ideológicamente, «a leer por aquí y por allá, a tener esos conocimientos básicos y fundamentales como son el concepto de nación, de etnia, de pueblo, y de los derechos de los pueblos».
También leía todo lo que podía sobre tratados internacionales, «sobre cómo los pueblos tenían derecho a su autodeterminación. Y comencé y así me encontré engrosado dentro del movimiento». Con una sonrisa, Pello rubrica: «Alguien me vino y ¡bum! Qué te voy a decir... así es como empecé a militar en la clandestinidad; era la época de Franco».
Sería el año 1964, más o menos: «En las primeras épocas, el asunto de la lucha armada se limitaba a las pintadas, las ikurriñas y todo eso. Ya en el 68, con la muerte de Txabi Etxebarrieta y la ejecución de Manzanas, es cuando empieza verdaderamente la lucha en serio. En aquellos momentos yo caí, y el 25 de diciembre de 1968 aterricé en Iparralde».
Antiguos compañeros
Eloy Uriarte, conocido como 'Señor Robles', algo que aunque no le guste mucho lo tiene ya asumido, confiesa que en sus principios también hubo algo del componente religioso mencionado por Pello, pero reconoce que lo que más le influyó fueron algunos compañeros que, según precisa, en la actualidad militan, en su mayoría, en el PNV y en EA. En el relato de sus primeros pasos se refiere a cómo fue introduciéndose en la problemática de Euskal Herria y recuerda que en su juventud no había tenido una especial preocupación por los temas políticos. «Es ya bastante adelante, más maduro, sobre la edad de la mili, cuando empiezo a reflexionar y a interesarme».
Y no puede obviar referirse a la influencia del contexto internacional de aquel final de la década de los sesenta. «Hay una serie de cuestiones que se proyectan, como la guerra de Argelia, Indochina, el Che, Bolivia, Cuba... En todo ese entremezclar de juventud revolucionaria, y de «qué bonito», te vas entusiasmando y ves que en tu mismo pueblo encuentras las referencias, la opresión cultural y política». De ahí, Eloy empiezo «a salsear», a participar en el movimiento sindical, «... y te vas metiendo, te vas metiendo hasta que alguien toca en tu espalda y te tienes que decidir: ¿Qué hago?, pues sigo. Y llega el 1974, cuando me tengo que escapar y venir al exilio». Clava la mirada de sus impresionantemente claros ojos azules y dispara: «Te agarras a esas cosas en las que crees y de ahí no te sueltas, y aquí estarnos, defendiendo lo mismo que hace 150 años».
Pello, con palabra más lenta y en tono firme precisa que «estamos aventurados en una guerra y lo cierto es que todas las guerras se ganan con mucha paciencia, con estar siempre machacando, machacando y machacando. Pero lo cierto es también que en todas las guerras sobreviene el cansancio, la bajada de moral. El enemigo que tenemos enfrente es muy fuerte y entonces no es sencillo mantener siempre la coherencia».
Delegar el puesto
Desde esa óptica, Pello Ansola reconoce que «todo eso es comprensible», pero le preocupa la idea de que se piense que el que tiene cierta edad tiene que ir delegando el puesto en los jóvenes. «Lo que creo es que todo el mundo en esta nuestra lucha tiene que estar ahí. Exigir a todos lo mismo es imposible, pero cada uno sí que puede hacer algo. En esta lucha todos somos necesarios, imprescindibles no, pero sí necesarios. Entonces, el que tiene 80 años, el que tiene 60 o el de 20, todo el mundo tiene que estar en la lucha y todos tienen un sitio». Para Pello, la clave está en que cada cual sepa dónde puede estar mejor encuadrado.
«A toda la juventud que viene ahora dando fuerte tendría que decirle que nosotros, los de aquella época, somos exactamente igual que ellos y que hoy ellos tienen que aprender de todo el recorrido hecho. Nosotros, que tenemos ya una gran experiencia en ese sentido, estamos obligados a transmitir toda esa gran experiencia acumulada».
Preparación
En sus palabras se nota que le preocupa dejar claro que en la lucha hay un sitio para cada uno, se tenga la edad que se tenga: «Lo que sí digo es que ahí tenemos que estar todos en la lucha, todos, todos, todos, y eso de que hay que pasar el testigo a los jóvenes no se puede permitir porque todos tenemos que estar ahí, cada uno con su testigo y nada de pasárselo a nadie».
En su mirada se nota un brillo especial cuando habla de los jóvenes de ahora y por ello, desde su consagrada veteranía, les aconseja que se dosifiquen y que calculen mucho, pero sobre todo que se preparen.
