1977/2024 , 15 de Agosto

Ion Salgado
Aktualitateko erredaktorea / redactor de actualidad

Irlanda y Colombia, dos rutas hacia la paz, no exentas de obstáculos

15 de agosto de 1998 y de 2017. Dos fechas que guardan un nexo común: la búsqueda de la paz y la dificultad que ello conlleva. En el caso de Irlanda, hace 26 años se produjo el atentado de Omagh. En Colombia, se dio un paso más en el proceso con el desarme de las FARC.

Portada de 'Euskadi Información' dando cuenta del atentado de Omagh.
Portada de 'Euskadi Información' dando cuenta del atentado de Omagh. (Euskadi Información)

«Bomba contra el proceso de paz». Así rezaba el titular de portada de 'Euskadi Información' del 16 de agosto de 1998. El día anterior, hace exactamente 26 años, un coche bomba hacía explosión en la localidad de Omagh, en el norte de Irlanda, causando 21 muertos y un centenar de heridos.

El atentado, reivindicado por el IRA Auténtico, contrario al proceso de paz, suscitó el rechazo unánime de partidos e instituciones. Martin McGinness, del Sinn Féin, se mostró «estremecido y asqueado», y el líder del Partido Socialdemócrata Laborista (SDLP), John Hume, afirmó que «está claro que las personas que han perpetrado este acto no solo son deplorables asesinos, son fascistas sin paliativos».

Desde la República de Irlanda, el jefe del Gobierno, Bertie Ahern, se declaró «horrorizado» y prometió combatir a las organizaciones que «no respeten el acuerdo de paz ni la voluntad de la mayoría de ambos lados de la frontera». No en vano, en mayo de 1998, tres meses antes del atentado había sido aprobado en referéndum el Acuerdo de Viernes Santo.

El proceso de paz irlandés se inició con la declaración de alto el fuego del IRA en agosto de 1994, pero, tal como explicó la corresponsal de GARA y NAIZ en Irlanda, Soledad Galiana, durante los treinta años de conflicto, siempre se produjeron contactos no oficiales entre Londres y el IRA.

El paso definitivo hacia el proceso de paz surgió de las negociaciones entre el líder del nacionalista SDLP, John Hume, y el presidente de Sinn Féin, Gerry Adams. Su declaración conjunta en 1993 abrió las puertas a una negociación con los gobiernos de Londres y Dublín, que en el mismo año habían firmado la Declaración de Downing Street. Un acuerdo que garantiza la autodeterminación del norte de Irlanda.

El camino está marcado por acciones de disidentes católicos y por los obstáculos de los unionistas. Basta con recordar lo que James Molyneaux, líder del UUP, dijo ante la declaración de alto el fuego del IRA: «Esto es lo peor que nos han pasado», alimentando la percepción unionista de que «los derechos humanos son solo para nacionalistas».

El Partido Unionista Democrático (DUP), segunda fuerza parlamentaria por detrás del Sinn Féin en la Asamblea Legislativa de Belfast, no firmó el Acuerdo de Viernes Santo y ha vetado la cooficialidad del gaélico irlandés, la igualdad matrimonial para el colectivo LGBTQI+, o el derecho al aborto.

Ha apoyado el Brexit y ha rechazado el protocolo para el norte de Irlanda, que evita la creación de una frontera entre el norte y sur de la isla, una de las claves del Acuerdo de Viernes Santo. Pese a las trabas, a día de hoy parece imparable el acercamiento del norte de Irlanda a la UE y a la república de Irlanda.

Desarme de las FARC

19 años después del atentado de Omagh, el 15 de agosto de 2017, a miles de kilómetros de Irlanda, se produjo un paso decisivo en otro proceso de paz, el de Colombia. Ese día las FARC dejaron de ser una organización armada y anunciaron la creación de su nuevo partido, la Fuerza Alternativa Revolucionaria de Colombia, que en 2021 pasaría a llamarse Comunes.

El entonces presidente, Juan Manuel Santos, junto al saliente Alto Comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo, y su sucesor en el cargo, Rodrigo Rivera, y al general Javier Flórez, jefe del Comando de Transición, asistió a la salida del último contenedor con armas. A escasos metros, Iván Márquez y Pastor Alape, miembros del Secretariado de la guerrilla, también certificaron el fin en una ceremonia sobria y breve.

El jefe de la misión de la ONU en el país, Jean Arnault, hizo hincapié en la complejidad del desarme. No en vano,  en total se registraron y almacenaron 8.112 armas, se localizaron 873 zulos y se incineraron casi 1,3 millones de cartuchos. Procesos para los que los observadores de la ONU tuvieron que realizar 16 operativos aéreos, diez terrestres y más de 50 vuelos, recorriendo cerca de 10.000 kilómetros. «Estamos ante un proceso de dejación de armas exhaustivo que encarrila a Colombia hacia una nueva etapa», resaltó.

Imagen de las armas de la FARC, tomada el 15 de agosto de 2017. (EP)
Imagen de las armas de la FARC, tomada el 15 de agosto de 2017. (EP)

El desarme arrancó en enero, cuatro meses después de la firma del acuerdo de paz en Cartagena. El 26 de septiembre de 2016, Santos y el líder de las FARC, Rodrigo Echeverri Londoño, alias 'Timochenko', rubricaron un extenso documento de 297 páginas elaborado durante los cuatro años que se prolongaron las negociaciones de paz desarrolladas en La Habana. Sin embargo, al contrario de lo que ocurrió en Irlanda, en Colombia el «no» se impuso por la mínima en el referéndum, en el que solo participó el 37% de la población.

Tal como explicó la periodista Ainara Lertxundi, ni el Gobierno ni sus negociadores fueron capaces de contrarrestar la estrategia mediática de los opositores, que llegaron a decir que de vencer el «sí» Colombia se convertiría en una «dictadura castrochavista», que los pensionistas iban a perder parte de sus pensiones para pagar a los guerrilleros o que en el país se iba a imponer «una dictadura homosexual» porque los acuerdos de La Habana fueron construidos bajo un enfoque de género.

Este duro revés hizo tambalear todo el proceso de paz. Santos convocó a los líderes políticos, mientras que las FARC reiteraron su apuesta por las vías exclusivamente políticas. Y el 24 de noviembre se suscribió el nuevo y definitivo Acuerdo Final, fruto de las negociaciones con los sectores del «no», liderados por el expresidente Álvaro Uribe.

Al igual que en el norte de Irlanda, la derecha en Colombia se ha empeñado en entorpecer el proceso desde la oposición y desde el Gobierno durante el mandato de Iván Duque. Y, como ocurrió con el IRA, en las FARC también han surgido disidencias que mantienen la lucha armada. Uno de los grupos está comandado por Iván Márquez, que participó en las negociaciones de La Habana. El pasado mes de mayo anunció «acercamientos» con el Gobierno de Gustavo Petro. Una muestra de que, pese a todo, se avanza en el camino hacia la paz.