Me acaba de llegar al móvil una de esas noticias que rulan por internet titulada “La trama PPopular, Km 0 de la corrupción” ilustrada con fotos a todo color de los personajes implicados, que empieza por el mismísimo Feijóo que se ha enriquecido notoriamente desde que fue nombrado sustituto de Casado al frente del partido. Continúa con su esposa, cuya inmobiliaria ha experimentado un incremento de sus beneficios de un 47%, fruto, sin duda, de su brillante gestión, y que recibió fondos Next Generation bajo sospecha. Sigue en el ranking su hermana, que se hizo con 1,6 millones de la Xunta por el conocido método de trocear en 124 partes los contratos para adjudicarlos a dedo sin licitación. También ha sido muy beneficiada Eulen, empresa para la que trabaja: 1.300 contratos a dedo por valor de 4,8 millones de euros con el gobierno de su hermano. El marido de esta recibió 200.000 de euros a dedo y 19,2 millones por contratos con la Xunta con su cuñadísimo de presidente. Hasta su amiguito del alma, el narco Marcial Dorado, fue favorecido por adjudicaciones públicas, y su esposa, apellidada casualmente Fariña, también es beneficiaria. Dicho resumidamente: que, si Feijóo se mira al espejo y a su alrededor, comprobará que está rodeado de un penetrante tufo a corrupción propia, de su familia y hasta de sus amigotes.

Pero en el PP de lo suyo no se enteran, y se dedican a rastrear periódicos y transcribir testimonios anónimos para llenar folios para utilizar las querellas criminales como arma política, a la espera de que les toque en suerte algún despeinado que les dé bola y, así, tapar las vergüenzas propias aireando las ajenas, que también las hay. Y que nadie se atreva a toserles. Es el caso de Mertxe Aizpurua, que les ha cantado las cuarenta recordándoles que están penados por ser una organización criminal, y que tienen en sus filas a condenados por corrupción o directamente por robar. Y ahora se sienten amenazados porque les ha leído los artículos de la Ley de Partidos que ellos quieren imponer a los demás.