Cobran forma los diseños para vivir en una ciudad autosostenible en Marte
250 días de viaje espacial en microgravedad serán necesarios para ir a vivir en una de las cinco ciudades autosostenibles en Marte, en cuya confección trabaja un equipo de científicos catalanes que proyecta hábitats fuera de la tierra.
Nüwa –en honor a la diosa china creadora de la humanidad y que simboliza el inicio de una nueva era de nuestra civilización en Marte y la protección que debemos asegurarnos en un mundo tan inhóspito– es el nombre de la ciudad capital de este proyecto elegido como uno de los diez modelos más factibles según criterios científicos, técnicos, económicos, arquitectónicos y sociales en un concurso convocado el año pasado y para que el se han presentado 175 modelos de ciudad en el planeta rojo.
El proyecto del equipo internacional ‘The Sustainable Offworld Network’ (SONet) ha sido seleccionado como una de las 10 propuestas finalistas del concurso Mars City State Design Competition de la Mars Society, la organización de promoción del espacio más grande y más influyente del mundo dedicada a la exploración y al diseño de asentamientos humanos en el planeta Marte.
En concreto, el concurso busca desarrollar una ciudad de un millón de habitantes en Marte de forma sostenible, aunque en este caso es una ciudad dividida en cinco espacios o distritos.
El equipo internacional de investigadores que ha diseñado Nüwa lo conforman expertos y académicos del Institut de Ciències del Mar (ICM) de Barcelona el Institut d'Estudis Espacials de Catalunya (IEEC) en el Instituto de Ciencias del Espacio (ICE-CSIC), la Universidad Politécnica de Catalunya (UPC) y el Instituto de Ciencias del Cosmos (ICCUB).
Además, incluye a investigadores británicos, alemanes, estadounidenses y argentinos, liderados por el astrofísico Guillem Anglada, descubridor del exoplaneta Proxima-B.
Capital de la colonia
La propuesta incluye no sólo un diseño urbanístico factible, sino también un plan de desarrollo socioeconómico y descripciones detalladas de la industria, infraestructura, generación y distribución de energía y servicios necesarios para hacerla realidad.
Los proyectos finalistas, seleccionados de entre más de 175 propuestas presentadas, se defenderán públicamente el próximo 17 de octubre en la Mars Society Convention. Cinco propuestas serán finalmente premiadas. La defensa será pública y se podrá seguir vía streaming desde todo el mundo.
Nüwa sería la capital, pero se trata de cinco ciudades y cada una «acogería a unas 200.000 personas y cada una de ellas estaría cerca de los recursos específicos que se pueden explotar», explica la ingeniera Gisela Detrell, miembro del equipo que ha diseñado la ciudad marciana: «Se especula que en el polo norte puede haber más agua y en el ecuador ciertos materiales interesantes».
La ciudad estaría construida en vertical, en la ladera de un acantilado, una idea pensada para proteger a los habitantes en un planeta en el que el nivel de radiación es más elevado que en la Tierra: «También hay que tener en cuenta que la diferencia de presión entre interior y exterior es enorme, por lo que los materiales de construcción tienen que ser robustos».
Todo esto en un planeta cuya gravedad es un tercio de la de la Tierra, un problema que tiene que considerar el diseño de la ciudad y que hará necesarios techos más altos, «porque podremos saltar más y nuestra forma de andar será distinta».
Objetivo: la producción propia
La idea de los científicos es que la ciudad sea completamente autosuficiente y que tanto los materiales que se utilicen en la construcción de las infraestructuras, como el agua y la alimentación, basada en insectos, algas y carne producida 'in vitro', han de producirse en el propio planeta.
«No tenemos que hacer magia», resalta Detrell, que explica que no hay nada de lo propuesto en estas ciudades que no se pueda hacer con las tecnologías con las que ya contamos o están en desarrollo.
La experiencia más parecida a la vida en otro planeta es la de la Estación Espacial Internacional, a apenas 400 kilómetros de la Tierra, donde viven seis astronautas de forma permanente y consiguen reciclar el 90% del agua que utilizan, aunque la comida se envía en su totalidad desde la Tierra.
Por este motivo para esta ciudad marciana se han pensado nuevas formas de alimentación y la introducción de agua en el sistema para que circule como ocurre en la Tierra y poder extraerla de la atmósfera, aunque en un primer momento habría que enviar grandes cantidades de líquido al planeta porque serían necesarias ocho toneladas por persona.
Del mismo modo, para producir oxígeno serían necesarios 100 metros cuadrados de plantas por persona, una cifra muy elevada pero que se aleja muchísimo de los 7.000 metros cuadrados por humano que hay actualmente en la Tierra.
«Hemos pensado en algas que no solo sirvan para producir oxígeno, sino también para reciclar el agua y que nos las podamos comer», explica Detrell.
50 años de construcción
Calculan que se tardarían unos 50 años en construir estas ciudades que en un primer momento serían muy dependientes de la Tierra pero con el paso del tiempo se convertirían en una sociedad completamente independiente y con un gobierno o gestión propios.
La científica apuesta por una ciudad a la gente quiera ir a vivir e imagina que mediante la compra del billete a esta ciudad marciana «te desprendes de todo lo que tienes y a cambio no solo se te garantiza el transporte a otro planeta, sino que también todo lo que vas a necesitar, incluso oxígeno y agua».
«Llegará un momento en el que también en Marte habrá que frenar el crecimiento», apunta, y es que el planeta rojo puede albergar un máximo de 100 millones de personas, un 1,3% de la población actual de la Tierra.
Detrell destaca que «toda investigación que hacemos en el espacio nos ayuda en el día a día en la Tierra».
¿Hacia una sociedad igualitaria?
«La propuesta combina muchas disciplinas de una forma que no se suele hacer en proyectos espaciales. Además de científicos e ingenieros, quisimos incorporar desde el primer momento expertos en otras disciplinas y de fuera del sector académico», explica Guillem Anglada-Escudé, investigador del ICE y coordinador del proyecto.
Desde el ICM, Laia Ribas, una de las coautoras del proyecto, asegura que «esta iniciativa permite crear estudios multidisciplinares para conseguir el desarrollo de actividades humanas en otros planetas. Por lo tanto, hay que evaluar y comprender las alteraciones fisiológicas de los organismos vivos y de las especies criadas en cautividad para el consumo humano en los ecosistemas extraterrestres».
En este sentido, la investigadora añade que «vivir en el planeta Marte implica disponer servicios sociales que van desde hospitales hasta universidades y parques recreativos, lo que nos da la oportunidad de construir una sociedad igualitaria en la que todo el mundo sea importante y donde no exista la desigualdad de género».