1977/2024 , 2 de Junio

La exigencia de acabar con la dispersión, de Euskal Herria al mundo con los Solidarios

La exigencia de la repatriación de los presos políticos vascos dio un nuevo paso el 2 de junio de 1998 con el nacimiento de Solidarios con los Presos. Su primera acción tuvo lugar ese día, cuando cuatro personas candaron sus cuellos a la verja del Parlamento de Gasteiz, pero la reivindicación trascendió las fronteras de Euskal Herria con acciones tan memorables como la irrupción en la casa de Gran Hermano, las «giraldillas» o el salto a pocos metros de la meta de una etapa del Tour.

Una de las «giraldillas» solidarias, durante el desfile de las delegaciones en la inauguración del Mundial de Atletismo de Sevilla.
Una de las «giraldillas» solidarias, durante el desfile de las delegaciones en la inauguración del Mundial de Atletismo de Sevilla. (Ander GILLENEA)

Era el 2 de junio de 1998. Cuatro personas candaron sus cuellos a la verja del Parlamento de Gasteiz, un paso más en la reivindicación del fin de la dispersión de los prisioneros vascos. Fue la protesta que marcó el nacimiento de la iniciativa Solidarios con los Presos y que tanto dio que hablar durante años, sobre todo con algunas de sus acciones, realmente espectaculares, que pudieron verse en todo el mundo.

El colectivo ejerció durante años la «acción directa no violenta», en muchos casos con mucha imaginación y riesgo, asumiendo los «costes personales» que esa lucha les podía acarrear al entender que «la alarma en torno a los presos y presas hace tiempo que está encendida», tal y como recogía 'Egin' en su portada del 3 de junio, en la que informada del nacimiento de Solidarios.

El comunicado que difundieron aquel día los solidarios, recogido por 'Egin' el 3 de junio, señalaba que «la política de aniquilamiento ha superado todos los topes», recordaba la conculcación de los derechos de los presos y denunciaba que el Gobierno español hace oídos sordos a la «voluntad expresa» de la ciudadanía vasca.

Después de aquella acción vinieron muchas más. Los solidarios realizaron innumerables cortes de carretera con brazos metidos en bariles de cemento y de vías de tren encadenados a los raíles, se encaramaron en muros penitenciarios, un Olentzero escenificó un intento de abrir con un pico un agujero en el muro de la cárcel de Algeciras, acompañaron cruzando la meta a corredores de pruebas de atletismo como la Milla de Berango –a su ganador en 1999– o el Cross de Zornotza o de etapas del Tour, como la del Courchevel el 16 de julio de 2000...

«Giraldillas» y Gran Hermano

Pero, sin duda alguna, las dos más sonadas y «mundialmente» conocidas fueron la de las «giraldillas» que se colaron en la inauguración del Mundial de Atletismo de Sevilla y la del solidario que consiguió entrar en la casa de Gran Hermano.

«Solidarios» cortan la carretera de entrada a Bilbo el 24 de diciembre de 1999. (Marisol RAMÍREZ | FOKU)

La primera tuvo lugar el 20 de agosto de 1999. Dos solidarios disfrazados de Giraldilla, la mascota del Mundial, subieron al escenario de la gala inaugural, mostraron en sus trajes banderolas con el mapa de Euskal Herria pidiendo la repatriación de los presos, bailaron durante varios minutos y estrecharon la mano del presentador, Carlos Herrera, protagonista involuntario de la acción. Convirtieron la gala con la que el Estado español quería mostrarse al mundo en una ventana de denuncia de la situación de los presos.

Otros dos solidarios se descolgaron para desplegar una pancarta junto al palco en el que el entonces heredero de la Corona española, Felipe de Borbón, presidía el acto. En un estadio con 60.000 personas y retransmitiéndose al mundo entero. Fue un gran acontecimiento.

La portada de GARA del día siguiente, 21 de agosto, mostraba a una de las «giraldillas» bailando sobre el escenario, e informaba en sus páginas interiores de la detención de nueve personas: las dos que subieron al escenario, las que se descolgaron junto al palco, las que repartían pasquines y el cámara que les acompañó para grabar la acción. Casi un año después fueron juzgados en Sevilla, donde defendieron su absolución alegando que la protesta fue «imaginativa y simpática». Y la consiguieron.

La otra gran acción de Solidarios con los Presos fue la irrupción en la casa de Gran Hermano en Guadalix de la Sierra, cerca de Soto del Real, el 31 de mayo de 2000, durante la primera edición del reality que había comenzado en abril y que se emitía 24 horas ininterrumpidamente por un canal de televisión. Un solidario consiguió superar las vallas, eludir las medidas de seguridad y entrar en la casa con una banderola que reclamaba el traslado de los presos vascos a Euskal Herria cuando los concursantes despedían a una de las participantes. Las imágenes se cortaron y una voz en off pidió a los concursantes que no mencionaran lo ocurrido para evitar dar publicidad a la acción.

La censura de Tele5 fue inmediata, pero ya era tarde. Y la acción tuvo un eco inmediato en los chats dedicados al programa.

Dos «solidarios» (dcha) entran con los corredores en la meta de Courchevel, una de las etapas del Tour de 2000. (Bob EDME)

Solo uno de los ocho solidarios consiguió entrar en la casa y esperó a los concursantes coreando consignas a favor de los presos para recibirles. Tras un intercambio dialéctico con los moradores de la casa, entre los que destacó el donostiarra Koldo Sagastizabal –«horrela ez mutiko»– que se le encaró en euskara, volvió a quedarse solo. Esperó tumbado en el suelo y cubierto con la banderola a los miembros de la seguridad. Una vez en manos de la Guardia Civil, visita al cuartel de Soto del Real, identificación y a casa.

Alazne Basañez explicó el 2 de junio en GARA lo ocurrido tras entrevistar al protagonista, que aportaba más detalles a la secuencia de los hechos cedida por la plataforma digital Quiero que ETB dio a conocer la víspera.

Plena adhesión de EPPK

El mismo día que nacía Solidarios con los Presos, pero en 2012, Euskal Preso Politikoen Kolektiboa (EPPK) daba a conocer en Gernika las conclusiones del debate interno que había mantenido durante meses, recogidas en un documento en el que se ponía énfasis en la rotunda adhesión a la nueva estrategia de la izquierda abertzale, incluida la decisión de ETA de «dar por finalizada la fase de actividad armada como instrumento de lucha».

El documento abordaba también las «consecuencias del conflicto» y EPPK incluía por primera vez la admisión del «dolor generado», algo que consideraba que todas las partes debían hacer, aunque suponga un ejercicio duro, como escribía Ramón Sola en GARA.

Menos explícita era la posición del colectivo respecto a cómo resolver la situación de los presos. Al respecto, la declaración denunciaba la política carcelaria, rechazaba los intentos de «arrepentimiento-delación» y apuntaba la amnistía y la autodeterminación como horizonte para la «resolución integral» del conflicto.

No obstante, hace 12 años, EPPK mostraba su «plena disposición a dar nuevos pasos en el futuro si se dan las condiciones para ello».