1977/2024 , 17 de Octubre

Artefaktua
Leitza

Iñaki Perurena repasa su trayectoria vital en una entrevista en 7K

Épico en su carrera profesional como harrijasotzaile y amante de la historia, Iñaki Perurena abría un día como hoy en 2010 las puertas de Peru Harri a ZAZPIKA para conceder una entrevista muy personal sobre su vida y su trayectoria en el deporte.

Iñaki Perurena, en Peru Harri.
Iñaki Perurena, en Peru Harri. (Idoia Zabaleta | GARA)

En esta entrevista, publicada el 17 de octubre de 2010 en 7K, Iñaki Perurena realiza un repaso extenso sobre su trayectoria como profesional de los deportes rurales, así como su vida personal y sus inquietudes por la historia, la poesía y, cómo no, también por la televisión. A continuación reproducimos la entrevista realizada a Perurena por Pello Guerra:

Iñaki Perurena, una vida esculpida a la tierra

Harrijasotzaile de récord, actor, poeta, bertsolari, escultor, amante de la historia... Todo esto y mucho más es el polifacético Iñaki Perurena, que ha hecho del levantamiento de piedra una pasión y una ciencia que transmite en las exhibiciones que realiza junto a su hijo Inaxio y que tiene su máxima expresión en Peru Harri, el parque de interpretación de la piedra que ha levantado cerca de Leitza con sus propias manos.

Da gusto escuchar a Iñaki Perurena. Poca gente imprime tanta pasión a los temas por los que demuestra interés y que en el caso del leitzarra son muchos, ya que su inquieta mente no tiene límite a la hora de saciarse de conocimientos y de buscar nuevos campos en los que experimentar.

Qué duda cabe que levantar piedras es su gran pasión. Ahí está el impresionante palmarés de récords que ha logrado a lo largo de cuarenta años como harrijasotzaile. Sin embargo, su amor por la piedra va más allá y la divulgación es ahora una de las materias a las que se dedica con más entrega en compañía de su hijo Inaxio, otro gran levantador de piedras de la inagotable cantera de forzudos que es Leitza.

¿Cómo comenzó su relación con la piedra?

Comenzó posiblemente de la convivencia que tuve con mi abuelo en mi niñez, cuando calaron en mí las historias que me contaba. Con diez años, yo sabía que la piedra iba a tener un lugar muy importante en mi vida y eso me lo inculcó más que nadie mi abuelo y, genéticamente, mis padres. Al final, nuestra forma de pensar puede estar influenciada por el entorno y la vivencia, pero también por la genética.

Sin embargo, primero fue aizkolari.

Leitza es un pueblo de montaña, donde la gran afición ha sido el aizkolarismo. De hecho, tenía un tío que fue campeón aizkolari. Yo quería levantar piedras, pero mi padre se negaba rotundamente porque pensaba que eso me podía dañar físicamente. Además, entonces estaba la cuestión de las apuestas. Ante esa negativa, para intentar abrir el camino hacia la piedra, empecé como aizkolari, pero con 17 años conseguí llegar a mi auténtica afición.

¿Cómo recuerda sus primeros años como harrijasotzaile?

Fue como la entrada en el paraíso terrenal, porque siempre soñaba con piedras. Yo mismo me fabriqué mis primeras piedras y hubo un chico de Leitza que fue de pescador a Orio y trajo una piedra de allí. Con 14 años levanté esa piedra y luego él me la regaló. Mi abuelo y mi padre eran los matatxerris del pueblo y mi padre soñaba con tener su carnicería. Como él no pudo ponerlo en práctica, me mandó a Gipuzkoa a aprender de carnicero. Así tuve la oportunidad de acercarme a la cuna del levantamiento de piedra, escuchar conversaciones de antiguos levantadores, de gente que vibraba contando esas historias y para mí era como llegar al paraíso. Entonces imperaba el mundo de las apuestas, se levantaban piedras para eso, y al principio tuve que hacer algunas. Pero mi auténtica apuesta era levantar la piedra y con veinte años batí los récords anteriores. Ideé una técnica nueva y entonces decidí que, de ahí en adelante, seguiría mi propio camino, levantar piedras e intentar superarme, y ésa ha sido mi trayectoria. En vez de levantar varias veces una piedra, buscaba levantar el mayor peso posible en una alzada, lo que ya suponía un cambio.

«No levanto piedras por ser morrosko, sino por genética, fuerza física y por buscar la mejor técnica»

¿En aquella época sus músculos no tenían límite?

