Tras forzar una prórroga de tres semanas –hasta el pasado martes– del alto el fuego de 60 días firmado con el Estado libanés el 27 de noviembre de 2024 (sin participación de Hizbulah), Israel ha decidido seguir incumpliendo su parte del acuerdo, la retirada total de los territorios libaneses que ocupó en octubre del año pasado, y mantiene su control de cinco colinas del sur del País de los Cedros.
Tel Aviv aduce que la organización político-militar no se ha retirado al norte del río Litani. Cuando sabe que los desplazados habitantes chiíes de la ribera sur están volviendo a sus casas, y se traen su apoyo mayoritario al Partido de Dios.
Israel sabe también que, pese a que ha descabezado a Hizbullah y ha mermado el 50% de su capacidad militar, sin olvidar que ya no cuenta con la retaguardia de Siria –el nuevo poder en Damasco no le perdona que fuera la guardia de corps del derrocado régimen de los Al-Assad– solo es cuestión de tiempo que la joya de la corona de Irán en Oriente Medio se rearme.
De ahí su denuncia la semana pasada al Ejército libanés de que los vuelos iraníes al aeropuerto de Beirut servirían para suministrar armas a Hizbulah.
La consiguiente movilización del Ejército libanés y de la FINUL para controlar ese supuesto flujo provocó la ira de seguidores del Partido de Dios y a punto estuvo de generar una crisis interna en Líbano, el gran sueño húmedo del sionismo,
Es evidente que las armas a Hizbullah llegan de algún y por algún lugar, como quedó en evidencia con la explosión de un almacén con explosivos en el puerto de Beirut en agosto de 2020 y que estuvo a punto de llevarse por delante la parte antigua de la capital libanesa, además de provocar una grave crisis interna.
Hizbulah, como todo grupo armado, y más siendo un estado dentro de un estado, tiene a sus suministradores.
Pero eso, su rearme, no es lo único que explica que Israel haya dejado el alto el fuego en una suerte de stand bye.
Netanyahu no puede salir de Líbano con tal raquítico y temporal resultado.
Lo mismo puede pasar en Gaza. Retirarse de la Franja con el compromiso de Hamas de que se hace a un lado pero con la convicción de que seguirá siendo un actor incontornable, en lo político o en lo militar, es algo que Israel no puede simplemente aceptar tras sus promesas apocalípticas después del 7-O.
Lo que explica que Netanyahu se aferre al surrealista y criminal plan megaturístico de Trump en una Gaza sin palestinos.