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El 86% de los alimentos anunciados como dieta mediterránea no lo son

Una investigación de la Universidad Oberta de Catalunya y la Universitat Pompeu Fabra ha revelado que la publicidad hace uso del concepto ‘mediterráneo’ para anunciar alimentos que, en realidad, carecen de un valor nutricional alto.

Caldos, cremas y comida precocinada en un supermercado de Irun.
Caldos, cremas y comida precocinada en un supermercado de Irun. (Andoni CANELLADA | Argazki Press)

Según ha revelado un estudio conjunto de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC) y la Universitat Pompeu Fabra (UPF), el 86,4% de los productos alimentarios y bebidas anunciados como ‘mediterráneos’ no están incluidos en la dieta con esa denominación y, además, cuentan con un bajo nivel nutricional.

En la investigación, elaborada por la profesora de Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC Mireia Montaña y la profesora del Departamento de Comunicación de la UPF Mònika Jiménez, se analizaron 1.219 anuncios de alimentos de 103 productos y 541 anuncios de bebidas de 109 productos que se emitieron en distintos medios de comunicación del Estado español entre los años 2011 y 2020.

Los resultados de la investigación han concluido que, según su etiqueta en el semáforo NutriScore, solo el 13,59% de los productos anunciados con el reclamo ‘mediterráneo’ tiene un valor nutricional alto, otro 19,42% cuenta con un valor nutricional medio-alto, un 25,27% está calificado con un valor nutricional medio y, por último, el 13,59% de los productos tienen un valor nutricional muy bajo.

¿Publicidad engañosa?

Al analizar las palabras clave más utilizadas en los anuncios, las investigadoras se percataron de que estos productos se vinculan a la dieta mediterránea y han alegado esto crea la «falsa sensación» de que son saludables: «Aunque el uso de la sinécdoque es común en la retórica publicitaria, ciertas formas de discurso pueden tener consecuencias negativas en la salud de los individuos. En este sentido, la inclusión de ‘mediterráneo’ en el campo semántico de la mayoría de los anuncios analizados puede engañar a los consumidores».

Por lo tanto, aunque no sea estrictamente publicidad engañosa, las investigadoras han exigido una revisión de las implicaciones y suposiciones contenidas en la definición de publicidad engañosa que se contempla en el marco regulatorio del Estado español.

«Según la legislación española aplicada a la publicidad, no es estrictamente publicidad engañosa, pero la ley de la publicidad data de los años ochenta y tiene grandes imprecisiones, además de ser muy vaga en determinados aspectos», ha señalado Jiménez.

Asimismo, las investigadoras han descubierto que los productos alimenticios que más recurren al reclamo de ‘mediterráneo’ son el tomate frito y las salsas, seguidos de sopas y comida precocinada.

En cuanto a las bebidas, el 89% de las que lo utilizan son alcohólicas y se trata de una tendencia que crece cada año. «De seis productos alimenticios que empleaban el reclamo ‘mediterráneo’ en 2011, pasamos a 20 en 2020», ha matizado Montaña, para añadir a continuación que «en bebidas, la tendencia también es la misma: pasamos de ocho bebidas que usaban este reclamo en 2011 a 16 en 2020».

La popularidad de lo ‘mediterráneo’

«La dieta mediterránea ha sido reconocida como un patrón dietético que tiene múltiples beneficios para la salud y contribuye a otros muchos objetivos de desarrollo sostenible propuestos por las Naciones Unidas», ha recordado la profesora de la UOC.

Montaña ha lamentado que es por eso por lo que la publicidad, «consciente de estos beneficios», lo usa «como reclamo para llegar a los consumidores». Sin embargo, Montaña ha advertido de que «el lenguaje engañoso puede dañar la salud de los mismos».

Asimismo, una de las principales razones para fomentar una alimentación saludable basada en la dieta mediterránea es combatir la obesidad. Según la Encuesta Europea de Salud en el Estado español del año 2020, un 16,5% de hombres de 18 o más años y un 15,5 % de mujeres sufren obesidad.

El aceite de oliva a debate

El sistema de calificación sobre el que se ha basado la investigación de la UOC y la UPF, NutriScore, también señala algunos productos básicos de la dieta mediterránea como nocivos, como es el caso del aceite de oliva.

La Asociación del Aceite de Oliva del Estado español lleva años reclamando que el algoritmo del sistema de colores «no evalúa correctamente» al aceite de oliva. Hoy por hoy, NutriScore otorga al aceite de oliva virgen extra una etiqueta amarilla de valoración C, tercera en la escala de colores. La citada asociación denuncia que el etiquetado se calcula en base a 100 ml de producto, que es «más que el doble de ingesta media diaria» y que, por lo tanto, la etiqueta «alerta en cuanto al consumo del producto».