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Vanguardia retro, un maestro y la apreciada Diana Krall, en la traca final

Abundantemente generosa resultó la penúltima jornada, en la que destacó la cumbre de puro jazz en la Plaza Trinidad y sorprendió el amor al revival de la supuesta vanguardia neoyorquina. Hoy cae el telón festivalero con la despedida al premiado William Parker y la tercera entrega de John Zorn.

William Parker sorprendió entrando con la alboka.
William Parker sorprendió entrando con la alboka. (Jon URBE)

Pacificado ha estado el ambiente meteorológico durante el Festival, con algún leve xirimiri nocturno, a pesar de que algunos músicos han provocado a los cielos con sus tormentas sonoras. Fricadas aparte como la del grupo BIGYUKI, el maestro del ruido ha sido otra vez el neoyorquino John Zorn, en este caso dirigiendo desde bambalinas. Ayer, sus colaboradores la volvieron a liar en el Kursaal, en la segunda de las tres sesiones programadas.

El doble encuentro arrancó con ‘Incerto’ y en cuarteto, con el guitarra Julian Lage, Brian Marsella al piano, el bajista Jorge Roeder y Ches Smith en la batería. Nombres de sobra conocidos por la parroquia local por sus muchas intervenciones anteriores. Músicas no tan enmarañadas o complejas como se anuncian, con títulos como ‘Nemesis’, ‘Behold the Nigth of Our Solemnities’, ‘1000 Plateaux’, ‘Patience’, ‘Difference and Repetition’. Con algunas erupciones, pero mayormente en clave de un jazz no caótico sino controlado y hasta delicado en algún tramo. Pura intensidad instrumental.

El ruidoso organista John Medeski encabezaba al grupo de la segunda parte, con el guitarra Matt Hollenberg, Kenny Grohowski en la batería y sin bajo. Su ‘Simulacrum’ desarrolla una supuesta lógica cinematográfica en piezas como ‘Ghost Sonata’, ‘Plague’, ‘Danse Macabre’, ‘Dark Pageant’, ‘Ravens’ o ‘Angelic Voices’. Pero lo que sonó fue un intenso y nervioso set revival y vintage de rotundo rock progresivo. Una tronada sónica que más que vanguardista pareció retro, modo años setenta. Algún entendido dijo recordar a Premiata Forneria Marconi.

Vieja guardia

El portugués Júlio Resende clausuró al mediodía el espacio de San Telmo, a piano solo. Pionero del género Fado Jazz, revisor de la obra de la gran Amália Rodrigues y de la poesía de Pessoa, el músico luso ha dejado su original impronta en dos jornadas diferentes, celebrando con ‘Sons of Revolution’ los 50 años del liberador 25 de abril. En el Victoria Eugenia cerraron la programación Jazzeñe dos contrabajistas con sus respectivos combos, el argentino Marcelo Escrich y el canario Martín Leiton.

Al atardecer se repitió, la liturgia del roce social en la entrada de la Plaza Trinidad, con mucha gente curiosa que merodea sin entrar. Era una jornada seria, a la antigua, pero atemporal en lo musical, que volvió a llenar el recinto.

En la primera mitad, los colaboradores y amigos John Scofield y Dave Holland se recogieron en una íntima complicidad. El guitarrista norteamericano y el contrabajista británico, virtuosos y dinámicamente inquietos, elegantes y humildes a la vieja usanza, dieron una magistral clase de jazz melódico. La romántica ‘Go Blow’, la bellísima ‘Not for Nothing’, la joya hogareña ‘Memories of Home’, el swing de ‘Meant to Be’ o la delicada ‘Easy for You’ desafiaron el ruido ambiental del tardeo para dejar constancia de la alta clase creativa de los dos veteranos.

El Premio Jazzaldia 20024 William Parker, contrabajista, cerró noche en cuarteto con la brillante ayuda del saxo alto Rob Brown, la pianista Eri Yamamoto e Ikuo Takeuchi en la batería. El maestro neoyorquino sorprendió de entrada malsonando una alboka, pero hay que agradecerle el detalle. En una posición escénica trasera, pero dominando el trabajo grupal, el exigente bajista y combo entraron en tromba con un sonido free y sin concesiones.

Una maraña sónica de atrevidos vericuetos y horizontes abiertos con cada integrante intensamente entregado. Sesión no fácil que conoció algunas deserciones y al final del recital rescató significativamente al gran Don Cherry en la rota balada ‘Dizy Dizzy Dizzy’.

Plegando velas

Durante la tarde, una compacta masa disfrutó en las terrazas marinas de las animadas FEMMM & Band, el show de los navarros Gregario de Luxe, los guipuzcoanos Nhil o el contrabajista balear y grupo Pere Bujosa. En la playa, los hermanos Luther y Cody Dickinson y su colega bajista Carwyn Ellis, North Mississipi Allstars, dibujaron exelente rock clásico. Y la masiva fiesta final tuvo como grupo triunfador a Chill Mafia, desde la Arrotxapea iruindarra.

En el cierre de fiesta de hoy se irán clausurando espacios mañaneros con la pianista Marta Sánchez en San Telmo, Elkano Browning Cream en Txikijazz de la Zurriola, el gran William Parker en el Victoria Eugenia en trío. Al atardecer, Diana Krall es la gran esperada el Kursaal y por las terrazas paasrán acogerán al saxofonista Alex Haro, Euskal Hot Klub, el contrabajista Fran Serrano, MAC Saxphone Quartet, los donostiarras Motelas y el bajista mallorquín Pere Bujosa y grupo. The Fake Cousins despedirán Nauticool.

La tercera propuesta del inquieto neoyorquino John Zorn protagonizará el pobre de mí festivo en la Plaza Trinidad con sus dos nuevas propuestas grupales ‘Chaos Magick’ y ‘New Masada Quartet’.