Beñat Zarrabeitia

Mario Balotelli, el niño que pintaba su piel de color rosa

 

El nombre de Mario Balotelli está en boca de todos. El delantero italiano anotó los dos tantos que clasificaron a los azzurri ante Alemania en semifinales y se ha consagrado como gran figura mundial. Sin embargo, sus actuaciones dentro y fuera del campo han hecho correr ríos de tinta. Poseedor de un talento futbolístico descomunal, Balotelli se ha prodigado también en actitudes muy poco edificantes.

Capaz de sobresalir de forma notable en un terreno de juego y protagonista de auténticas bufonadas en numerosos ámbitos. No vivió una infancia sencilla, su familia llegó procedente de Ghana a Palermo y pasó por varias ciudades hasta que entregó al pequeño Mario a los Balotelli con apenas dos años. Creció en Brescia, en el seno de una familia adoptiva y rodeado de blancos. Los traumas y su propia negación son parte de su identidad. En su primer club cuentan como salía despavorido cada vez que se repartía un plátano como merienda o su tendencia a dibujarse a si mismo con piel de color rosa.

Provocador, se confesó hincha del Milan mientras jugaba en el Inter, generoso -entregó cerca de 1500 libras a un mendigo y pagó las multas de todos los estudiantes de la Universidad de Manchester por poner dos ejemplos-, talentoso con un balón, patético como cuando tiró dardos a los jugadores de las categorías inferiores del City, se llevó un Ipad al banquillo en un partido de la selección italiana o fue incapaz de ponerse un peto, cariñoso con su familia -le dedicó a su madre adoptiva el doblete ante Alemania- y repugnante al cometer entradas dañinas contra algunos rivales. En Manchester, un programa de radio recibe diariamente numerosas llamadas dando cuenta de su última hazaña. Algo que no hace más que engrandecer su mito y generar un sin fin de leyendas urbanas.

Ahora, tras lograr el título de la Premier con los skyblues, Balotelli quiere conquistar la Eurocopa. Por el camino, un cambio notable, de su inexpresividad a la hora de celebrar los goles, Mario -no recibió el apellido Balotelli hasta los 18 años y tampoco la nacionalidad italiana- ha sacado toda su furia y rabia tanto en la tanda de penaltis ante Inglaterra como al festejar su doblete ante Alemania.

Potencia, talento, fuerza.... ¿sin control? Es Mario Balotelli, para lo bueno -que es mucho- y también para lo malo. En Marakana Txikia, un vídeo que resume algunas de sus mejores y peores actuaciones.