1977/2024 , 25 de Septiembre

Hotel Monbar, las campanadas a la muerte que conmocionaron a Euskal Herria

El Hotel Monbar tiene el triste honor de ser recordado como el escenario del atentado más mortífero de los GAL, que tuvo lugar el 25 de septiembre de 1985. Los refugiados Agustín Irazustabarrena, Inaxio Asteasuinzarra, Jose Mari Etxaniz y Sabin Etxaide murieron tiroteados por dos mercenarios.

El del Hotel Monbar fue el atentado más mortífero de los GAL, con cuatro refugiados muertos.
El del Hotel Monbar fue el atentado más mortífero de los GAL, con cuatro refugiados muertos. (EGIN)

El atentado contra cuatro refugiados vascos en el bar Hotel Monbar de Baiona no fue el primero ni el último de los GAL, pero sigue siendo uno de los más recordados, merced a ser el que más víctimas provocó y, también, por la canción que Kortatu le dedicó poco después.

El 25 de septiembre de 1985, dos mercenarios abrieron fuego contra Agustín Irazustabarrena Urruzola 'Legra', Inaxio Asteasuinzarra Pagola 'Beltza', Jose Mari Etxaniz Maiztegi 'Potros' y Sabin Etxaide Ibarguren 'Eskumotza'. Los tres primeros fallecieron en el acto, mientras que Etxaide moriría dos horas más tarde en el hospital de la capital labortana. «Cuatro refugiados abatidos anoche en Bayona», titulaba al día siguiente 'Egin', junto a las fotos de los fallecidos.

Información publicada en 'Egin' el 26 de septiembre de 1985. (EGIN)

Aquella primera información también recogía que, tras el tiroteo, los dos pistoleros, Pierre Frugoli y Lucien Mattei, asesinos a sueldo del hampa marsellesa contratados por el Ministerio del Interior español, habían emprendido la huida a pie por las calles de Baiona Ttipia. Una fuga que se vio frustrada gracias a la acción de un grupo de ciudadanos que los persiguió después de que arrojaran las armas al Errobi, y entre los que se encontraba quien tres décadas más tarde sería uno de los artesanos de la paz Txetx Etcheverry. Seguidamente, ambos mercenarios fueron detenidos por una patrulla policial.

Estos hechos causaron una gran conmoción a ambos lados de la muga, como demuestra que 'Egin' dedicara varias páginas diarias al atentado durante las jornadas siguientes. La edición del día 27 daba cuenta de la huelga general convocada para aquella fecha en Gipuzkoa por Herri Batasuna, Gestoras pro-Amnistía y KAS, así como de las protestas recogidas en todo el país la noche anterior. Mientras en Hego Euskal Herria «las barricadas y los enfrentamientos eran el denominador común en muchos pueblos», en Baiona un millar de personas se manifestaron bajo un gran control policial. La concentración también estuvo marcada por «la fuerte operación filtro impuesta por la gendarmería francesa en la muga».

La huelga general en Gipuzkoa y el resto de protestas coincidieron, además, con el décimo aniversario de la muerte de Jon Paredes 'Txiki' y Ángel Otaegi, fusilados el 27 de septiembre de 1975 junto a tres militantes del FRAP. Un Gudari Eguna que quedó eclipsado por el atentado del Hotel Monbar, pero que 'Egin' quiso poner en contexto en sus líneas: «Diez años después de que el Gobierno español, a través de sus fuerzas represivas, les fusilara, fuerzas oscuras que cuesta no relacionar con esas mismas instituciones han segado las vidas de otros cuatro vascos en lo que constituye una de las mayores matanzas llevadas a cabo contra este pueblo en los últimos cuarenta años».

Homenaje manchado por la presencia policial

Los restos mortales de los cuatro refugiados llegaron a sus respectivos pueblos durante la mañana del sábado 28, un día después de que Gipuzkoa quedará «paralizada» por la convocatoria de huelga general. Una caravana de coches acompañó los restos de los cuatro militantes desde el Puente de Santiago, en Irun, hasta Hernani, Zestoa, Astigarraga y Urretxu, sus respectivas localidades, donde fueron recibidos por miles de personas a pesar del esfuerzo policial para que no fuera así. Ejemplo de ello fueron las cargas policiales en Astigarraga, que intentaron evitar que se bailara un aurresku en honor a Irazustabarrena. Las cenizas de ‘Legra’ fueron esparcidas en un acto celebrado en Santiagomendi.

Agustín Irazustabarrena, Inaxio Asteasuinzarra, Jose Mari Etxaniz y Sabin Etxaide. (EUSKAL MEMORIA)

Por su parte, Urretxu, pueblo de Etxaniz, y Zestoa, de donde era Etxaide, fueron tomados por las fuerzas policiales para evitar que vecinos de las localidades colindantes participaran en los actos de homenaje.

En Hernani, la despedida a Inaxio Asteasuinzarra 'Beltza', también quedó manchada por la actitud de la Guardia Civil, que impidió que el cuerpo del joven fuera expuesto en el Ayuntamiento local, tal como se había acordado, y prohibió una actuación de txalapartaris y aurreskularis. Por tanto, el trayecto entre el pueblo y cementerio se convirtió en el homenaje popular a 'Beltza'.

«Para cuando los manifestantes llegaron al cementerio, las inmediaciones se hallaban tomadas por la Guardia Cilvil y allí se disolvió la comitiva», informaba 'Egin'. A la vuelta, Maritxu Pagola, madre del Inaxio, se despidió emocionada de la multitud que la había acompañado con un sentido «eskerrik asko denori», que fue respondido con un «eskerrik asko zuri, zurea bezalako semea eman diguzulako».

«Campanadas a la muerte»

El atentado contra los cuatro refugiados vascos ha quedado en la memoria popular por su gran mortandad, pero también por la canción 'Hotel Monbar' de Kortatu, grupo cuyos integrantes conocían personalmente a los militantes fallecidos. De hecho, como confirmaría el propio Fermin Muguruza años después, aquel mismo día estuvo en Baiona, jugando al futbolín con los jóvenes refugiados muertos.

De esa traumática experiencia salió una canción que Muguruza comenzó a escribir esa misma noche. Quizás por ello, evocó en su letra las «campanadas a la muerte», tal como hizo Lluís Llach nueve años antes con su canción 'Campanades a morts'. El cantautor catalán compuso este réquiem la noche del 3 de marzo de 1976, justo después de enterarse de la matanza de obreros en Gasteiz.

Este no fue el único recuerdo de Kortatu a los muertos en Hotel Monbar. El grupo quiso que en la portada del disco 'A Frontline Compilation', publicado en 1988, apareciera la imagen de Maritxu Pagola puño en alto, tomada en un acto celebrado pocos días después de la muerte de su hijo.