«En Euskadi veo que hay falta de preparación ideológica, y cuando digo ideológica no quiero decir ser un teórico de los grandes libros, pero sí tener muy claro esos conceptos de lo que es un pueblo, una etnia, y todas esas cosas que son fundamentales». «Y que nadie venga con eso de que Euskadi se está autodeterminando día a día –continúa molesto–, porque eso es un cuento chino, un montaje. En Euskadi se dan unas limitaciones democráticas y mientras no se respeten todos nuestros derechos democráticos la lucha debe continuar, en la calle y en todas partes. Lo dicho: todo el mundo tiene que estar en la brecha».
Eloy retoma el tema de la juventud y de su preparación y advierte que «sería muy pobre que alguien se quisiera comprometer en el momento simplemente por ese hecho de ser joven y tener sangre, sangre caliente, por la pura sangre, por la rabia... Por eso, la preparación ideológica hay que machacarla bien, estar bien preparado, que esto, por lo visto, va a ser largo y los jóvenes van a ser los que tendrán que coger la bandera de todo lo que ha venido por detrás».
Abandona un poco la mirada y retoma al tema: «Si no es así, sería... cómo diría yo; como un viento de verano. A los veinte años se tiene sangre, pero eso pasa rápido, pero si hay una preparación, si hay un convencimiento de que tienes un pueblo que hay que ganarlo y sacarlo adelante, con reflexiones serias; pues después de que se te haya pasado el momento de calor seguirás, y te mantendrás; y tendrás 40 años y todavía estarás en la brecha».
Tras las pinceladas sobre las más de tres décadas de lucha que recorren las venas de estos dos veteranos militantes abertzales, la mirada se fija en el presente. Eloy reflexiona con rapidez: «Este no es un mal momento, los hemos tenido peores, y ahora veo el futuro con ilusión y estoy viendo que el pueblo otra vez se ha enganchado. Hemos sufrido uno de esos que denominan dientes de sierra, pero estamos otra vez hacia la punta. Desde abajo se empuja al resto del movimiento a que genere actividad, y al propio movimiento se le notan actitudes de trabajo serio que no deben parar ahí. Todo es un continuo trabajo, trabajo y trabajo, y arrancar, y lo veo con ilusión».
Detiene su discurso y, con una mueca de convencimiento que remata la certeza, asegura que «de un año aquí veo que estamos avanzando, para mí va bien, pero no hay que bajar la guardia en ningún momento, esto es un trabajo diario, continuo y ahí nadie tiene que quedarse cómodo».
En este tema, 'Pello el viejo' subraya también la importancia de la preparación: «Yo quiero insistir en que hay que preparar a la gente, que la gente tiene que estar convencida y que no tenemos que tirarnos a la euforia. Estamos en una situación muy interesante teniendo en cuenta que el ciudadano se está dando cuenta de lo que es el político, que tiene como único objetivo sentarse en el sillón y enriquecerse».
La razón
Pello recuerda todos los últimos escándalos, que están dando la razón a la izquierda abertzale, y por ello reitera que hay que asentarse, «organizarse bien y sobre todo alcanzar una unidad dentro del movimiento abertzale, del movimiento de liberación, que es lo fundamental».
De ahí, considera que las adhesiones con otros partidos «llamados abertzales» es otro paso, «pero lo fundamental ahora es que entre nosotros lleguemos al máximo de unidad, que limemos todas las asperezas y hagamos bloque, que es lo fundamental, el motor de todas las luchas que tienen que venir y que hay que llevar adelante».
Para Eloy, «hay que ir limando asperezas y si es cierto que en las bases sociales del PNV y EA queda ese sentimiento verdaderamente nacionalista, si hay algo de ello, es ya el momento de que comiencen a darse cuenta de que en esa misma línea vamos nosotros y que desde luego no queremos ni Albanias ni nada de eso, queremos una Euskal Herria libre, en paz y verdaderamente democrática, en su sentido auténtico».
«La ETA de antes y la de ahora es la misma»
Estos militantes abertzales son tajantes cuando afirman que aquella organización armada en la que empezaron a militar hace ya tantos años es exactamente la misma. «No se trata de que ETA haya cambiado –inicia el tema Eloy–. Para nada, ETA no ha cambiado. Las personas cambian, pero no la ideología, la organización ni la dirección de la concepción de a dónde vamos. El mensaje que están dando esos que antes apoyaron e incluso participaron en la lucha es la justificación de su propia comodidad. Ellos son los que se han apartado, insiste, y todo son disculpas. Y nada más que disculpas. Para mí, ETA no ha cambiado para nada. ETA está en el mismo punto de partida en el que estuvo, y está en su misma línea, en la de siempre».
