Andoni Lubaki

No es Schindler

Abu Sujaa no tiene muchos muebles en casa. Dice que antes tenía mejor pinta la casa y se excusa por ello. Da el té de rigor (hirviendo y azucarado). Se sienta frente a la ventana y fuma sin parar, con la mirada perdida. «He visto el infierno. Está cerca de aquí» asegura sin mirar a los ojos. «Lo veo casi a diario sin estar en el propio infierno. En cada una de las mujeres yazidíes que he rescatado veo ese infierno».

Abu Sujaa era un rico industrial que vivía en Erbil. Rescata a yazidíes de las garras del Estado Islámico. Muchas veces los compra a los propios integrantes del Daesh. El precio varía, pero no dice porqué. Su cara se ha vuelto conocida al otro lado, en eso que el llama «Infierno». Logra pasar de un lado al otro jugándose la vida en cada intento. «En cada viaje ha traído siempre a alguien» asegura Mustafa, hombre que le acompaña. Ya no tiene dinero pero según Mustafa «se siente el más rico de todos los hombres. Ha salvado cientos de vidas».

Lo fácil hubiera sido llamarle el Schindler kurdo, pero creo que la comparación no es justa. Schindler provocó con su simpatía y camaradería al partido nazí la aniquilación de los judíos en la segunda guerra mundial, era parte del sistema. Abu Sujaa está fuera, y se mete en el infierno. A Schindler le hubiera gustado ser Abu Sujaa.