La coincidencia de crisis políticas en Francia y Alemania es una de esas sincronizaciones que podrían parecer casuales, pero que tienen bastante de causal. El mundo entero está en transición, con todos los actores recolocándose y donde se producen paradojas como que hoy sea China la potencia que tiene más interés en el comercio sin aranceles, mientras que EEUU está contra el librecambismo. El principal problema de Europa es que su papel en la nueva era es tan incierto como poco halagüeño.El viejo continente no sabe dónde colocarse en un esquema que se reconfigura y tiene todas las preguntas sin resolver. ¿Debería Europa seguir subordinada a EEUU? ¿Qué debe hacer Berlín y París ante el tenebroso eje que ya se divisa entre Vladímir Putin y Donald Trump? ¿Es China un enemigo sistémico para Occidente, como dejó sentado la OTAN en su última cumbre de Madrid, o debería Europa mirar hacia Asia con sus propios ojos? ¿Cuándo Europa habla de su «autonomía», qué está dispuesta a sacrificar para conseguirla?Las preguntas fundamentales que Europa respondió sobre sí misma y el mundo tras la Segunda Guerra Mundial han cambiado radicalmente. Pero también ha cambiado quién es el sujeto que las debe responder. La Unión Europea se configuró a finales de los 80 bajo la creencia de que la hegemonía demográfica estaría siempre dentro del espectro político entre la socialdemocracia y la derecha democrática. Y eso ha quedado ya desmentido.Emmanuel Macron necesita hacer una apuesta, sea hacia la izquierda o hacia la derecha. Olaf Scholz debía haber tomado una decisión nítida, en vez de intentar volver al consenso entre posturas radicalmente diferentes, que en vez de ser una síntesis política se convierte en parálisis. Y lo mismo que le ocurre a Francia y Alemania vale para el conjunto de Europa. La UE necesita decantarse y actuar con determinación, afrontar los interrogantes que le esperan al doblar la esquina y hacer una apuesta sobre su papel en el mundo. Las apuestas a veces se pierden, pero en este momento no jugar es sumirse en la muerte lenta.