Pello aborda con sus palabras firmes y matizadas que los principios por los que inició ETA la lucha permanecen con absoluta vigencia y, en su rápido recorrido por la historia de la lucha armada vasca, se refiere a que, por cuestiones coyunturales, ETA ha podido reflejar más en unos momentos su componente social y en otros más su componente nacional. «Me parece que nunca ETA, el movimiento, ha tenido una tendencia más nacionalista que ahora. Todo ese contexto de decir que la ETA de antes no es la de hoy, y que hay duros y blandos, únicamente lo que persigue es la división, y en definitiva, lo que realmente cuenta es que la ETA de antes y la de ahora es exactamente la misma, no hay ninguna diferencia».
Montarse al carro
En este contexto de búsqueda de disidencias, Pello deriva el tema hacia la influencia de determinadas acciones que, según precisa, «no salieron como debían», ya que ETA «nunca las quiso hacer así en realidad». «Si ETA de algo se ha preocupado, y ha mirado, es dosificar bien lo que hay que hacer. Lo que pasa es que en todas las luchas, en todas las guerras, se cometen errores y las cosas no salen bien, pero eso siempre se ha cuidado al máximo para que no ocurriera».
En cuanto a la polémica sobre determinadas acciones armadas, Eloy es claro: «Hoy en día hemos llegado a un punto en el que cualquier cosa que hagas, aunque sea limpia, lo van a criticar. Y llegará el día en el que algunos nos recordarán que ellos en un tiempo también estuvieron de este lado. Eso ha pasado en todas las revoluciones. En el último momento, si las cosas van bien, se montarán en el carro y argumentarán que ellos también tomaron parte en esa lucha de liberación; pero mientras, ahora no quieren riesgos, están acomodados».
Con igual claridad, el 'Señor Robles' sentencia: «El camino está bien marcado y no se puede andar haciendo demasiadas triquiñuelas; la cuestión es implicarse y tomar postura».
«Como mínimo, lo que se les puede decir a todos esos que andan hablando tanto es que cuiden el verbo que usan y aunque no estén de acuerdo en las formas, que tengan un poco de sentido común, porque hay gentes que están peleando para que igual mañana se beneficien también ellos, sus hijos y las generaciones venideras, y con todo el riesgo que conlleva estar en continua pelea, en la primera trinchera, en el primer frente».
«Y Arzalluz que no diga tonterías con eso de que si lo que hay ahora en Euskadi es gracias a ellos –advierte–. Ellos estaban dormidos, y si nació un sentimiento nacional, cultural ... es porque hay otros que arrancaron, y eso tiene unas siglas concretas. Ellos han ido siempre por detrás, y encima cortando el camino de quienes verdaderamente iniciaron este proceso de liberación. Han entorpecido la labor y hoy en día siguen entorpeciéndola».
«Los votos importan, pero no son nada sin el trabajo diario»
A un paso de las elecciones, no podía faltar hacer una referencia a la importancia del mantenimiento de las cotas electorales de la izquierda abertzale. Eloy toma la palabra en este tema y reconoce que, «igual nos hemos centrado demasiado en esperar resultados cada equis tiempo, y no podemos quedarnos ahí. Para mí, es mucho más importante que la gente se vaya formando, vaya tomando conciencia, se vaya preparando». Aun así, puntualiza que el terreno electoral es importante, aunque no la panacea, y que «es mejor tener más que menos».
«Lo que está claro es que se mantiene un porcentaje del electorado que vota a HB y que eso les molesta muchísimo. Por mucho que machaquen y bombardeen en cada periodo electoral con grandes hecatombes, no les resulta», asegura Eloy.
«Que seamos la primera fuerza electoral, la segunda o la tercera importa –continúa–, pero lo más importante es que en todos los sitios esté la presencia de la izquierda abertzale y que se trabaje con firmeza, y el tiempo nos dará la razón». Siguiendo en esa línea afirma que «si ahora somos segunda o tercera fuerza electoral, poco a poco irá sumándose gente en función del trabajo que se vaya haciendo, y si se trabaja bien pues se llegará a ocupar puestos electoralmente mejores que los actuales».
«Nosotros tenemos que estar preocupados en preparar el futuro de nuestro pueblo, crear formas diferentes a las actuales de todo tipo y para eso hay que ir avanzando», apunta. Eloy considera que en estos momentos se está «un poco a la zaga, pero trabajo nuestro será sacar los frutos y veremos cómo se van sumando todos esos que cuando vean que el motor y la cabeza es fuerte se irán montando».
«Es importante que ese porcentaje que nos apoya trabaje todo el día y se prepare y se forme para etapas posteriores, para las que están por venir», concluye Eloy.