El próximo martes se celebrará la 76º Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York. El 11 de octubre comenzará la Conferencia sobre la Biodiversidad en Kunming (China) y, a partir de noviembre, la conferencia sobre el clima en Glasgow. En vísperas de estas reuniones cruciales en las que la lucha contra la crisis climática será el tema principal, los editores de revistas científico médicas de todo el mundo han hecho un llamamiento para que se tomen «medidas urgentes a fin de mantener el aumento medio de la temperatura mundial por debajo de 1,5º C, detener la destrucción de la naturaleza y proteger la salud».
Como reflejo de la gravedad de la situación, han sido más de 200 revistas de todo el mundo las que se han unido para publicar simultáneamente este editorial, entre las que se encuentran los principales títulos más prestigiosos del planeta como el ‘British Medical Journal’, ‘The Lancet’, el ‘New England Journal of Medicine’, el ‘Africa Oriental Medical Journal’, el ‘Boletín de Ciencias de China’, el ‘Nacional Medical Journal de la India’, el ‘Medical Journal of Australia’.
Según alertan en esta publicación inédita, la salud ya se está viendo perjudicada por el aumento de la temperatura global y la destrucción del mundo natural. Y la ciencia es inequívoca: un aumento global de 1,5° C y la pérdida continuada de biodiversidad suponen un riesgo de daño catastrófico para la salud que, advierten los científicos, será imposible de revertir si no se toman medidas de inmediato.
De hecho, remarcan que a pesar de la necesaria preocupación del mundo por covid-19, «no podemos esperar a que pase la pandemia para reducir rápidamente las emisiones».
Los riesgos para la salud de los aumentos superiores a 1,5ºC están demostrados. En los últimos 20 años, explican los autores del editorial, la mortalidad relacionada con el calor entre las personas mayores de 65 años ha aumentado en más de un 50%. «El aumento de las temperaturas ha traído consigo un incremento de la deshidratación y de la pérdida de la función renal, de las neoplasias dermatológicas, de las infecciones tropicales, de los resultados adversos para la salud mental, de las complicaciones en el embarazo, de las alergias y de la morbilidad y mortalidad cardiovascular y pulmonar», añaden.
Y advierten de que los daños afectan de forma desproporcionada a los más vulnerables, como los niños y niñas, las poblaciones de edad avanzada, las minorías étnicas, las comunidades más pobres y las personas con problemas de salud subyacentes.
Así, subrayan que las consecuencias de la crisis medioambiental recaen de forma desproporcionada en los países y comunidades que menos han contribuido al problema y que menos pueden mitigar los daños. «Sin embargo, ningún país, por muy rico que sea, puede protegerse de estos impactos», añaden.
Por tanto, permitir que las consecuencias recaigan desproporcionadamente sobre los más vulnerables generará más conflictos, inseguridad alimentaria, desplazamientos forzados y enfermedades zoonóticas, con graves consecuencias para todos los países y comunidades. «Como en el caso de la pandemia de covid-19, en el mundo somos tan fuertes como nuestro miembro más débil».
Promesas insuficientes
Las revistas científico médicas recuerdan que muchos gobiernos, instituciones financieras y empresas están estableciendo objetivos para alcanzar las cero emisiones netas en 2030, el coste de las energías renovables está bajando rápidamente y muchos países se han propuesto proteger al menos el 30% de la tierra y los océanos del mundo para ese mismo año.
Todos esos objetivos marcados, señalan los científicos, son insuficientes: «Los objetivos son fáciles de establecer y difíciles de alcanzar. Todavía tienen que ir acompañados de planes creíbles a corto y largo plazo para acelerar las tecnologías más limpias y transformar las sociedades».
A su juicio, la equidad debe estar en el centro de la respuesta mundial y eso significa que la cooperación depende de que las naciones ricas hagan más, remarcan. En particular, señalan que los países que han creado de manera desproporcionada la crisis ambiental deben hacer más para ayudar a los países de ingresos bajos y medianos a construir sociedades más limpias, más saludables y más resilientes.
Sin embargo, la estrategia actual de animar a los mercados a cambiar las tecnologías sucias por las más limpias no es suficiente para alcanzar esos objetivos. «Los gobiernos deben intervenir para apoyar el rediseño de los sistemas de transporte, las ciudades, la producción y distribución de alimentos, los mercados de inversiones financieras, los sistemas de salud y mucho más», explican.
Para ello, se necesita una «coordinación mundial» en aras de garantizar que la carrera por las tecnologías más limpias no se produzca a costa de una mayor destrucción del medio ambiente y de la explotación humana.
Intervención estatal
Muchos gobiernos afrontan la amenaza de la pandemia del covid-19 con una financiación sin precedentes. De acuerdo con los autores del editorial, la crisis medioambiental exige una respuesta de emergencia similar.
Según explican, los países de renta alta deben cumplir y superar su compromiso pendiente de aportar 100.000 millones de dólares al año, compensando cualquier déficit en 2020 y aumentando las contribuciones hasta 2025 y más allá. La financiación debe repartirse a partes iguales entre la mitigación y la adaptación, incluyendo la mejora de la resiliencia de los sistemas sanitarios.
«Pero los cambios no pueden lograrse mediante el retorno a las perjudiciales políticas de austeridad o la continuación de las grandes desigualdades de riqueza y poder dentro de los países y entre ellos», avisan.
La financiación, añaden, debe ser a través de subvenciones en lugar de préstamos, creando capacidades locales y empoderando verdaderamente a las comunidades, y debe venir acompañada de la condonación de grandes deudas que limitan la agenda de tantos países de bajos ingresos. «Hay que reunir fondos adicionales para compensar las pérdidas y daños inevitables causados por las consecuencias de la crisis medioambiental», dicen.
«Como profesionales de la salud, debemos hacer todo lo posible para ayudar en la transición a un mundo sostenible, más justo, resistente y más saludable. Nosotros, como editores de revistas de salud, hacemos un llamado a los gobiernos y otros líderes para que actúen, marcando el 2021 como el año en que el mundo finalmente cambia de rumbo», señala su editorial.