En un comunicado remitido a 'Egin', ETA daba cuenta de un «serio intento» de infiltración en sus filas, protagonizado por «un miembro de las fuerzas armadas españolas». Tal día como hoy, en 1995, en la portada del diario ocupaba un lugar predominante la fotografía de Joseph Anido, quien se introdujo en 1989 en los ambientes abertzales de Baiona presentándose como prófugo del Ejército español.
En su nota, ETA explicaba que Anido, bajo el sobrenombre de 'Josette', habría intentado en los meses anteriores infiltrarse en la organización a través de las estructuras de ayuda a las personas que se habían refugiado en Ipar Euskal Herria.
El de este guardia civil, junto al de la policía Elena Tejada Berradre, fue uno de los últimos casos conocidos de infiltración en ETA, según destacó el historiador Iñaki Egaña en un amplio reportaje publicado en este medio en febrero del año pasado a raíz de que salieran a la luz informaciones sobre agentes que se habían introducido en asociaciones catalanas.
Esto es lo que escribió Iñaki Egaña sobre el guardia civil: «[José Antonio] Anido Martínez fue un gallego cuyos padres residían en Estrasburgo y que se había infiltrado en los entornos abertzales de Baiona desde 1989. En 1995, un comunicado de ETA descubría que una foto en casa de sus padres, en la que aparecía de militar, desvelaba su procedencia. Su identidad fue transformada y el agente pasó a llamarse Antonio Cabana Romar. Fue destinado a la Embajada española en Colombia. En 1998 sufrió un atentado en Bogotá, en el que murió su compañero y él resultó herido».
En el reportaje, en el que también aparecían otros apodos conocidos como 'El Lobo' o 'Cocoliso', señala que las infiltraciones han ido más allá de la ya desaparecida ETA y han afectado desde colectivos memorialistas a ecologistas, pasando por euskaltzales y llegando incluso a Aralar, formación que luego se integraría en EH Bildu.
El general Enrique Rodríguez Galindo, recordaba Egaña, citó en sus memorias a un(a) concejal abertzale en Nafarroa, sin revelar su nombre, que era una de sus fuentes principales.
En cualquier caso, el investigador llama la atención sobre el intento del Estado de intentar «inflar la sensación de que todas las estructuras antisistema están agujereadas como un queso gruyere».
Sostiene, en resumen, que haberlos haylos, pero no tantos como se pretende hacer creer.