Prado, descendiente directo de Cristóbal Colón, había pasado 72 días a manos de sus captores. La organización había reclamado a su familia 1.200 millones de pesetas por su liberación. Se trataba, aseveró el hermano Manuel, de una cifra «imposible» para una familia que aseguró tener «un patrimonio normal e incluso menos normal de lo que pudiera parecer».
Prueba de su escasez de fondos –contó Manuel Prado– es que para costear el rescate habían tenido que desprenderse «de una de las propiedades que más valor tenían para mí: la casa donde nació mi mujer, su madre y sus abuelos».
En realidad, no pagaron esos 1.200 millones. 'Egin' aventuraba al día siguiente de la liberación que el coste real para poner fin al secuestro estaba entre los 400 y los 1.000 millones de pesetas.
La horquilla era amplia, pero a todas luces exorbitada para la época, incluso en su posibilidad más escueta. Lo sigue siendo hoy (entre 2,4 y 6 millones de euros) aunque se obvie la inflación. En aquel tiempo, el salario mínimo era de 25.000 pesetas, un Seat Panda costaba 100.000 y un piso en la Castellana, 1,2 millones. Toda una fortuna.
Emilio Manglano, el jefe del CESID en ese momento, apuntó en sus papeles que el dinero de la liberación lo había puesto «Zarzuela».
Habría que esperar casi 40 años, hasta octubre de 2021, para desvelar el misterio que escondía ese desembolso. Al menos, si se ha de dar por buena la versión de Emilio Manglano (entonces jefe de los espías españoles), cuyas memorias y anotaciones fue publicando el diario 'Abc' en una serie de artículos sobre «los papeles de Manglano».
El máximo responsable de los espías españoles cita que fueron 600 millones de pesetas los que entregó la familia tras negociar físicamente con miembros de ETA en varias ocasiones.
Ahora bien, ni Manuel se desprendió de la amada casa de la familia de su mujer, ni pignoró las propiedades para reunir el montante como aseguró a los medios el 6 de junio de 1983. La millonada la puso Zarzuela.
Porque los personajes clave de esta historia –además de Iñaki Arakama, 'Makario', que acabó siendo condenado a 25 años por el secuestro– en realidad son el hermano del secuestrado y, en última instancia, el rey español: Juan Carlos de Borbón.
Una anotación manuscrita de Manglano fechada a 11 de junio de 1983 indica: «Dinero secuestro D. Prado lo puso Zarzuela», según publicó el 'Abc'.
El jefe del CESID precisó, además, que la información se la ha trasladado uno de sus subordinados de mayor rango, Manuel Guerrero, quien entonces llevaba el área de «Terrorismo» del tétrico centro de inteligencia y que, en aquellos años, se centraba en exclusiva en ETA.
¿Por qué Juan Carlos abonaría semejante cuantía? La respuesta a esto siempre ha sido un secreto a voces. La inmensa fortuna que atesoran los Colón y Carvajal, y particularmente Manuel, no proviene de su rancio abolengo ni de la explotación de las Américas que hizo su insigne antepasado después de encontrar aquel continente.
Las biografías no autorizadas y los periodistas que han investigado las cuentas de Juan Carlos de Borbón coinciden en señalar a Manuel Prado, el «amigo del rey», como uno de sus testaferros principales de un monarca corrupto.
Nacido en Quito, el hermano del secuestrado se convirtió en uno de los más cercanos al nuevo jefe del Estado nombrado por el dictador Franco ocho años antes del secuestro. Y era el hombre que administró sus cuentas durante, al menos, dos décadas.
El secuestrado, en consecuencia, tenía tantos vínculos con el círculo de poder más importante del Estado que, el 27 de mayo y a modo de prueba de vida, ETA envió a la revista 'Punto y hora' una entrevista con su rehén en la que se le hacían preguntas sobre cómo veía la Monarquía la actividad armada de ETA e incluso qué pensaban sobre la Alternativa KAS.
En esa entrevista –cuyas respuestas negó después Diego, alegando que fueron inventadas por sus captores–, el rehén sostiene que en el círculo de poder en el que se movía se entendía que el conflicto en Euskal Herria constituía «un problema nacional que habría que negociarlo hasta intentar arreglarlo, que es un tema pendiente de solución y que nadie coge el toro por los cuernos».
El nombre del testaferro del rey (fallecido en 2009) reapareció en 2021 al calor de una investigación contra Juan Carlos de Borbón, cuando ya había caído en desgracia tras esclarecerse su vida crapulienta entre faldas, dinero negro y matanzas de elefantes.
Concretamente, se descubrió que Prado estaba ligado a una cuenta con diez millones de euros ubicada en el paraíso fiscal del Jersey y desde la que se hacían transferencias a otras cuentas de Juan Carlos de Borbón.
Prado de Colón y Carvajal llegó a estar en la cárcel, aunque solo un par de meses, por delitos fiscales vinculados a un holding kuwaití (KIO). Le cayeron dos años, pero salió libre por motivos humanitarios. Recibió otra condena menor por el 'caso Tibidabo'. En este caso, por su descapitalización.
Manuel Prado pasó unos meses por la cárcel por delitos financieros, mientras que Diego murió durante el proceso por la descapitalización del Banco de Descuento.
Un exministro de la etapa de Suárez, Francisco Fernández Ordóñez, acusó al testaferro de controlar los contratos que se firmaban con Arabia Saudí y esos Países del Golfo, que en su momento más delicado dieron asilo al anciano rey perseguido por distintos delitos fiscales.
En las memorias que publicó el propio testaferro siempre sostuvo que su amigo Juan Carlos nunca le dejó de lado. Y que le llamaba a él y a su familia regularmente en ese breve periodo en el que permaneció preso.
En cuanto a Diego, el secuestrado, también fue procesado por delitos financieros. En su caso, por la despatrimonialización del Banco de Descuento, del que fue presidente del consejo de administración.
Murió antes de que se conociera la sentencia por este caso, en 1995. Prado falleció, por tanto, doce años después de aparecer de madrugada desorientado en Coslada con unos whiskies de más que sus secuestradores le habían forzado a tomar para que no calculara bien la distancia hasta el zulo.