Algunos de mis récords fueron consecuencia de que hubo un avance técnico, porque siempre estaba dándole vueltas al tema de cómo buscar las maneras de levantar la piedra. Intuitivamente, el levantador de piedra  domina las leyes físicas: se echa hacia atrás y logra un plano inclinado. Analizaba la técnica incluso en los pequeños detalles. Por ejemplo, los antiguos levantadores iban descalzos, pero los halterófilos una bota con tacón y eso ayuda a doblarte hacia atrás. Por ese motivo, para levantar la piedra a dos manos, utilizo una zapatilla sin suela y, para una mano, una bota con suela alta. Además, se homologó que las piedras pudieran ser lastradas con mayor peso para que tuvieran más densidad y se pudiera abarcar ese volumen. Fruto de todo eso se fueron superando las cotas.

En 1989 fue invitado a participar en la competición del hombre más fuerte del mundo realizada en Donostia, pero no asistió. ¿Se arrepiente de esa decisión?

En 1988 se celebró en Vitoria el Campeonato de Europa de Halterofilia. Los europeos ya tenían referencias de que en el País Vasco se levantaban piedras y que había un chico que levantaba piedras grandes y me invitaron a hacer una demostración. La Federación Española dijo que no, que aquello era una competición oficial y hacer una exhibición no tenía cabida. Pero la Federación Internacional dijo que se trataba de un caso excepcional y autorizó la demostración. La realicé y comenté que mi sueño era alcanzar los 300 kilos. Al año siguiente, el concurso de hombres más fuertes del mundo llegó a San Sebastián y me plantearon que acudiera. ¿Pero a qué iba a ir? ¿a demostrar que era el hombre más fuerte del mundo? Pero si yo no quiero demostrar eso. Lo que a mí me interesa es levantar piedras y hacerlo lo mejor posible. Si ellos quieren demostrar que son muy fuertes, les invito a que vengan a levantar unas piedras.

(Idoia ZABALETA)
(Idoia ZABALETA I FOKU)

Con la llegada de los años noventa siguieron las marcas imposibles, entre las que destacaban los 320 kilos con las dos manos.

En las Seis Horas de Euskadi querían la cifra más alta a dos manos, porque es la que más impacta. De hecho, lo habitual es que la gente de fuera pregunte cuánto se ha levantado y no cuántas alzadas se han hecho.

¿Qué le pareció más duro: levantar 320 kilos con las dos manos, 267 con una, 211 con la esférica, siete veces la cúbica de 225 kilos o levantar una piedra de 100 kilos durante nueve horas y diez minutos?

Como decía, a la gente le llama la atención la cifra más alta, los 320 kilos con las dos manos, pero técnicamente lo más difícil que he hecho ha sido levantar con una mano 267 kilos. Me fui de unas pruebas de fuerza pura a unas pruebas de resistencia pura. No me vale un récord determinado, porque lo que yo siempre he querido ha sido levantar piedras de diferentes maneras: hacer corbatas al cuello, levantar la esférica, la cúbica, las otras... arañar todo el terreno. De alguna manera, mi satisfacción ha sido que he probado casi todo con la piedra.

Fue una época en la que Migeltxo Saralegui se convirtió en su principal competidor. ¿Cómo recuerda esa rivalidad entre vecinos?

Saralegui vino joven, potentísimo y de alguna manera coincidió el terminar mi trayectoria de intentos máximos con la llegada de Saralegui a su cénit. Él siguió superando marcas hasta llegar a los 329 kilos. Creo que para él habré sido también un referente y ahí está la historia, en la que los dos pesos máximos levantados los tenemos dos de Leitza. Y el cuarto está mi hijo.

¿Qué sintió al ver que su hijo Inaxio compartía su pasión por la piedra?

Cuando Inaxio tenía cinco años, en fiestas de Leitza, su madre le hizo un chaleco y yo un tronquito, y lo sacamos a la plaza para que lo levantara. Después, medio jugando, levantó una piedra un poco mayor, hasta que con doce años ya le planteé empezar a llevar una pauta de entrenamientos y levantar piedras de una forma ordenada. Y así llegamos a que, con 17 años, levantó ante las cámaras una piedra de 240 kilos. Entonces yo pensé hasta dónde podía llegar. Si yo, con 1,82 metros de altura, llegué a pesar 133 kilos, con 1,95, puede pesar 150 kilos y mover montañas. Pero no siempre las cosas son como parecen que van a ser e Inaxio está en los 132 kilos.

¿Cómo ve la carrera de su hijo como harrijasotzaile?

