Sergio Iglesias
Bilbo
Entrevista
Gonzalo Portugal
Músico

«Esta vez quería centrarme más en las canciones y menos en tocar»

Gonzalo Portugal acaba de publicar ‘On my way’, cuatro canciones grabadas en los estudios Sweet Saul Music con Saúl Santolaria, en las que el músico vizcaino repasa, prácticamente, todo el espectro del blues y con el que inicia este nuevo proyecto en solitario.

Gonzalo Portugal.
Gonzalo Portugal. (Monika DEL VALLE | FOKU)

¿Por qué decide iniciar ahora este proyecto en solitario?

Llevaba tiempo tocando solo en acústico y tenía ganas de electrificar todo eso y, como tenía ganas de hacer algo por mi cuenta, una cosa ha llevado a la otra. Al final, la pandemia ha tenido mucho que ver, por todo el tiempo libre que tenía, ya que, por circunstancias, Last Fair Deal también lo teníamos un poco aparcado, así que, como tenía ganas de emprender mi proyecto en solitario, se ha podido hacer ahora.

¿Cómo se pone en marcha todo este proceso de juntar a la banda, ensayar, grabar…?

La verdad es que el gran impulsor de todo fue Iñigo (Elexpuru), el batería de la banda, con quien empecé a tener mucha relación durante la pandemia. Él es el que me iba empujando y ayudando para que fuera haciendo las cosas, empezamos a ensayar juntos y, una vez que vimos que podía funcionar, ya buscamos un teclista y un bajista. Aunque nos costó, porque en agosto todavía no teníamos la banda montada, en septiembre empezamos a preparar los temas y en Navidad entramos a grabar.

Escuchando los cuatro temas que forman este nuevo trabajo, lo que queda claro es que no tiene absolutamente nada que ver con lo que hace en Last Fair Deal. ¿Se trataba de hacer algo totalmente diferente?

Sí, eso es. Last Fair Deal es un  power trío más duro y, aunque me sigue gustando mucho todo ese rollo, quería abrirme un poco más al folk, al blues… a músicas más tranquilas. Así que, tirando de favores de amigos que me iban ayudando a montar los bocetillos, cuando ya tenía todo más o menos perfilado, ya sabía qué tipo de música quería hacer.

Al final, me he dado cuenta de que, dentro de la música que a mí me ha gustado siempre, entraban cosas cañeras como Led Zeppelin y Black Sabbath, pero también cosas más tranquilas como Bob Dylan o Eric Clapton… y estar en un power trio te limita mucho, porque ahí no entra cualquier cosa, y entre tres siempre es más práctico lo cañero. Además, también tenía ganas de tener una banda que no dependiera de mi guitarra, y en ese sentido, el teclado lo hemos enfocado casi como si fuera una guitarra rítmica; de alguna manera, quería centrarme más en las canciones y menos en lo que es tocar. La idea, con el tiempo, es ir incorporando gente a la banda, pero para emprender el proyecto, hemos visto que lo adecuado era hacerlo como cuarteto.

Supongo que también le habrá sido de gran ayuda la experiencia con su otra banda, BlueBird, más cercana a todos estos sonidos…

Puede ser. Bluebird lo formé para rellenar, de alguna manera, los huecos de Last Fair Deal, pero más con la idea de hacer versiones y ser una banda un poco ‘verbenera’, en el buen sentido, y para tocar en festis de blues por la mañana y así… ahora quería hacer algo más personal y con Bluebird pasa, como con todas las bandas, que hacemos lo que se puede con el tiempo que nos queda, porque estamos todos pluriempleados. Con todo esto, me he dado cuenta de que llevaba años revoloteando el mismo concepto hasta que, al final, he dado con él.

¿Cómo elige a los miembros de la banda?

El primero que aparece es Iñigo y, de hecho, yo no lo elijo, sino que él me elige a mí (risas). Como te contaba, empezamos a tener muy buena relación porque vivimos cerca y trabajamos juntos en la academia. Él era el que me alimentaba y me empujaba a hacer, y el que me puso en contacto con el bajista Mikel Azkargorta, que era un conocido suyo; para encontrar el cuarto miembro de la banda, pregunté a Ander Unzaga, teclista de Bluebird, que me recomendó a Israel Santamaría, que es un musicazo con el que nunca había coincidido. La verdad es que tuve mucha suerte porque, desde el primer momento, hemos encajado; nos hemos juntado gente a la que nos gusta lo mismo, así que, cuando vamos al local y empezamos a tocar, nos ponemos muy cachondos (risas).

