En aquel piso se encontraban, además de Zeberio, Iñaki Bilbao y Patxi Marqués, que acabaron detenidos. La operación lanzada aquel día fue mucho más amplia, produciéndose otros once arrestos en nueve localidades.
El cuerpo de Zeberio fue llevado a Basurto ese mismo día, hasta donde llegaron familiares, miembros de la mesa de HB (que colgaron una ikurriña con crespón negro) y también el alcalde de Lizartza, la localidad en la que Zeberio residía desde los seis años.
Las Gestoras pro Amnistia llamaron a una huelga general en Tolosaldea y muchas más ikurriñas con crespón se colgaron en balcones. 'Egin' denunció que ertzainas retiraron varias de ellas.
Mientras, el ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, celebró la operación con desenlace fatal como un éxito y felicitó al consejero «Juan Mari Atutxa, a la Policía vasca y a todos los que han participado» en la operación. Dio así por desarticulado el 'comando Bizkaia'.
La muerte de Zeberio a manos de la Ertzaintza se sumó a la de Juan Mari Ormazabal, militante al que el cuerpo policial emboscó en 1991
La Policía autonómica llevaba ocho años de lucha activa contra ETA y desde el primero de los operativos, lanzado en abril de 1990, existieron denuncias de torturas (el caso de Andoni Murelaga llegó hasta los tribunales).
La muerte de Zeberio a manos de la Ertzaintza se sumaba, de esta manera, a la de Juan Mari Ormazabal, militante al que el cuerpo policial emboscó en 1991.
Atutxa hizo a Zeberio responsable de su propia muerte, asegurando que ella abrió fuego primero.
El consejero de Interior de Lakua afirmó, además, que no había nada extraño en que la joven tuviera las manos esposadas a la espalda, pese a los trece disparos. «Sería ingenuo que la Policía mirara si está herida y si es grave. Se esposa inmediatamente», llegó a decir en el Parlamento.
La muerte de la militante, una joven de 35 años cuyo compromiso internacionalista había llevado también a irse de brigadista a Nicaragua, y que había pasado a la clandestinidad tres años antes, llegó en un momento terriblemente delicado en lo político, pues se estaban celebrando unas negociaciones trascendentes en las que estaba involucrado el PNV. La operación policial con resultado mortal no detuvo esas conversaciones y, en septiembre, se presentó el acuerdo de Lizarra-Garazi.
Fin del alto el fuego en 2007
El 5 de junio es también la fecha en que ETA, en 2007, dio por finalizada la tregua que había iniciado el 24 de marzo del año anterior, abriendo de este modo un proceso de negociación con el presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero.
A través de un comunicado remitido a GARA la noche anterior, ETA anunciaba que había resuelto «actuar en todos los frentes en defensa de Euskal Herria». De esta manera, aseguraba que adoptaba la decisión «de defender con las armas al pueblo que es agredido por las armas».
Afirmaba, además, que «los ataques a Euskal Herria, lejos de desaparecer, se están viendo incrementados y agravados».
Las negociaciones entre el Estado español y ETA, que habían tenido un arranque prometedor en el que Zapatero reclamó y obtuvo del Congreso el aval para negociar, hacía tiempo que pasaban por momentos delicados.
La mayor evidencia de esto fue el atentado en la Terminal 4 de Barajas que ETA había llevado a cabo el 30 de diciembre, en el que fallecieron dos ciudadanos ecuatorianos y que destrozó la mayor parte de la infraestructura.
En el comunicado que dio fin a la tregua, ETA criticaba las posturas que había adoptado el presidente del PNV, Josu Jon Imaz, quien había asegurado que, después de la T4, la izquierda abertzale iba a «disolverse como un azucarillo», apuntalando al Estado en el inmovilismo.
Pero, fundamentalmente, acusaba de que la negociación se malograra al propio Zapatero, a quien achacaba haber respondido a esta oportunidad de terminar con el conflicto armado con «detenciones, torturas y todo tipo de persecución».
«ETA se equivoca», respondió Zapatero en respuesta al comunicado, exculpándose de forma absoluta y asegurando que él había hecho todos los esfuerzos posibles para alcanzar la paz. En esa misma comparecencia, llamó a Mariano Rajoy en busca de afianzar su unidad de acción.
«Seamos capaces, en el menor tiempo posible, de reeditar las condiciones», manifestó Otegi
En paralelo, Arnaldo Otegi insistió en renovar los esfuerzos en busca de la paz. «Seamos capaces, en el menor tiempo posible, de reeditar las condiciones que permitan que este país viva el proceso que se merece y que quiere», aseveró en una comparecencia pública para valorar estos acontecimientos.
Dos días después, Otegi sería encarcelado bajo el argumento de que había cometido enaltecimiento en un acto de recuerdo a 'Argala' en 2003 para cumplir una condena de 15 meses. La pena incluía, además, siete años de inhabilitación para cargo público.
En el primer editorial de GARA valorando la nueva situación que se abría tras la confirmación por parte de ETA de que se reactivaba el conflicto en todos sus frentes, se incluyó la siguiente pregunta: «¿Qué ha pasado? ¿Por qué un Gobierno que desplegó una intensa actividad antes del alto el fuego se frenó en cuanto se declaró?».