«Yo he querido que los ciudadanos españoles supieran y tengan muy claro que el Gobierno y yo personalmente he autorizado personalmente contactos con el entorno del Movimiento Vasco... de Liberación. Lo he autorizado personalmente y quiero que los españoles lo sepan». La frase del presidente del Gobierno, José María Aznar, pronunciada el 3 de noviembre de 1998, y que exigió que la tuviera que explicar el portavoz del Ejecutivo, supone todo un hito.
Como dijo tiempo después su antecesor en la Moncloa, Felipe González, todos los gobiernos españoles que han existido mientras ETA estaba en activo han intentado negociar con la organización armada. Pero fue José María Aznar, que el 19 de abril de 1995, antes de llegar al poder sufrió un atentado del que se salvó por el blindaje de su coche, el primero en hablar de «entorno del Movimiento Vasco... de Liberación», con esa pausa que no se sabe si es «dramática» o simplemente torpe.
Aquella orden sirvió para abrir primero contactos directos con Herri Batasuna en un punto aislado de Burgos, y después una negociación en Suiza del Gobierno con la dirección de ETA. Luego le ha perseguido cada vez que ha criticado a otros por tomar medidas como las que él mismo ordenó, como traslados de presos políticos, o por hacer críticas exageradas a sus sucesores, siguiendo incluso la línea de que ETA sigue existiendo tras haber anunciado su disolución, y afirmando que hoy está aún más fuerte que nunca.
«El Estado hablará con el MLNV» titulaba con gran tipografía el diario 'Euskadi Información' en su número 101. Aquel y otros titulares de la época tuvieron algo de justicia poética después de la fanfarronada de José María Aznar tras cerrar 'Egin' el 15 de julio. «Acaso pensaban que no nos íbamos a atrever», dijo el presidente del Gobierno español desde Turquía dando muestras de cómo funcionaba la separación de poderes en el Estado. Se atrevieron y no les sirvió de nada. Ahí estaba 'Euskadi Información' como una victoria cada mañana y en cada quiosco.
ETA había decretado un alto el fuego en septiembre y fuerzas abertzales y democráticas habían firmado el Acuerdo de Lizarra-Garazi. El anuncio de José María Aznar fue breve y esquivo. Lo tuvo que explicar el portavoz del Gobierno, Josep Piqué, que precisó que se pretendía dar «un nuevo impulso hacia la consolidación definitiva del fin de la violencia».
El anunció fue en general bien recibido por todo el arco político, aunque el PSOE se quejó de que el Gobierno del PP no hubiera recabado su opinión. Herri Batasuna, por su parte, reclamó al Ejecutivo español que actuara con seriedad y claridad, y le instó a no propiciar «escenarios de confusión» con su maniobra.
Explicaciones junto a Yasser Arafat
Al día siguiente de su primer anuncio, José María Aznar dio una rueda de prensa en Madrid junto al líder palestino Yasser Arafat, y en esa compañía aseguró que la «transparencia, el consenso y la coherencia» guiarán los pasos de su Gobierno «para llegar a una situación que consolide la paz» en sus anuncios con el MLNV. También garantizó que las decisiones que tomase «serían conocidas por los ciudadanos».
Un Aznar que hora se antoja desconocido manifestó que «la sociedad española deseaba fervientemente que el Gobierno diese un paso amparado en la razón de los hechos y de las urnas habiendo hablado los ciudadanos vascos, y por eso he lanzado este mensaje».
En opinión de 'Abc', «el éxito electoral» del PP y de Euskal Herritarrok en las elecciones habían resultado «claves» en la decisión gubernamental. La izquierda abertzale pasó de 160.147 votos en las autonómicas de 1994 a 224.001 en 1998. Y el PP creció de 146.960 a 251.743.
Reuniones con HB y ETA
José María Aznar no quiso avanzar el nivel de representación de los contactos que había autorizado. Pidió a los medios «discreción y comprensión» y que «no nos pidan que transmitamos ni radiemos cosas que no podemos; yo no sé cuál es la voluntad del entorno al cual hemos lanzado ese mensaje».
Pero con el tiempo se conoció que el 11 de diciembre de 1998, delegaciones del Gobierno y de Herri Batasuna se reunieron en la pequeña localidad burgalesa de Juarros, en una especie de casa rural, con todas las medidas de confidencialidad que se pueden imaginar, y a donde llegaron dirigidos/escoltados por un vehículo policial que les recogió en un peaje de autopista.
Por parte de la izquierda abertzale acudieron Arnaldo Otegi, Rafa Díez, Iñigo Iruin y Pernando Barrena. Sus interlocutores no conformaban estrictamente una delegación del PP, sino algo aún de mayor nivel: una «troika» experta designada por el presidente español, José María Aznar. Los tres enviados eran el sociólogo Pedro Arriola, gurú demoscópico; Ricardo Martí Fluxá, a la sazón número dos del Ministerio del Interior que dirigía Jaime Mayor Oreja; y Javier Zarzalejos, secretario general de la Presidencia del Gobierno.
Hasta que en su momento fue dada a conocer por GARA, esta reunión se mantuvo en secreto incluso después de que ya se hubiera hecho público que la misma delegación del Gobierno español se había reunido el 19 de mayo de 1999 en Zurich con una representación de la dirección de ETA formada por Mikel 'Antza' y Belén González Peñalba, con la mediación del obispo Juan María Uriarte.
Luego, aquella oportunidad se rompió, y José María Aznar, que había dicho cosas increíbles y había acercado a decenas de presos –por lo que él mismo pondría ahora mismo el grito en el cielo– retomó la senda represiva del «todo es ETA», hasta los atentados del 11 de marzo de 2004 que sacaron al PP de la Moncloa mientras seguía difundiendo mentiras.