Nora Franco Madariaga
Entrevista
Iker Sánchez
Director artístico de Bilbao Sinfonietta

«Es responsabilidad de los intérpretes hacer atractiva la música contemporánea»

Este lunes comienza en Quincena otro de sus ciclos, el de Música Contemporánea, que, pese a no ser el favorito del gran público, tiene sus fieles seguidores y, poco a poco, se va abriendo camino entre nuevos espectadores.

Iker Sánchez dirige a la formación Bilbao Sinfonietta en un ensayo.
Iker Sánchez dirige a la formación Bilbao Sinfonietta en un ensayo. (NAIZ)

Hablamos con Iker Sánchez (Irun, 1973), director artístico de la formación Bilbao Sinfonietta, sobre el concierto de esta noche y la salud de la música contemporánea.

El público habitual de las salas de conciertos suele asustarse cuando ven en el programa algo de música contemporánea. ¿Es para tanto?

En este concierto nosotros hemos presentado una obra que tiene más de cien años, estrenada en 1912, en pleno expresionismo. Estamos muy habituados a ver cuadros expresionistas, incluso podemos hacer cola para ver una exposición de Kandinsky, pero es que socialmente estamos mucho más educados en lo visual y mucho menos en lo auditivo. Así que, efectivamente, existe un rechazo hacia lo nuevo, pero en absoluto es para tanto. Yo animaría al público a probar nuevos sabores y abrir el paladar, como en la gastronomía. Muchas veces nos da un poco de pudor o de miedo enfrentarnos a algo que nunca hemos probado y tiene que haber una valentía por parte del público para atreverse con nuevas sonoridades.

Como decía, la obra de Schoenberg Pierrot Lunaire se estrenó en 1912, pero es que todo lo que se ha compuesto después del postromanticismo se ha ido metiendo en un único cajón de sastre con el rótulo de ‘contemporáneo’. Pasa el tiempo, pasan los años, los estilos, las modas… y nadie se atreve a meter mano en ese cajón.

Los intérpretes tenemos una labor muy importante en todo esto. De hecho, la obra Pierrot Lunaire es un hito muy importante en la historia de la música: es de las primeras obras –si no la primera– donde Schoenberg empieza a jugar con el atonalismo y es la puerta al dodecafonismo. A partir de ahí ocurre todo lo que conocemos que vino después, sobre todo en los años 20, 30, el periodo entre guerras…; se diversificaron muchísimo todos los estilos y el arte musical, el arte sonoro se aleja del gran público. Y es ahí donde tenemos la responsabilidad los intérpretes de hacer bien esa música, de cuidarla al máximo, de mimarla y hacerla atractiva para así poder acercarla otra vez, llegar al mayor público posible.

¿Pero realmente le queda algo de contemporáneo a Schoenberg o deberíamos ir pasándolo ya al lado de los clásicos?

Le queda aún muchísimo de contemporáneo. Yo creo que quienes ayer escucharon el Pierrot Lunaire lo sintieron muy actual. Seguro que pudieron identificar sonoridades y gestos que luego se han utilizado en la música. En la cuerda, por ejemplo, gestos de trémolos en el puente, gestos de armónicos… gestos de frullatos en el viento. Hay gestos que hace ciento y pico años empezaron a coexistir con estas ideas de Schoenberg y los contemporáneos, aún hoy en día, los acogen para sí y los incorporan a su lenguaje. Yo creo que es un muy buen comienzo para adentrarse en la música contemporánea.

La otra obra que pudimos escuchar en el concierto es Ametsak, de Gabriel Erkoreka. Ayer fue, de hecho, el estreno mundial de Ametsak 3. ¿Cómo es el trabajo de enfrentarse a una obra inédita?

Para mí y para BilbaoSinfonietta no es el primer estreno, llevamos ya unos cuantos, y no tener una grabación, una interpretación de referencia, me obliga a un trabajo de investigación previo del contexto y del propio autor. Es importante este conocimiento para llegar con más certeza a ese estreno.
En el caso de Erkoreka, conozco bien su música, la he interpretado en numerosas ocasiones, pero es todo un lujo poder trabajar mano a mano con el creador: que te pueda moldear, te pueda sugerir… es de los momentos más bellos que podemos tener como intérpretes. Ellos son los creadores y nosotros los recreadores. Es una gran oportunidad poder hacer este tipo de estrenos y para BilbaoSinfonietta es muy importante estar en contacto con la actualidad.