Es un chaval que, de entrada, tiene un hándicap: mide 1,95 y hay que levantar la piedra a esa altura. Su estructura podría ser la de un lanzador de peso, más que la de un levantador de piedra. Pero está haciendo un trabajo muy importante.

Padre y entrenador. ¿Cómo es la relación entre Iñaki e Inaxio Perurena?

En este momento estamos viviendo un choque generacional. No sé si es difícil ser entrenador y padre. Después de andar veinte años juntos, igual entiende que me he quedado caduco y puede encontrar maneras nuevas. Va haciendo las cosas a su aire. Mi mujer hace de intermediaria, porque a veces hay situaciones un poco tensas.

(Idoia ZABALETA)
(Idoia ZABALETA I FOKU)

A pesar de las tensiones, juntos realizan muchas exhibiciones con la piedra.

Toda mi vida ha sido intentos de récord y demostraciones, y ahora Inaxio coge el relevo. En las exhibiciones, él levanta las piedras grandes y yo, de alguna manera, voy de telonero. Este año hemos hecho una prueba. Llevo una piedra cuadrada que levanto con cuatro técnicas distintas y explico la progresión que se ha registrado en el levantamiento de piedra. Porque no levantamos la piedra porque somos morroskos, sino porque tenemos una genética, trabajamos la fuerza física y le damos vueltas a la cabeza para buscar la mejor técnica.

¿En algún momento se ha planteado la posibilidad de poner fin a su carrera de harrijasotzaile?

Hace tiempo que decía que quería envejecer levantando piedras y de momento voy por ese camino. A mí me dolería dejarlo por circunstancias que no fuesen físicas. Anímicamente, la piedra siempre me va a decir algo para intentar levantarla y yo voy a ir reduciendo el peso para seguir levantándola, porque es mi vida. Pero si un día voy a una revisión médica y me dicen que la deje porque me perjudica, lo haré desde el primer momento. De hecho, fui a renovar el carnet de conducir y me dijeron que tenía la tensión baja un poco alta. Me he hecho unos análisis y estoy bien, pero el médico me dijo que esa tensión, a la larga, me puede ir cansando un poco y me recomendó que corrigiera unas pautas alimenticias. Soy consciente de que con la edad, tengo 54 años, hay que mirarse el físico. Pero creo que todavía puedo ofrecer cosas en las plazas y no solamente levantar, sino explicar y contar una historia de cuarenta años levantando piedras, porque, en este momento, soy el levantador de más edad que está por las plazas.

¿Con qué forzudo le habría gustado cruzar una apuesta de levantamiento de piedra?

Me medí con un forzudo cuando en el año 1988 levanté las piedras de Aritza, que era un levantador del siglo XIX. Aquello fue una especie de saludo a él.

¿Qué es más importante en una izada, la fuerza o la técnica?

Lo más importante es tener de todo, porque, aun así, te faltan cosas.

¿Alguna vez se ha visto envuelto en una pelea?

No. Por acto reflejo, el perro que más ladra es el pequeñito.

¿Qué régimen alimenticio lleva para mantener un cuerpo propio de Sansón?

A lo mejor no debería decirlo, pero cuando logré los récords, hacía las cosas mal. No me alimentaba como lo hace un deportista y levantaba piedras grandes, y estaba fuerte, barrigón; no daba la imagen de un forzudo. Después decidí que había que entrenar y hacer las cosas propias de un deportista, y entonces es cuando dejé de levantar piedras grandes.

¿Sigue entrenando para mantenerse en forma?

Sí, y después del último reconocimiento, estoy cumpliendo un mandato médico. Así que llego a casa roto de trabajar en el caserío, me pongo el chándal y hago media hora de ejercicio suave. Eso me cura. Además, a las noches me voy a Lekunberri a la sauna y el yacuzzi, y allí me tumbo a la bartola a gusto. Después vuelvo a casa y me tomo una botella de sidra, un poco de vino con el queso y un traguito de whisky. Con 40 años empecé a disfrutar del vino. Sin pasarse, echar un trago de txakoli es una delicia cuando has estado trabajando en un día de calor. Hay que disfrutar de esos pequeños placeres de la vida, porque hay etapas en las que parece que todos queremos hacer algo grande, pero luego valoras lo importante que es tomarte un café charlando con el camarero.

«Tan pronto llevo traje para la televisión, como chándal para levantar piedras o hacer una escultura»

¿A qué otras actividades dedica su tiempo en una jornada habitual?

Tengo la suerte de hacer pequeñas cositas en ambientes distintos. De repente estoy con traje y corbata rodando en televisión haciendo de empresario, al rato estoy en chándal para levantar una piedra, después estoy en el caserío trabajando con los terneros y luego manchado de cemento haciendo una escultura.

