Como la mayoría de hombres de más de 50 años, Abdullah habla castellano. Es el guarda del cementerio de Alhucemas. Del cementerio cristiano se encarga él. Del musulmán no. Limpia los nichos, quita la mala hierba que crece por doquier. «Ahora no hay nadie. Me paso el día cuidando las tumbas. Hay algunas rotas del todo y la familia no sabe que está rota. En muchos no ha venido nadie a visitarlos, se fueron y ya está. La mayoría murió hace mucho tiempo».
Hay algunos que no quisieron marcharse cuando España abandonó la región. Decidieron quedarse aquí y seguir con sus negocios como si no hubiera pasado nada. Hasta hace poco, el café más famoso de la ciudad era regentada por españoles. «En verano viene gente a visitar a sus muertos. Se encuentran las tumbas limpias. La mayoría son familias de los militares que murieron, dejan flores que al día siguiente ya han enfermado por el viento del mar. No vienen muchos civiles. Sólo tú. ¿Dónde está tu familiar?»