En tres de los cuatro conciertos del ciclo de música contemporánea de Quincena habrá música de Gabriel Erkoreka. ¿Qué tiene de especial su música?

Cuando hay un premio, como el Premio Nacional [español] de Música que recibió Gabriel Erkoreka el año pasado, todas las agrupaciones que en mayor o menor medida nos dedicamos a la música contemporánea queremos ver qué ocurre en ese lenguaje.
En nuestro caso, ayer interpretamos la trilogía completa de Ametsak –que es la primera vez que sucede– y para mí es una de las obras de madurez de Erkoreka, a pesar de que entre la primera parte y la última hayan transcurrido aproximadamente diez años. Es una obra brillante, es una obra de búsqueda, muy bien escrita, donde cuida muy bien el sonido. He dirigido obras suyas más antiguas y me he llevado una grata sorpresa con la dirección que está tomando la obra de Gabriel.

Entre sus últimos proyectos ha habido obras de Mozart, de Falla, óperas, zarzuelas, música contemporánea… ¿Dónde se encuentra más cómodo?

Estoy en un momento de aprendizaje, de absorber, de beber de muchas fuentes y no me quiero encasillar en nada. De hecho, cuando empecé a dirigir profesionalmente, una de las voces influyentes que tenía cerca me previno de que tuviera cuidado, de que no me encasillara en la música contemporánea porque luego no iban a querer contar conmigo para otras cosas. Pero lo cierto es que a mí la música contemporánea me aporta mucho. Me aporta muchas cosas que me ayudan a hacer Mozart, y a su vez Mozart me aporta muchas cosas que me ayudan a hacer música contemporánea.

Pero tengo que reconocer que lo lírico es algo que me encanta, es lo que me llena de verdad. Sea zarzuela, sea ópera, la voz en general es algo que me toca. He crecido con ello, cantando en coros desde niño, y lo llevo dentro. Además, la voz es algo vivo, cada día es diferente; el coro, los solistas, cada día respiran diferente, cada día piensan diferente, sienten diferente y eso me hace estar muy despierto y esa actividad me gusta, me atrae mucho.

Bilbao Sinfonietta es una formación joven, no solo por los integrantes –que también– sino por sus escasos cinco años de recorrido. ¿Qué supone para Bilbao Sinfonietta estar en Quincena?

Para nosotros es muy importante. Además de un reto, es un hito llegar al punto que queríamos alcanzar casi desde el principio. Pero por fin este programa que hemos presentado ayer, donde intercalábamos las tres partes en las que se divide la obra de Schoenberg con las tres piezas de Ametsak, tiene la madurez que era necesaria para llegar aquí.

Yo personalmente he estado ya siete u ocho veces en Quincena: empecé como trompetista con la OSE, luego he estado también con la BOS, con Krater ensemble en el ciclo de contemporánea… pero estar con BilbaoSinfonietta es especial. Después de cinco años trabajando, poder llegar a un festival como la Quincena Donostiarra es importante.

¿Hacia dónde va la música contemporánea?

Hay diferentes escuelas e incluso se podría hablar de diferentes escuelas en diferentes países, pero en todas ellas las generaciones nuevas vienen muy preparadas. Estamos en un momento muy interesante a nivel compositivo. Conozco varios compositores jóvenes con los que trabajo habitualmente –como, por ejemplo, Fran Domínguez nuestro compositor en residencia– y creo que hay verdaderas joyas. Son mentes brillantes, difíciles de encontrar.

Aquí, por ejemplo, los compositores jóvenes vienen en su mayoría de Musikene, donde están Gabriel Erkoreka y Ramón Lazkano, dos grandes maestros que, a su vez, beben de otras fuentes, como Lachenmann, y antes que él Ligeti, y anteriormente Boulez… y así se va formando una especie de red que se va abriendo. Es claro de dónde viene cada compositor, pero es mucho más difícil saber hacia dónde va. En cualquier caso, vaya hacia donde vaya, la música contemporánea goza de buena salud y debería tener un espacio que, aunque se va consiguiendo poco a poco, aún no tiene y que como intérpretes debemos cuidar y reclamar. Es, además, una música que está viva, es la música que se crea hoy en día y tenemos que ser partícipes de lo que está ocurriendo y utilizar BilbaoSinfonietta como plataforma para esas nuevas voces.