1977/2024 , 25 de Octubre

Artefaktua

Testimonio al hilo del juicio a las 'Once de Basauri': «El médico nos denunció a la Policía»

Reproducimos a continuación el testimonio de la madre de Paquita Barriocanal, fallecida tras practicársele un aborto clandestino. Fue publicada en 'Egin' el 25 de octubre de 1979, un día antes de la fecha señalada para el juicio a las 'Once de Basauri', que fue finalmente aplazado.

Extracto de la edición de 'Egin' en la que se publicó el testimonio.
Extracto de la edición de 'Egin' en la que se publicó el testimonio. (EGIN)

«Un día Paquita me dijo que iba a visitar a unos parientes de Lequeitio, vi cómo recogía unas monedas antiguas que teníamos en casa antes de salir y se fue. No le di importancia, pero esas monedas nunca han aparecido y ahora sé que las utilizó para pagar el aborto. Me dijo lo de Lequeitio para que no me preocupara si no volvía esa noche o a la mañana siguiente. La realidad es que fue a Baracaldo para que una señora que trabajaba en el pabellón de ginecología del Hospital de Basurto le practicara el aborto. A los tres días de marcharse me llamó desde Baracaldo y me dijo que no se encontraba bien, que estaba algo enferma, pero que no me preocupara. Yo le pregunté si no quería que fuera a recogerla, pero me contestó que no, que no me preocupara porque enseguida volvería a casa.

A los doce días me volvió a llamar y me dijo que estaba muy mal y que fuera a buscarla. La encontré muy mal y la ingresé en la clínica de la Virgen Blanca de Bilbao, donde el médico que la atendió, el doctor García de la Fuente, denunció a la Policía que mi hija había abortado. El trato que nos dispensó fue inhumano. A mí me insultó y me echó en cara cómo se podían hacer esas cosas. Yo le repliqué que no sabía nada y que lo que quería es que curaran a mi hija.

Esta todavía no había expulsado el feto y esto le había provocado una fuerte infección que se propagó por todo el organismo. Tuvieron que practicarle dos operaciones que me costaron ochenta mil y sesenta mil pesetas.

De la clínica de la Virgen Blanca le trasladaron a la del doctor San Sebastián para poderle someter a unas sesiones de hemodiálisis. La actitud de los médicos de este centro fue muy buena, pero desde el primer momento me dijeron que no había nada que hacer por Paquita y que iba a morir.

El total de los gastos ascendieron a seiscientas mil pesetas. A los treinta y dos días, entre terribles dolores y despidiendo un olor apestoso, murió por una infección generalizada en todo el cuerpo. En todo este tiempo Paquita se mantuvo consciente y se daba cuenta perfectamente de que iba a morir. Desde que había sido denunciada por el doctor García de La Fuente, y mientras ella iba muriendo, dos policías permanecían en la habitación día y noche. Mi hija me preguntaba por qué estaban allí, yo le contestaba que buscaban a unos de ETA.

Cuando murió trasladamos el cadáver a casa, pero se presentó la Guardia Civil con una orden del juzgado para trasladar su cuerpo al depósito del Hospital de Basurto, desde donde más tarde sería conducido a la iglesia para sus funerales. Mi hija abortó, según me confesó, por miedo a la familia y a la sociedad.

Soy partidaria del aborto siempre que este se haga en buenas condiciones sanitarias para la madre, porque mi hija no ha sido el único caso. Recuerdo que un año antes de su muerte una mujer de 23 años que vivía en la casa de enfrente con dos hijos pequeños, el menor de un año, me pidió dinero, al igual que a otras vecinas, para ir a abortar porque estaba desesperada y en su situación económica no podía tener otro hijo. Yo se lo negué porque sabía que iba abortar aquí en condiciones precarias y le aconsejé que se fuera al extranjero. Pocos días después me enteré de que había muerto mientras le practicaban el aborto».