Tanto ‘GARA’ como ‘Egin’ antes han sido instrumentos para que Euskal Herria se mire a sí misma y para mirar al mundo con los ojos de la ciudadanía vasca. Pero, a veces, también han servido para recoger otras las miradas que desde el exterior se fijaban en este pequeño país. El periódico se hacía eco de artículos y reportajes que medios de otros países publicaban sobre Euskal Herria.
En este caso, el The New York Times publicó un reportaje de su corresponsal en el Estado español, Edward Schumacher, que recogía los testimonios de empresarios, políticos, expresos y expertos que daban una visión amplia de la disidencia vasca y de la lucha de ETA. El reportaje subrayaba el aumento de la colaboración del Gobierno francés para que Ipar Euskal Herria no fuera un «santuario de etarras».
Por otro lado, también recogía las constantes movilizaciones, la tortura o la prohibición del euskara durante el franquismo y el apoyo social con el que ETA contaba. El reportaje señalaba que se entrenaba y financiaba con sus propios medios y recogía la opinión de un experto que lo que hacía fuerte a ETA era que tenía objetivos claros y no se perdía en cosas como «el «antiamericanismo o el antiimperalismo», sino que «van derecho a lo que dicen que les oprime, la Guardia Civil y el Gobierno español».
Y finalizaba recogiendo la opinión de Juan Mari Bandres, de Euskadi Ezkerra, y Xabier Arzalluz, del PNV, que consideraban que ETA no podía ser vencida con medidas policiales y que sería necesario negociar.
Este es el artículo de ‘Egin’ que recoge el contenido del reportaje del diario norteamericano:
Según el ‘New York Times’, no hay final para el «terrorismo vasco»
La reciente reactivación del activismo de ETA ha subrayado cómo este grupo de 18 años de existencia sigue siendo una de las organizaciones armadas europeas más eficaces y evasivas y una «espina de la joven democracia» española, decía ayer ‘The New York Times’.
El ‘Times’ dedica media página a analizar este fenómeno en un artículo fechado en Bilbo y firmado por Edward Schumacher, corresponsal del diario en el Estado español, y que lleva por título ‘Terrorismo vasco, sin final a la vista’.
El artículo, que incluye también una entrevista con un ex-militante acogido a la ley de reinserción social, dice que «aunque ETA parece debilitada, funcionarios afirman que no aparece un final a la vista para la violencia».
El diario da cuenta de los últimos atentados de ETA y las medidas gubernamentales, incluida la cooperación con Francia para evitar que ese país siga siendo «santuario de etarras».
«Las medidas enérgicas han agravado las amargas diferencias históricas entre Madrid y la región vasca, animando aparentemente lo que había estado retrayendo la simpatía popular vasca por el grupo», dice Schumacher.
«Pero aun, de acuerdo a muchos vascos... la violencia ha profundizado la crisis económica y desmoralizado a muchos de los dos millones de vascos».
«La sociedad está traumatizada», dice José María Vizcaino, presidente de la Confederación de Empresas Vascas. «La gente se radicaliza con rapidez. Los problemas laborales se traducen en el incendio de camiones. Las manifestaciones se vuelven violentas» y «la Policía se sobrepasa».
«La región está severamente aterrorizada –dice Schumacher– y no pasa día sin que los simpatizantes de ETA se manifiesten en las calles y se enfrenten a la Policía».
El autor recuerda cómo y por qué nació ETA y cómo el general Francisco Franco acabó con la autonomía del País Vasco y prohibió el uso del euskara.
«Pero ETA se ha negado a reconocer que España ha cambiado», añade. «De las 523 personas asesina das por ETA en los últimos 18 años, unas 480 lo fueron tras la muerte de Franco».
Encuestas de opinión indican que «la mayoría de los vascos rechazan a ETA, pero los esfuerzos para erradicarla son complicados por el apoyo dado al grupo por el partido político izquierdista llamado Herri Batasuna».
El parlamentario Jon ldigoras niega el que ese partido sea el brazo político de ETA, pese a que compartan programas políticos «paralelos» y justifica la violencia etarra.
«Lo que otros consideran terrorismo es para nosotros una respuesta al Gobierno español», dice Idigoras, y en palabras de un ex-etarra, es una respuesta de «terrorismo de guante blanco».
Schumacher cita a un analista de inteligencia internacional que afirma que lo que hace fuerte a ETA es que tiene objetivos claros y no se pierde en cosas como el «antiamericanismo o el antiimperalismo», sino que «van derecho a lo que dicen que les oprime, la Guardia Civil y el Gobierno español».
La Policía «admite» que sabe poco sobre ETA y estima que tiene entre 200 a 500 miembros, organizados en células, aunque solo unas docenas son «pistoleros», el resto provee las armas, falsos documentos y otro tipo de apoyos, afirma el ‘New York Times’.
Expertos españoles y extranjeros dicen que un directorio de ocho a diez personas supervisa al grupo, «pero hay poca información sobre quiénes son o dónde están».
«Los expertos creen que el grupo casi exclusivamente está financiado y entrenado en casa, recibiendo dinero de atracos, secuestros y un impuesto extorsionando a los empresarios», prosigue.
El autor señala que, de acuerdo con Amnistía Internacional y líderes vascos moderados, son frecuentes los golpes y descargas eléctricas a prisioneros etarras.
«Si un miembro de ETA golpeara una puerta y dijera que la Policía le está persiguiendo, el 80 por ciento de los vascos le esconderían». dice losu Pascual, concejal de Herri Batasuna en el Ayuntamiento de Rentería.
El ‘Times’ afirma que «la nueva esperanza» del presidente del Gobierno español, Felipe González, descansa en la cooperación francesa, que en las últimas semanas deportó a 5 de los 700 exiliados vascos.
Pero líderes vascos moderados dicen que estas medidas están condenadas al fracaso porque «ETA tiene considerable apoyo social en Herri Batasuna, que es por lo que no se les puede vencer con medidas policiales», según Juan María Bandrés, líder de Euskadiko Ezkerra.
Xabier Arzalluz, líder del Partido Nacionalista Vasco (PNV), dice al ‘Times’ que ha mantenido contactos con ETA para un posible final negociado de la lucha, basado en la amnistía.
«Las ofertas de ETA son muy aceptables –dice Arzallus–, pero Madrid cree que puede forzarla a rendirse, lo cual nunca harán».