Rosa Rodero recibió un duro golpe el 22 de noviembre de 1993. Con toda seguridad, el más duro de su vida, al conocer que su marido, el sargento mayor de la Ertzaintza Joseba Goikoetxea, había muerto a tiros a manos de ETA.

Desde su condición de víctima, Rodero ha tenido un comportamiento destacado en la búsqueda de palabras y mensajes que pudieran vislumbrar un país en paz. Se negó a quedarse anclada en la desesperanza.

En la medida en que se fueron dando pasos positivos, su voz fue dejando de ser anecdótica para representar cada vez más el anhelo de amplias capas de la sociedad vasca.

Durante estos años, nuestro medios han tenido la ocasión de recoger sus palabras de primera mano. Así, en mayo de 2015, después de que en el Congreso de los Diputados español se vetara un acto por la paz en Euskal Herria, Rodero manifestó en una entrevista a GARA: «Esto se va a terminar y tenemos que escribirlo bien, sin páginas a medias».

El acto había tenido el aval unánime de la Mesa del Congreso meses antes, pero las presiones de la AVT y de Dignidad y Justicia llevaron a PP y PSOE a solicitar al órgano rector de la Cámara Baja que reconsiderase la decisión. La iniciativa se tuvo que celebrar finalmente en otro lugar de Madrid.