1977/2024 , 28 de Mayo

La victoria municipalista que marca el inicio de un nuevo ciclo electoral al alza para EH Bildu

Hoy hace exactamente un año, EH Bildu lograba sus mejores resultados electorales en el ámbito municipal y se convertía en la indiscutible primera fuerza municipalista de Hego Euskal Herria. Y marcaba un cambio de ciclo y una trayectoria al alza.

Comparecencia de Juan Karlos Izagirre, Maddalen Iriarte y Arnaldo Otegi tras conocer los resultados electorales el 28 de mayo de 2023.
Comparecencia de Juan Karlos Izagirre, Maddalen Iriarte y Arnaldo Otegi tras conocer los resultados electorales el 28 de mayo de 2023. (Aritz LOIOLA | FOKU)

«EH Bildu se fortalece ante un PNV minado por su gestión». Así abría GARA su portada el 29 de mayo del pasado año para resumir la jornada electoral de la víspera, en la que la coalición soberanista cosechaba los mejores resultados de su historia, conservando los principales municipios en los que ya gobernaba y logrando otro montón de ayuntamientos. Y se destacaban en estas páginas las espectaculares victorias de Rocío Vitero en Gasteiz y de Maddalen Iriarte en Gipuzkoa, así como las pugnas de Juan Karlos Izagirre en Donostia y de Joseba Asiron en Iruñea. El apoyo «gratis et amore», pero con algunas contrapartidas, del PP de Carlos Iturgaiz a los «partidos constitucionalistas» PNV y PSE para que no gobernara la izquierda abertzale en ninguna institución impidió a Vitero e Iriarte ser alcaldesa y diputada general, aupando a esos cargos a Maider Etxebarria y Eider Mendoza.

Ese 28 de mayo, la izquierda abertzale logró cifras históricas de representación también en el Parlamento de Nafarroa al conseguir nueve representantes, un número que no tenía desde 1979, y romper su tradicional empate técnico al superar con holgura a Geroa Bai, tanto en los comicios forales como, sobre todo, en los locales, donde obtuvo un resultado espectacular que dibujó un mapa que ha ido cambiando en los últimos doce meses. Es el caso de Iruñea, donde el PSN liderado por Elma Saiz dio la Alcaldía a UPN, hasta que en diciembre, tras su salto al Gobierno español, una moción de censura consensuada por EH Bildu y PSN, y apoyada por Geroa Bai y Contigo-Zurekin, convirtió en alcalde, con una sobrada mayoría, a Asiron.

Remarcaba GARA, en palabras de Iñaki Iriondo, que «el trabajo de una militancia que todavía mantiene el arraigo con el pulso de la calle, la fidelidad de su electorado que no se ha dejado arrastrar por la marea mediática y un proyecto político que ha tenido el apoyo popular allí donde ha gobernado –lo que hablaría de su capacidad de gestión– han llevado a EH Bildu a la 'noche mágica' de la que al inicio de campaña habló y pronosticó Arnaldo Otegi».

Los resultados confirmaron lo que anticipaban las encuestas y explicaban el nerviosismo en campaña del PNV, que dijo que la alta abstención había «empañado» sus números. No así los de EH Bildu, que creció en apoyos pese al aumento de la abstención. Tres años antes, Sabin Etxea achacó la pérdida de casi 50.000 votos a la pandemia, cuando en las mismas condiciones la coalición soberanista subió 25.000 papeletas.

El PNV perdió fuelle y EH Bildu salió triunfante de aquellas elecciones, convirtiéndose en una alternativa real a los jeltzales, desgastados por una gestión que ha provocado hartazgo en la ciudadanía.

El cambio de ciclo que se vislumbraba entonces llevó al PNV a poner «tareas éticas» a EH Bildu, una estrategia que no le dio buenos resultados, pero en la que ha ahondado en las siguientes citas electorales, haciendo suyos argumentos de las derechas para atacar a la izquierda abertzale.

Y el cambio de ciclo llegó

Dos meses después, en las elecciones a las Cortes españolas del 23 de julio, en las que el PSOE se impuso en Hego Euskal Herria y la ciudadanía volvía a dar la espalda a PP y Vox, EH Bildu confirmó su imparable subida en «otra noche mágica» en la que, además de reiterar su «compromiso antifascista» ante una derecha cercenadora de derechos y libertades, dio el sorpaso al PNV (seis diputados frente a cinco), que retrocedía de nuevo y caía a la tercera posición. A modo de ejemplo: los 160.000 votos de ventaja que obtuvo el PNV respecto a EH Bildu en 2019 en la CAV se redujeron en julio de 2023 a en torno a los 1.000. En el Senado, el PNV perdió cuatro de sus nueve representantes, y la izquierda independentista subió de uno a cuatro.

