1977/2024 , 28 de Octubre

Iñaki  Iriondo
Cronista político

El PSOE gana con mayoría abrumadora las elecciones a Cortes «Por el cambio»

Con el lema «Por el cambio» el PSOE, encabezado por Felipe González, ganó las elecciones de 1982 obteniendo mayoría absoluta en el Congreso y en el Senado españoles. Se ha considerado por un lado como el fin de la transición, pero hay quien recuerda que estructuras heredadas de la dictadura siguieron en pie.

Cartel con el que el PSOE y Felipe González arrasaron electoralmente en 1982.
Cartel con el que el PSOE y Felipe González arrasaron electoralmente en 1982. (NAIZ)

Las elecciones a Cortes Generales de 1982 se saldaron con una victoria abrumadora del PSOE, con Felipe González a la cabeza y el lema «Por el cambio». Fue un terremoto. Sumó 10.127.392 votos, el 48,11%, prácticamente el doble que en los comicios de 1979. Logró 202 escaños. En esas elecciones se rompió totalmente el mapa electoral anterior, en el que la pugna se había dado con la UCD de Adolfo Suarez. El partido en el gobierno se escindió y saltó hecho pedazos, quedando UCD con 11 diputados y el CDS con 2. La derecha se reconstruyó en torno a AP, que subió hasta los 5,5 millones de votos y 107 escaños. El PCE se quejó de haber sufrido el voto útil y quedó reducido a 4 diputados.

En Hego Euskal Herria, el PSOE también obtuvo unos resultados históricos. Ganó las elecciones con 459.395 votos, lo que supuso duplicar prácticamente los resultados anteriores. Superó al PNV, que obtuvo 397.174 en Hegoalde, aunque los jeltzales mantuvieron el primer lugar en la CAV. Las derechas sumadas de AP, UCD y UPV llegaron a las  246.289 papeletas. Herri Batasuna alcanzó 210.585 apoyos, lo que era en torno a un 20% más que en los últimos comicios celebrados, mientras que Euskadiko Ezkerra obtuvo 100.443.

Esto se tradujo en 11 escaños para el PSOE, 8 para el PNV, 4 para las derechas españolas, 2 de Herri Batasuna y 1 de Euskadiko Ezkerra.

A la vista de cómo discurrió después la evolución de cada partido, llama la atención que el líder de EE, Mario Onaindia, definiera la victoria electoral del PSOE como «la rebelión de los maquetos». No se puede olvidar que Mario Onaindia llegó con el tiempo a ser senador del PSOE y presidente del PSE-EE de Araba hasta su muerte. Desde HB, el histórico Jon Idigoras afirmó que los ganadores deben encargarse de no decepcionar. «Solo de ellos depende demostrar la voluntad de cambio. Si demuestra esa voluntad no tendrá como enemigo a HB». Tampoco estuvo el zornotzarra acertado para leer el futuro.

Luces y cloacas tenebrosas

La llegada del PSOE al Gobierno se ha definido como el final del proceso de transición tras el franquismo, puesto que accedían a puestos de poder institucional cientos de personas que provenían de la oposición a la dictadura y de estructuras definidas como de izquierdas. Siendo esto así, también hubo quién no perdió de vista que los «vencedores del 36» seguían ocupando espacios privilegiados en otros poderes como la banca, las grandes empresas, los tribunales y hasta el ejército, que acaba de protagonizar un episodio golpista apenas año y medio antes.

En la primera legislatura, el entonces vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, aseguró que cuando el PSOE dejara la Moncloa «a España no la va a conocer ni la madre que la parió». Evidentemente, los mandatos del PSOE supusieron un proceso de «modernización» de las políticas públicas, aunque no puede decirse que supusiera «una transformación socialista».

Por lo visto, en el Estado español hay rémoras muy poderosas que siempre acaban retardando muchas de las promesas electorales con las que se llega al Ejecutivo. Pero es difícil definir cuánto de esa modernización se debe a la acción del Gobierno y cuánto a la mera evolución de la historia. Por ejemplo, el primer Gobierno de Felipe González estaba compuesto por él mismo y otros 16 hombres. No hubo ninguna mujer hasta 1989, cuando llegaron dos al Consejo de Ministros. Eso hoy sería impensable.

No se puede ocultar que en la cara de la moneda, el PSOE extendió derechos y libertades, cambió la política educativa, avanzó en el llamado «Estado de las Autonomías» y se puede decir que contribuyó a una cierta culminación del Estado del Bienestar. Pero en la cruz es preciso recordar el coste social que tuvo la reconversión industrial, que llevó al partido a la ruptura con UGT y la huelga general del 14 de diciembre de 1988, y el paso del lema «OTAN, de entrada no» a defender y celebrar la integración en la Alianza Atlántica.

Visto desde Euskal Herria, queda el terrible recuerdo de las redadas de detenidos con pelágicas, las torturas, la teorización y plasmación de la represión más salvaje a través del llamado Plan ZEN (Zona Especial Norte) y el uso del terrorismo de Estado con la creación de los GAL.

Caída y reaparición en consejos de administración

El 28 de octubre de 1997, el Tribunal Supremo condenó a 38 años de cárcel a ocho acusados por financiación ilegal del PSOE en el llamado 'caso Filesa'. Felipe González había perdido las elecciones en 1996 entre otras cosas por el cúmulo de casos de corrupción que le acechaban, algunos verdaderamente bochornosos. Además, medios de la derecha decidieron explotar las vengativas investigaciones del juez Baltasar Garzón sobre los GAL, no por aprecio a los derechos humanos sino de forma instrumental.

Fuera ya del Gobierno y relevado al frente del PSOE, Felipe González estuvo un tiempo en un discreto segundo plano, hasta que en 2007 empezó a acumular presidencias de fundaciones institucionales. En 2010 entró en Consejo de Administración de Gas Natural Fenosa, que dejó en 2015 porque «se aburría» y lo hizo después de haber cobrado 127.000 euros anuales y vender sus acciones por 43.365 euros. Todavía mantiene acciones en Boluda Towage SL, líder mundial en servicios marítimos, que presta servicios de remolque en los principales puertos del mundo. Y es dueño de Tagua Capital SL, una entidad de capital riesgo para impulsar teóricamente empresas innovadoras y en cuyos inicios participó, entre otros, Ignacio López Gandásegui, presidente de la aeronáutica Aernnova.

Felipe González se ha mostrado contrario a las energías renovables y favorable a la energía nuclear. Se opone a las políticas del Gobierno de Pedro Sánchez en esta materia. Bueno, en realidad, en esta y en todas las materias, convirtiéndose en un auténtico opositor a su propio partido. En las últimas elecciones de 2023, aunque votó al PSOE, dijo que le costó y añadió sentirse huérfano dentro de su partido «como muchos españoles». Aseguró que «me costó votar al PSOE; los cimientos democráticos llevan tiempo siendo atacados».