Beñat Zarrabeitia

Sin ser ningún drama, la marcha de Herrera merecería una reflexión en Lezama

 

La inminente salida de Ander Herrera supone un contratiempo para un club que parecía haber centrado sus focos extradeportivos en la renovación de Muniain, una vez que Aymeric Laporte aseguró su continuidad en el Athletic. Meses después del frustrado pase del centrocampista al Manchester United, finalmente el futbolista desembarcará en Old Trafford dejando la nada despreciable –y muy exagerada visto su precio y rendimiento real- cifra de 36 millones de euros en las arcas de Ibaigane.

 

Beñat Zarrabeitia

 

Deportivamente, el Athletic pierde a un jugador importante, titular tanto con Bielsa como con Valverde. Un futbolista talentoso e inteligente, que deja poso pero que de ninguna manera resulta imprescindible. Es más, el club cuenta ya con activos más que suficientes para cubrir dicho empeño. Beñat Etxebarria –que fue internacional con la selección española, en la mejor época del combinado hispano, grupo al que Herrera nunca ha sido citado-, el recuperado Iñigo Ruiz de Galarreta o los jóvenes Ager Aketxe y Unai López son algunos de ellos.

La factoría de Lezama nunca se detiene y en esta ocasión la máxima se repetirá. Ahora bien, el club debe acometer una reflexión sobre su estilo y política de fidelización. Y es que no se trata tanto de localización o captación, que también influye, si no de perfil, actitud y sociología personal. En un tiempo de sobre exposición mediática y acceso global, acertar con ser el referente principal para los jugadores, especialmente los de la cantera es clave. Herrera y Javi Martínez se marchan como vinieron, dejando una importante plusvalía y con ventas muy alejadas de su precio de mercado. El Athletic se cerró en banda a negociar con el caso Llorente, las consecuencias son cuatro jugadores menos, un año tormentoso, 76 millones más en caja, la irrupción de Laporte y un grupo más cohesionado.

El principal golpe fue la marcha del delantero a la Juventus. En cambio, la partida de Amorebieta resultó intrascendente y hasta positiva. Pese a la convulsión, la entidad logró reducir el poder que algunos jugadores pensaban contar respecto al club, amén de poner fin a una forma de negociación desastrosa para el Athletic y satisfactoria para jugadores y su entorno.

Cuatro jugadores con peso durante el primer año de Bielsa, señalados por el entrenador argentino como algunos de “los millonarios prematuros” y que en varios casos contaban con una relación manifiestamente mejorable con el técnico. No es casualidad que en su primera entrevista en años, Luis Bonini señalase en una televisión chilena que lo fundamental para un grupo es que “estén los que quieren estar”.  Por ello, la marcha de Ander Herrera deja otro elemento de interés para el funcionamiento del Athletic, la renovación ya total de liderazgos en la caseta.

Con varios futbolistas importantes ya en el ocaso de sus carreras, le toca a otro bloque de jugadores formado por Iturraspe, Susaeta, De Marcos, Ibai o San José dar un paso adelante. Todos son del Athletic, lo han sido siempre, y esa es una ventaja con la que cuenta el club. El apego y la referencialidad. Los sueños y ambiciones personales son legítimas, algunos ya vienen rojiblancos de serie, otros se hacen, para otros es un trampolín y hay quien únicamente está de paso. Y el reto está ahí.

Con tres millones de habitantes se pueden hacer grandes cosas, sino que se lo digan a los uruguayos o los eslovenos. Sin embargo, para lograr dichos objetivos de altos vuelos es imprescindible el compromiso. Una empresa de primer orden para un club particular, impulsar nuevas técnicas de fidelización mediante la comunicación y diferenciación. Cuanto más diferente mejor, lo especial atrae. A muchos ya lo hace, pero el Athletic debe de ser pionero en todas las facetas y esta es otra más. Charlas, visitas, conferencias, material audiovisual, llamadas y mensajes de jugadores del primer equipo o mitos del club a los chavales recién ingresados o sesiones de coaching rojiblanco. Ser y querer estar. Convencer mediante la seducción permanente, algo que se intenta pero no parece suficiente en todos los casos.

 

 

Que jugadores del primer equipo salgan por la puerta no es ningún drama, quizá en algunos casos la caseta se haya visto más ventilada, es posible que el rendimiento de alguno de los que no están haya sido sobredimensionado por parte de la prensa, pero el club no debe de estar exento de autocrítica.

Se van porque quieren irse, porque su máxima aspiración estaba fuera de aquí, por lo que sea. Es muy respetable el marcharse, pero para otros –que también han tenido ofertas y muy buenas- lo más importante es jugar en el Athletic. Probablemente porque antes de empezar a darle patadas a un balón ya vestían de rojiblanco en casa y sus referentes estaban en San Mamés. Sin embargo, más allá del purismo, con la llegada de muchos fichajes se ha evidenciado también que el apego y mimetización tardío es posible.

El Athletic comenzará la pretemporada sin Herrera pero con las ilusiones intactas. La previa de la Champions League volverá a centrar toda la atención y el equipo de Valverde volverá a pelear en las tres competiciones. Los jugadores se van, el club sigue. Una símbolo dinámico, que se transforma constantemente para seguir siendo fiel a sus raíces.