Si después del 28 de mayo de 2023 el PNV anunció un proceso de reflexión y autocrítica, el electorado no lo debió percibir. De hecho, como señalaba Iñaki Iriondo el 27 de julio, tras las generales, allí donde el PNV dio «la impresión de estar dispuestos a todo para echar a EH Bildu [Gipuzkoa, Durango, Gernika, Bastida...], el electorado parece haber castigado a los jeltzales». Lo mismo ocurrió con el PSN en Nafarroa.

Y el último capítulo de este ciclo al alza de la izquierda soberanista lo escribió el histórico empate a 27 escaños entre EH Bildu y PNV en las recientes elecciones autonómicas de la CAV, en las que PNV-PSE lograron mantener la mayoría absoluta, aunque con dos menos (39), pese a la pérdida en porcentaje de voto y parlamentarios de los jeltzales (cuatro menos) y gracias al avance del PSE (dos más). Hace cuatro años, el PNV le sacó 10 escaños a EH Bildu, que ha subido 6 representantes y unos 90.000 votos, hasta los 340.000 y situarse como primera fuerza en Araba y Gipuzkoa.

Los jeltzales recurrieron de nuevo al discurso del miedo, que pudo movilizar a parte de su electorado, pero no les dio el rédito esperado, aunque ganara en número de votos con 370.000.

El auge de EH Bildu ha dejado un Parlamento de Gasteiz con 54 representantes soberanistas y 40 progresistas con diversos grados y matices, lo que posibilitaría nuevos acuerdos, mandatos y, sobre todo y más importante, políticas. Pero todo apunta a la reedición del rodillo PNV-PSE.

Conquista social

Otra victoria, no electoral, sino referida a la salud reproductiva y a los derechos de las mujeres, fue la aprobación de la ley que despenalizaba el aborto en tres supuestos: grave riesgo para la madre (terapéutico), malformación del feto (eugenésico) y violación (ético). Para cualquier otro supuesto, prisión.

Tuvo que esperar hasta el 28 de mayo de 1985 para salir adelante en el Congreso español, tal y como recogió 'Egin' en su portada y en su última página, lo que sugiere que la luz verde llegó a última hora. Y lo hizo en una sesión tormentosa, en la que PSOE y los conservadores de Coalición Popular se enzarzaron, y en la que el PNV se abstuvo.

Manifestación a favor del derecho al aborto convocada por el Movimiento Feminista de Euskal Herria. (Jagoba MANTEROLA | FOKU)

Hasta su aprobación, la interrupción voluntaria del embarazo siempre fue delito en el Estado español, salvo entre 1936 y 1938, en plena Guerra del 36 en Catalunya, donde estuvo vigente la norma más avanzada en esta materia en Europa.

Casi 25 años después de aquella «ley de supuestos» de 1985, el 3 de marzo de 2010 se dio un paso más con la promulgación de la llamada «ley de plazos», que despenalizaba el aborto hasta las 14 primeras semanas de gestación; hasta las 22 semanas en caso de riesgo para la madre o para el feto; y más allá de la vigésima segunda semana en caso de anomalías incompatibles con la vida o una enfermedad extremadamente grave o incurable en el feto. Esa legislación establecía que el consentimiento en el caso de las jóvenes de 16 y 17 años era exclusivamente de ellas, aunque uno de sus representantes legales debía ser informado. La reforma impulsada por el PP en 2015, que quería volver a la legislación de 1985, reintrodujo el requisito del consentimiento paterno, permiso que volvió a ser eliminado con la promulgación, el 28 de febrero de 2023, de la Ley del Aborto actualmente vigente.

Legislaciones en defensa de la vida, como sostenía en mayo de 2007, en las páginas de GARA, el fraile dominico brasileño y teólogo de la liberación Frei Betto. Pero esas leyes y reformas legislativas llegaron tarde para muchas mujeres.

Una de ellas fue una joven vecina del barrio iruindarra de la Txantrea de 24 años, casada y con dos hijos, que murió en torno al 28 de mayo –no se informó de la fecha exacta–, pero de 1979, cuando intentó interrumpir su tercer embarazo con métodos rudimentarios, según recogió 'Egin' unos días después, el 1 de junio. La mujer ingresó en el hospital «con el útero desgarrado, en condiciones extremas de hemorragia y conteniendo en el interior de la vagina ramas de perejil, que tradicionalmente se ha considerado en la medicina casera como un abortivo y que, en este caso, según todos los indicios, fue la causa de la infección que le llevó a la muerte».

Cinco años después, y dos antes de la promulgación de la «ley de supuestos», también el 1 de junio, 'Egin' llevaba a su portada el caso de una mujer que, tras haberse autoinculpado de haber abortado, fue detenida y «sometida a un examen ginecológico efectuado por un forense por orden del Juzgado número 4» de Bilbo, bajo la amenaza de, en caso de negarse, ser enviada a la prisión de Basauri. Una decisión judicial que la Asamblea de Mujeres de Bizkaia denunció entonces como una «humillación».

Las mujeres abortaban entonces y lo siguen haciendo ahora, con más seguridad. Porque es nuestro derecho.