«Hablar con Marino [Lejarreta] supone un lujo, no tanto por la apretada agenda que soporta estos últimos meses como por la posibilidad que ofrece de adentrarse en el interior de uno de los deportistas con más carisma de toda Euskal Herria», reconocía el periodista Iñaki Telleria, autor de la entrevista que 'Egin' publicó el domingo 8 de noviembre de 1992.
Ilustraba la página, con la que se abría la sección de Kirolak de ese día, una fotografía de Javier Gallego, en la que se veía al «Junco de Berriz» subido a la bicicleta, antes de la salida de la carrera popular que se disputó en su honor. Lejarreta aparecía en primer plano, «escoltado por los mejores profesionales vascos. No faltaron los Indurain, Etxabe, Gorospe, Unzaga Arsenio González y compañía», se podía leer en el pie de foto.
«No le gusta mucho hablar de sí mismo, pero está muy lejos de esa introversión que le han cargado sobre su maltrecha espalda –escribe el autor de la entrevista–. Su claridad nos permite ir al grano sin rodeos y así le preguntamos por lo que ahora más interesa a los aficionados sobre su persona. Se trata de averiguar de qué forma va a seguir vinculado al ciclismo».
No debía tenerlo muy claro, aunque Lejarreta sí daba algunos datos: «Se han hecho muchas especulaciones con esto, pero si algo sé es que no quiero ser director de equipo. Los tiros no van por ahí», contestaba. Tampoco, apuntaba, quería ser manager deportivo. Pero la vida da muchas vueltas.
A sus 35 años, se sentía «prematuramente jubilado», aunque ya se veía que en el futuro no iba a estar quieto. Eso sí, en el cuestionario de preguntas cortas dejaba entrever que se estaba pensando qué hacer: «¿Un hobby?», le preguntaban, y respondía; «Todavía no he tenido tiempo para saber cuál es». Y ante «¿cuándo te casas?», respondía: «No lo sé, no me lo he planteado todavía».