Dentro de ese equipazo, destaca la capacidad de adaptación de Iñigo que, viniendo de géneros como el ska o el reggae, se acopla perfectamente a otro tipo de sonidos, como ya demostró cuando estuvo en bandas como Mud Candies o Moonshine Wagon…

Iñi es un tío que se apunta a un bombardeo. Yo recuerdo que, en un principio, le puse el ‘461 Ocean boulevard’ de Eric Clapton como referencia, un disco que, para mí, era una ‘frikada’, porque estaba oyendo a un tipo que viene del rock duro que, de repente, empieza a beber del reggae, del rhytm and blues, del roots… yo me pongo ese disco y escucho una mezcla de todo tipo de raíces negras. Iñigo me aportaba esa perspectiva jamaicana de los ritmos a mitad de tiempo, viendo el rock de otra manera.

Pero es que, a la vez, todo es lo mismo, la música podría acabar con el racismo a todos los niveles, porque si coges la música china y el blues, realmente son iguales, utilizan las mismas escalas y  son dos maneras de emocionarse… todo ese rollo siempre me ha llamado la atención y sentía que Iñigo me podía dar ese feeling, le ha dado un toque cojonudo, porque es un muy buen músico con mucha intuición y, sobre todo, muchas horas de vuelo. Ya tenemos los discos de los Stones y de los Zeppelin y no los vamos a igualar, así que había que buscar otro camino, y eso es lo que he hecho con este proyecto.

Repasando los temas, el disco comienza con una declaración de intenciones como es ‘On my way’…

El primer boceto que hice en su día me ayudó a montarlo Vir (Virginia Fernández, batería de Last Fair Deal) y, durante la pandemia, fui haciendo pruebas para ver hacia qué estilo la iba a llevar. Y la letra de esta canción fue como una especie de ‘autoterapia’: contarme un poco lo que estoy haciendo y hacia dónde voy… ese punto de perdonarnos las cosas e intentar pasar página.

Seguimos con «A thing or two», donde te diriges más a ese concepto de gran banda tipo NRBQ…

Sí, tenía ganas de hacer algo así, pero que no fuera el típico boogie, sino que fuera a mitad de tiempo… en la letra, que también hice con Vir, lo que hago es reírme de mí mismo, hablando de todas esas cosas del pasado que quisiéramos cambiar pero que, a lo mejor, no deberíamos porque, si lo hiciéramos, igual no estaríamos donde estamos; se trataba de hacer un tema casi sin sentido y quitándole profundidad y dramatismo…

…Porque esa ‘profundidad’ viene con ‘Now that you´ve gone’, un blues clásico y desgarrado, ¿no es así?

Sí, habla de todas esas personas que, por circunstancias, se van de tu vida… son cuentas pendientes que tenía y que quería soltar. De hecho, es tan personal que, cuando la escribía, solo pensaba en la vergüenza que me iba a dar cantarla (risas).

Termina con el clásico ‘Rollin´ & Tumblin’. ¿En cuál de las cientos de versiones que se han hecho sobre este tema se fijó para hacer la suya?

Yo ya hacía en acústico una versión personal y quería hacer como una prolongación de eso en eléctrico, para que fuera como un punto de unión con lo que venía haciendo últimamente. Además, siempre me ha gustado mucho la letra de la canción, porque es muy de ‘tirar para adelante’, rodar y seguir…. siempre me ha gustado esa frase de ‘podría tener religión, pero el whisky y las mujeres no me dejan’, intenciones tengo, pero luego hago lo que puedo (risas).

La primera presentación de este nuevo proyecto será el próximo 12 de mayo en la Sala Azkena de Bilbo. Cuéntenos qué es lo que vamos a poder ver en ese concierto.

Hemos montado un set de canciones propias, versiones, alguna cosa especial… un poco de todo. Tenemos muchísimas ganas de tocar porque la idea era poner en marcha la banda para tocar cuanto antes en directo.