1977/2024 , 27 de Mayo

Artefaktua

Qué dijimos cuando Madrid intentó alterar el censo electoral vasco

El Gobierno español intentó en 2012 alterar el censo electoral de Hego Euskal Herria facilitando el voto a los «exiliados» por la actividad de ETA e influir así en unos resultados electorales que no eran de su agrado.

Mariano Rajoy y Antonio Basagoiti, en un acto electoral el Gasteiz el 29 de septiembre de 2012.
Mariano Rajoy y Antonio Basagoiti, en un acto electoral el Gasteiz el 29 de septiembre de 2012. (Juanan RUIZ | FOKU)

A finales de mayo de 2012, el Gobierno de Mariano Rajoy, con su ministro de Interior Jorge Fernández Díaz al frente, lanzó su propuesta para modificar la ley electoral con el objetivo de alterar el censo electoral en Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa posibilitando a quienes hubieran dejado Hego Euskal Herria «como consecuencia de la presión de la violencia terrorista» para ir a vivir a otras comunidades del Estado español que pudieran solicitar su derecho a votar aquí. El proyecto, que preveía incluso un control ideológico de quienes fueran a solicitarlo, podía haber supuesto una modificación gigantesca del censo y haber influido de forma determinante en los resultados electorales, pero quedó aparcado.

Iñaki Iriondo opinó sobre esta cuestión cuando el debate estaba sobre la mesa, el 9 de junio de 2012 y el 27 de julio de 2012:

«¿Pero eso se va a hacer? ¿En serio?»

Iñaki Iriondo

Una cosa es querer resarcir a quien ha tenido que dejar Euskal Herria por la acción o amenaza de ETA y otra abrir la puerta a la mayor alteración de un censo electoral conocida en Europa sin mediar una guerra que diezmara la población. La operación es de tal envergadura y desproporción que los comentarios que suscita a botepronto son de incredulidad. La pregunta común ayer fue: «Pero eso se va a hacer, ¿en serio?». Sin tener a mano una bola de cristal con la que leer el futuro, citemos a los clásicos: «¿Acaso pensaban que no nos íbamos a atrever?» (José María Aznar, julio de 1998, tras el cierre de 'Egin').

Veremos en qué acaba todo, pero, de momento, el Gobierno del PP cuenta con un estudio teórico que avala el supuesto encaje constitucional de la reforma y la mayoría parlamentaria suficiente para aprobarla. La determinación del Ejecutivo la dejó clara el ministro del Interior en su discurso ante los «expertos»: «Es verdad que se trata de un tema complejo en términos jurídicos. Pero también es cierto que muchos de los grandes avances en la defensa de la libertad frente al terrorismo han ido precedidos de pasos firmes y decididos en el mundo del Derecho, que algunos calificaban como imposibles o temerarios. No olvidemos, por ejemplo, la contribución decisiva que la Ley de Partidos ha supuesto para la derrota de ETA, a pesar del escepticismo inicial que existía acerca de la viabilidad de una disposición legal como esta».

¿Cuál es la incógnita que falta por despejar en la ecuación? La que muestra la diferencia entre el coste y el beneficio que puede deparar el negocio al PP. En manos de los partidos vascos y la ciudadanía está elevar al máximo la prima de riesgo de esta operación.

Ya puestos, mejor Basagoiti lehendakari

Iñaki Iriondo

En las siempre revueltas aguas de la política vasca no solo chapotean gentes sin demasiados escrúpulos a la hora de intentar pescar votos, sino también sujetos no menos carentes de vergüenza cuyo afán es vender periódicos a cualquier precio. Ayer ambos elementos entraron en conjunción, produciendo una reacción física imborrable: el ridículo.

Porque ridículo resulta que cuando la consigna fijada por el Ministerio del Interior es «no pensamos en elecciones, sino en las próximas generaciones», el diario que pretende abanderar la cruzada sea tan chabacano como para titular que «el PP arrebataría tres diputados a Bildu y PNV por el voto en el exilio». Y ridículo, supremo además, es que para sostener el titular primero se inventen una encuesta y luego, para colmo, hagan mal las cuentas.

Cuando los propios autores de la propuesta insisten en que no saben cuántas personas podrían acogerse al cambio de censo, NC Report, la empresa a la que 'La Razón' atribuye sus encuestas, tiene el dato preciso: 72.022. Esos son, según dicen, los electores vascos que «en su día emprendieron una nueva vida fuera de su tierra» y ellos tienen los datos de a quién votarían. ¿Cómo? No lo explican. Pero aseguran que 25.321 darían el voto al PP; 10.414, al PNV; 8.943, al PSE y nada menos que 1.322 se inclinarían por EH Bildu. El resto iría a otras candidaturas o a la abstención.

Así que después de que la bola mágica diera estos resultados, en 'La Razón' se aprestan a actualizar su sondeo electoral de junio con la suma del voto emigrante. Bajan un escaño a las horquillas de PNV y EH Bildu, dejan igual las de PSE y Ezker Batua, y llegan a la conclusión de que donde el PP tenía 14, ahora pasa a tener 15 o 16. Pero rebobinemos. Habían titulado que «el PP arrebataría 3 diputados a PNV y Bildu por el voto del exilio» y 15 o 16 son 1 o 2 más que 14. Nunca 3.

Si vamos a empezar a inventar las cosas, al menos habría que hacerlo bien. Y, si no, ya metidos en harina y habiendo dejado claro que el objetivo es buscar votos para el PP, hacerlo a lo grande y que las cuentas den para que Basagoiti sea el próximo lehendakari.