Xandra  Romero
Nutricionista

Efectos del azúcar y el alcohol en la salud

La dietista-nutricionista y autora de esta sección prosigue con el planteamiento del artículo del número anterior, en el que se cuestiona sobre qué es peor, el azúcar o el alcohol. Para ello compara el efecto de ambos productos en nuestro estado de salud, así como su poder o potencial adictivo.

Tal y como lleva advirtiendo tiempo la Organización Mundial de la Salud (OMS), hay evidencia sólida de que el consumo excesivo de ciertos azúcares (añadidos y libres), puede ser perjudicial para nuestra salud al contribuir al sobrepeso, la obesidad y la carie dental, así como en enfermedades endocrinas o metabólicas, cardiovasculares y las relacionadas con el cáncer. Por su parte, el daño producido por el alcohol en general, si bien es directamente proporcional al nivel de consumo, para determinadas enfermedades como las gastrointestinales, el cáncer y otras lesiones, no existe un nivel de consumo seguro.

El mero consumo de alcohol está relacionado con la hipertensión arterial, gastritis, úlcera gastroduodenal, depresión, cirrosis hepática, cardiopatías, deterioro cognitivo, encefalopatías, demencia, cáncer etc.

Sobre el poder adictivo de ambos, no existe consenso científico todavía sobre si en cuanto al azúcar podemos hablar de adicción o no. Algunos investigadores han sugerido que el azúcar provoca respuestas neuronales y conductuales análogas a las observadas con las drogas de abuso, y otros han argumentado que el concepto de adicción al azúcar no tiene fundamento, ya que muchas de las características definitorias de la adicción a las drogas no se ven en el contexto de las conductas alimentarias. En resumen, que no está claro si es una adicción a una sustancia o, más bien, una adicción conductual. Por el contrario, el alcohol está catalogado como una droga adictiva, con efecto depresor del sistema nervioso central que inhibe progresivamente las funciones cerebrales. Esta sí es una sustancia que puede provocar dependencia.

El riesgo de desarrollar alcoholismo depende de factores como la susceptibilidad individual y la edad temprana de inicio, esto es, cuanto antes se empieza a beber, mayor es el riesgo de adicción. Y, por último, la cantidad que se bebe, aunque recordemos que la OMS advierte de que no hay una cantidad ‘segura’ por debajo de la cual no haya riesgos.

Si bien un consumo excesivo de azúcar añadido de forma crónica puede afectar seriamente a nuestra salud directa e indirectamente, su simple consumo no genera los mismos daños que el alcohol, no es una sustancia psicoactiva, ni está claro si puede producir adicción per sé. En cambio, el alcohol es una droga potencialmente adictiva y no existe un nivel de consumo seguro.

Así que, a pesar de que ningún sanitario en la actualidad nos recomendaría comernos un bollo, el nutricionismo es lo que tiene, en base a la evidencia científica actual, ningún profesional de la salud o institución debe recomendar el consumo de alcohol (no, ni la copita de vino tinto) para mejorar la salud.