Sergio Iglesias
Entrevista
Edurne, Ana, Andrés y Kañón
Integrantes de Solomillo Wellington

«Ya estábamos aburridos de hacer las cosas siempre de la misma forma»

La banda de Barakaldo revive en su primer trabajo el espíritu punk de la margen izquierda con cuatro temas directos y salvajes, cargados de mala leche, que está calando en un público quizá falto de estímulos, en un mundo incierto en el que la rabia es más que necesaria para sobrevivir. 

Integrantes de Solomillo Wellington.
Integrantes de Solomillo Wellington. (Rebeca ULKEN)

Para comenzar, cuéntennos cómo comienza este proyecto.

Ana: Kañón llevaba cinco años persiguiendo a Edurne para que cantara y, además, quería hacer una banda que se llamara Solomillo Wellington. Un día, con unas cuantas cervezas encima, decidimos empezar con esta locura, y cada uno se propuso hacer algo que normalmente no hacía: Andrés cogió el bajo, Kañón la guitarra, Edurne el micro y a mí me daba igual porque no sé tocar de ninguna manera (risas)… Así que creamos un grupo de whatsapp, quedamos un viernes para empezar, y así empezó todo. Yo llevaba tres días sin fumar y les dije que solo quería pegar golpes a los tambores y que ni me hablaran (risas).

Edurne: Yo fui a aquel primer ensayo básicamente para que se dieran cuenta de que no había nada que hacer, porque yo no canto ni en la ducha, y creía que iba a hacer un ridículo espantoso, pero por lo menos íbamos a echarnos unas risas.

Kañon: …y tenía razón, pero no lo hace tan mal... los hay peores en la banda (risas).

Y con estas mimbres, no podía salir otra cosa que punk sucio y salvaje, ¿no?

Edurne: Más que punk sucio, es como yo cantaba. Si te digo la verdad, no me veía haciendo otra cosa, porque empezamos con la broma de utilizar mis frases del día a día, humorizando situaciones o circunstancias, y así fueron saliendo las canciones. El primer día ya salieron tres temas que se han quedado en el disco.

Kañón: Queríamos hacer algo tipo El Consorcio, salvando las distancias, pero al final nos ha salido algo más cercano a Platero y Tú (risas).

Andrés: Qué va, somos mucho más Mocedades… más castizos que kalimotxeros.

«Cada uno se propuso hacer algo que normalmente no hacía: Andrés cogió el bajo, Kañón la guitarra, Edurne el micro... Yo llevaba tres días sin fumar y solo quería pegar golpes a los tambores»

¿Analizamos los cuatro temas de este primer trabajo de Solomillo Wellington? Empecemos con ‘Bajonazo sideral’.

Ana: Para ‘Bajonazo Sideral’, Edurne se preguntaba de qué podía hablar, así que recopilé los audios que tenía de ella en el whatsapp y se los pasé, pensando que de cada frase iba a salir un tema. Pero al final, no sé cómo, cogió todas y salió ‘Bajonazo Sideral’ (risas).

Edurne: Eso es lo malo cuando me dicen ‘improvisa, improvisa’, que sale una tontería y luego ya es difícil que se mueva (risas).

La siguiente es ‘Escoria humana’…

Edurne: Pues un día, en la libreta escribí simplemente ‘Juegas con fuego’, y en ese momento estaba escuchando a los Dogs, un grupo francés que me gusta mucho; estaba sonando de fondo ‘Too much class for the neighborhood’, «demasiada clase para el vecindario» en castellano, una frase que siempre me ha molado, empecé a tirar por ahí y el resto fue saliendo.

Normalmente, yo voy al local con una base y ellos van aportando cosas, frases, ideas, cambios de palabras… es un trabajo de todos. Pero lo hacemos un poco a la inversa, porque yo suelo llegar con las letras escritas y, a partir de ahí, se hace la melodía. Y por lo visto, creo que la gente lo hace al revés (risas). Pero como yo no tengo ni idea de esto, lo que hago es apuntar las cosas que se me van ocurriendo y ahí tengo todo eso para tirar de ello cuando hace falta. Y parece que la cosa va funcionando, porque ya nos hemos juntado con 18 temas desde que empezamos.

¿Qué pueden contar de ‘Demasiado poco bebo’?

Edurne: Esa fue la primera canción que salió el día que nos juntamos en el local. No sabíamos qué cantar y me dijeron estos: ¿Cómo es eso que tú dices siempre de ‘poco bebo para todo lo que me pasa’?… y así empezó todo. Ni tan mal.

