Araba «ha sufrido un daño irreparable en su patrimonio», ha resumido el letrado de Diputación durante la presentación de los informes finales de las partes en la última sesión del juicio por la supuesta falsificación de los grafitos del yacimiento de Iruña-Veleia.
La Fiscalía pide cinco años y medio para Gil como autor de un delito continuado sobre el patrimonio histórico y otro de estafa en concurso con el delito de falsedad en documento privado, con la alternativa de que el exdirector del yacimiento pueda ser considerado autor de esos delitos por omisión.
La Diputación de Araba se ha sumado a esta alternativa introducida por la Fiscalía, pero ha mantenido su solicitud de cárcel para Gil que asciende a siete años y medio.
Durante su exposición, el fiscal ha estimado que ha quedado probada la falsificación de 291 piezas en este yacimiento romano en base al «contundente» informe elaborado por el geólogo del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), que en su testimonio en el juicio habló de «burdas» falsificaciones y aseguró que se localizaron restos de acero común e incluso inoxidable en los surcos de los grafitos.
Ha puesto en valor también la declaración de los arqueólogos que trabajaron en el yacimiento en el momento en que aparecieron los supuestos grafitos excepcionales y que de forma «muy tajante» aseguraron que nunca vieron piezas grafitadas en el momento de salir de la tierra y que todos ellos aparecían tras el lavado de las piezas.
El fiscal ha mantenido su tesis inicial de que Gil es el autor de esos grafitos falsos, pero ha indicado también que en este caso es «independiente" que él mismo los hiciera o que encargara a otros la falsificación.
Las dos acusaciones han echado por tierra la capacitación y los informes elaborados por el otro procesado en la causa, Rubén Cerdán, para acreditar la autenticidad de los grafitos, que han calificado de «pura literatura». El Ministerio Público pide dos años y medio de cárcel para este por estafa, y la Diputación tres años y nueve meses.
Las defensas piden la absolución
La defensa de Eliseo Gil, quien pide la absolución de su cliente, ha calificado de «cuento infantil» la acusación, y ha recordado que el objetivo de esta excavación no era el de encontrar grafitos y que por lo tanto Gil no tenía presión en ese sentido por parte de la empresa que subvencionaba el proyecto, Euskotren. «Por lo tanto, ¿cuál es el móvil para falsificar?», se ha preguntado.
«No hay móvil, ni un mínimo indicio, es totalmente absurdo pensar que Gil se ponga a falsificar. ¿A quién se le puede ocurrir falsificar 291 piezas?», ha añadido.
Ha censurado los testimonios «malintencionados» de arqueólogos que han declarado en el juicio y que ahora han «intentado sembrar dudas» cuando entonces ninguno se quejó ante la Diputación de Araba, propietaria del yacimiento.
Ha remarcado que existe debate científico sobre estos grafitos, con informes tanto a favor como en contra de su autenticidad, y ha censurado que se impute ahora a Gil una comisión por omisión, preguntándose cuántos profesores e investigadores tendrían que estar entonces sentados en el banquillo de los acusados. Ha considerado que la Fiscalía pretende así «eludir que no se ha podido acreditar que Gil es el autor de las falsificaciones».
Asimismo, ha criticado que hayan transcurrido más de diez años desde que terminó la instrucción.
La abogada de Cerdán, que reclama su absolución, ha censurado la «penuria» de los elementos probatorios en su contra y la «mala fe» observada. Ha recalcado que Cerdán es físico por la universidad de Tel Aviv, que ha llevado a cabo los informes que se le pidieron y que las acusaciones no han probado que no sea así.
Gil: «Sufrir infinitamente»
En su turno de última palabra, Eliseo Gil, ha declarado que al inicio del juicio entró en la sala «con dos convicciones de la mayor firmeza; la primera mi inocencia y la segunda mi confianza en la Justicia. Con esas dos convicciones totalmente presentes salgo también de esta sala».
Gil ha reconocido que este juicio le ha supuesto «sufrir infinitamente» y que en él ha visto cómo se presentaba una parte importante de su vida profesional y de su vida en general como una «burda caricatura de lo que fue».
Rubén Cerdán no ha querido añadir nada más a lo expuesto por su abogada. El juicio ha quedado visto para sentencia.