Poeta y bertsolari. ¿Al final resulta que el músculo más grande de Iñaki Perurena es su corazón?

Todos somos un poco poetas y bertsolaris, y más a unas determinadas horas. Últimamente soy cada vez menos bertsolari, porque mi hijo también tiene afición al bertso y me hace callar. Cuando ya estaba batiendo los récords con veinte años, creí que era interesante sacar a relucir mi gusto por el bertso y la poesía, porque no solo soy un forzudo que levanta piedras.

(Idoia ZABALETA)
(Idoia ZABALETA I FOKU)

De harrijasotzaile a actor de televisión. ¿Cómo fue ese paso?

A medida que fui rompiendo récords, llegaron las entrevistas y no respondía con monosílabos a las preguntas, lo que llamó la atención. A raíz de eso me comentaron que en televisión querían hacer unos recorridos de Euskal Herria para una familia que sale con el coche y querían que hiciera las presentaciones en euskara. Aquello fue bien y después me propusieron un concurso para ETB y más tarde un programa para niños. Después de todo eso, los de Pausoka pensaron en meter una persona que no fuera actor en la serie 'Goenkale' y me lo plantearon. Yo probé y ya llevo quince años. Mi trabajo en 'Goenkale' es esporádico y por eso disfruto mucho de él. Es como una fiesta, porque ya conozco el terreno y he buscado la fórmula para aprenderme los guiones. Aunque esté mal decirlo, la mayoría los he aprendido llevando ganado en el camión.

Además es un apasionado de la historia. ¿Cuál le parece que es la pedrada más grande que ha sufrido el pueblo vasco a lo largo de su pasado?

Hay un curioso debate sobre el origen del euskara, como si no hubiera podido nacer aquí. ¿Por qué no puede haber nacido aquí, como en otros sitios han nacido otras lenguas? ¿Por qué no va a ser de aquí? Yo creo que nació aquí porque hay palabras del euskara de una sola sílaba que al oído suenan parecido, pero que tienen significados totalmente distintos. Pro ejemplo, ortz, ertz, artz. Y luego está la cuestión de cómo se ha intentado minorizarlo, ignorarlo, dejarlo en la despensa.

¿Siente admiración por alguna personas de nuestra historia?

Me ha impresionado la historia del mariscal Pedro de Navarra, porque no sabes cómo vas a actuar cuando te llevan al límite y él se mantuvo firme cuando se vio en esa circunstancia. Esa fuerza interior me impresiona y la admiro, porque yo posiblemente no la tenga. Tuve una vivencia muy especial en Simancas, el lugar donde estuvo encarcelado y murió el mariscal. Fui a ese lugar un día con una niebla muy cerrada y creo que tuve una conversación de tú a tú. Yo quería hacer la prueba de las 1.700 alzadas y necesitaba una fuerza especial. Y salí de Simancas con el convencimiento de que lo iba a hacer. Estuve durante nueve horas y diez minutos levantando una piedra de cien kilos. Esa piedra había estado en el furgón durante muchas actuaciones y aquella noche, después de hacer la prueba, cuando volví a casa, en un frenazo la piedra se cayó y se partió en dos. Yo entendí que aquello era una especie de señal de que ya me valía y de que no hiciera más intentos de récord, y así ha ocurrido. He seguido levantando piedras, pero de otra manera, cambiando el chip.

¿Por qué le interesa tanto nuestra historia?

Hubo un momento en el que lo estaba pasando mal y pensé: ¿En esta bendita Navarra no habrá habido una persona de verdad? Y entonces encontré la historia del mariscal. No es que tenga pasión por el pasado, pero decidí indagar un poco en nuestra historia y de alguna manera he tratado de sacar mis conclusiones.

¿A dos años del Quinto Centenario de la Conquista, cómo cree que debería afrontarse esa cita tan especial?

A través de mi amigo Gaizka Aranguren entré en un mundo que me apasionó en aquel momento. Creía que iba a haber una explosión con la nacimiento de Nabarralde y es muy interesante lo que se hace, pero luego no sé hasta qué punto se ha dado esa explosión. Ojalá que el centenario nos sirva para reflexionar, porque la mejor herramienta que tenemos es que nos uniésemos, pero cada uno vamos por nuestro lado. De todos modos, el centenario será un buen momento para poner en primera fila a hombres como el mariscal, para sacarlo de ese olvido que es imperdonable. Tenemos calles dedicadas a personajillos y el auténtico héroe navarro no tiene ese reconocimiento.