(Rebeca ULKEN)

Acabamos con ‘Adiós’.

Edurne: ‘Adiós’ surgió en un viaje que hice a Málaga. Empecé a ver mogollón de mosaicos de vírgenes de las cofradías y encontré una que era la Virgen del Amor Doloroso. No sé por qué, le hice una foto y puse ‘El amor no duele’, y así empezó ‘Adiós’. Una canción que no habla de una situación ni una relación en concreto, ni hace referencia a nada ni a nadie, sino hablando de relaciones que ves, que escuchas, que vives o que no vives… algo genérico que, por desgracia, siempre está por ahí.

Un trabajo debut que, a su vez, sirve como una especie de ‘canto de cisne’ para el sello Family Spree…

Ana: A lo mejor hemos sido el motivo de la desaparición de Family Spree (risas)… la verdad es que estamos muy agradecidos por la confianza que ha puesto en nosotros Tony (Tony DevilDog) y creo que es una manera por lo menos curiosa de despedirse de un sello que lo ha hecho muy bien durante los años que ha estado en activo, y que ha creado un catálogo muy interesante.

¿Esperaban una respuesta tan buena por parte de la gente?

Edurne: Al principio pensábamos que esto no podía ni defenderse, porque no había quien se lo fumara, pero me alegro de que, al final, hayamos creado un cierto interés por la banda y que haya gente a la que le haga gracia o que se sientan identificados con algo de lo que hacemos.

¿Por qué creen que ha calado tanto en la gente? Digo esto porque, si no me equivoco, el EP se está vendiendo bastante bien, ¿verdad?

Ana: Pues sí, porque queda menos de la edición y, prácticamente, todo se ha vendido en Long Play de Barakaldo. Si te digo la verdad, como ‘Retumbe’ tengo un poco de envidia, porque si esto va así, casi sin haber dado conciertos, imagínate cómo irá cuando toquemos más… que esa es otra, ahí se verá si, en realidad, hay tanta aceptación.

Edurne: Yo lo que pienso es que, a lo mejor, lo que ha calado es el estilo que hacemos, que no se hace mucho ahora. Nosotros tenemos ya unos años y es lo que hemos mamado, pero parece que a la gente le ha resultado fresco. Igual todo lo que hay es demasiado serio o formal, no lo sé.

Andrés: Yo no quiero caer en la falsa humildad, porque en el segundo ensayo ya me di cuenta de que la banda era buena y que podía funcionar. El disco está muy guapo y la banda en directo mola.

«Yo no quiero caer en la falsa humildad, porque en el segundo ensayo ya me di cuenta de que la banda era buena. El disco está muy guapo y la banda en directo mola»

¿Hacía falta volver al punk primitivo, tal y como está el mundo hoy en día?

Kañon: Para mí, Solomillo Wellington es lo más parecido a tener 16 años y volver a ese espíritu de cuando creas tus primeras bandas, porque hay una que nunca había hecho nada de esto, otros que aprenden a tocar otros instrumentos… es como volver a empezar de cero.

Andrés: Lo que teníamos claro es que queríamos que nuestros diferentes proyectos estuvieran bien diferenciados: por un lado Campamento Rumano, por otro Retumbes, y por otro Solomillo Wellington. Y esto lo trabajamos mucho, intentando no repetir progresiones de acordes al construir las canciones, e intercambiando los instrumentos para tocar de una manera diferente. Era una manera de dar la vuelta a lo que es la creación de una banda, sin seguir los pasos establecidos, porque ya estábamos aburridos de hacer las cosas siempre de la misma forma. El punk a lo mejor no necesitaba una banda más como Solomillo Wellington, pero a nosotros sí nos hacía falta hacerlo. 

¿Y cómo se organizan, teniendo en cuenta que comparten su tiempo con esos otros dos proyectos que me comentaba: Retumbes y Campamento Rumano?

Andrés: Es muy fácil porque, en nuestro caso, Retumbes no requiere demasiado, ya está rodado. Así que quedamos y ensayamos cuando se puede y, además, como yo tengo aquí cerca el local-estudio, es muy cómodo. También es cierto que el ritmo de trabajo con Solomillo está siendo rápido, en dos meses teníamos un repertorio preparado y los temas grabados. Así que, ensayando un día a la semana es suficiente.

Kañón: Con Campamento Rumano, directamente no ensayamos, porque cada uno estamos en un sitio, así que nos vemos justo para los conciertos… y creo que así es mucho mejor (risas).