Ainhoa Arostegi
BILBO
Entrevista
Ritxi y Andeka Marina
Restaurante Ambigú (Bilbo)

«Aquí puede venir a comer desde gente encorbatada hasta el más punki»

Fundado por Ritxi y Andeka Marina en 2003, el restaurante Ambigú apuesta por una gastronomía que mezcla la tradición vasca con influencias globales, recetas atrevidas y especias exóticas, mientras que sus fines de semana cobran vida con conciertos y sesiones de DJ. Desde 2023 luce un Solete Repsol.

Ritxi y Andeka, en plena faena. (NAIZ)
Ritxi y Andeka, en plena faena. (NAIZ)

Situado en el corazón de la capital vizcaina, muy cerca de los jardines de Albia, el Ambigú es mucho más que un bar: es un punto de encuentro donde la cocina y la música se entrelazan. Fiel a su espíritu ecléctico e independiente, el Ambigú sigue siendo un espacio vivo y en constante evolución, donde cualquier persona es bienvenida y siempre ocurre algo especial. En esta entrevista, los hermanos Marina nos desvelan los secretos de este local que ya se ha convertido en un clásico en la ciudad.

Más de dos décadas desde que abrieron este local, el sueño de dos hermanos. ¿Cómo y cuándo surge este proyecto?

Después de trabajar en diferentes cocinas y locales de hostelería y con un pequeño dinero que nos llegó de una tía abuela, con 29 y 25 años nos lanzamos a la aventura y abrimos el Ambigú. La idea era clara: trabajar para nosotros mismos y en unas condiciones dignas. Desde el principio, sabíamos que no seríamos un espacio al uso y la verdad es que empezamos sin saber si esto duraría un mes o veinte años, pero nos tiramos a la piscina con la firme intención de mantener nuestra identidad. No teníamos un plan de negocio en el sentido tradicional. Lo que teníamos era pasión, amor por la cocina y una visión clara de lo que queríamos crear: un espacio donde la gente se sintiera a gusto y donde la comida y la música se fusionaran de manera natural. Nos lanzamos con valentía y con la confianza de que, si hacíamos bien las cosas, la gente respondería. Y así fue.

¿Cuál dirían que es la esencia del Ambigú?

Apostamos por un sitio ecléctico, con exposiciones, música en directo y DJs los fines de semana. No seguimos modas; simplemente, apostamos por lo que creíamos: una cocina global con base tradicional vasca y un toque muy nuestro, muy “Ambigú”. Queríamos que fuera un lugar donde cualquier persona se sintiera bienvenida, sin importar su edad, estilo o gustos. Queríamos ser un espacio vivo, en constante evolución, donde siempre pasara algo interesante. El Ambigú se ha convertido en un refugio para muchos, un sitio donde se puede venir a comer un buen plato casero entre semana y disfrutar de una sesión de DJ o un concierto el fin de semana. Nos gusta pensar que somos un espacio de encuentro, donde la gente se cruza y comparte, donde se crean momentos inolvidables.

¿Cómo han conseguido encontrar el equilibrio dentro de esa dualidad que a muchos podría parecer difícil de entender?

El Ambigú es un espacio en el que conviven todo tipo de personas: aquí puede venir a comer desde gente encorbatada hasta el punki más punki del barrio. Aquí todo el mundo se siente a gusto y la barra es el escenario donde ocurren esas sinergias mágicas. Nunca hemos tenido pretensiones, simplemente abrimos la puerta a quien quisiera entrar y la magia pasó.

Mantener ese equilibrio ha sido un reto, pero siempre hemos confiado en nuestra intuición. Nos adaptamos sin perder nuestra esencia. La clave ha sido mantener esa idea con la que comenzamos: hacer lo que nos gustaba.

Y en cuanto a la cocina, ¿cuál es su secreto?

En el momento en el que abrimos, la globalización culinaria no estaba tan presente como ahora en Euskadi, no era común encontrar en un menú del día opciones más allá de la cocina tradicional. A esa edad, Andeka ya había estado en los fogones de algunos restaurantes de renombre y yo había viajado por diferentes sitios del mundo y aprendido sobre cocinas de culturas variadas, así que decidimos fusionar lo que sabíamos y esto es lo que surgió. Pero parece que la idea cuajó y a la gente le gustó. La clave también es la calidad de los ingredientes: trabajamos con productos frescos y de proximidad. Nos gusta experimentar, pero sin perder de vista las raíces.

La comida tradicional se mezcla con la música más outsider. ¿Es tan importante la música como la comida?

A esta pregunta contestamos con un rotundo sí: la música es nuestro estandarte. Siempre hemos estado muy ligados a ella, y en el Ambigú puedes escuchar desde un bolero hasta música electrónica. A veces la gente nos pide que bajemos la música, pero nosotros respondemos que no, porque el Ambigú es así, esa es su esencia. La música da personalidad al espacio. Nos gusta que haya una banda sonora que acompañe a la experiencia.

¿Cuáles son los retos a los que se han enfrentado? ¿Ha habido algún momento en el que hayan estado a punto de tirar la toalla?

A lo largo de los años hemos sabido reinventarnos. Bilbao ha cambiado, tanto para bien como para mal. Antes era más libertaria: ahora, sacas un tiesto a la calle y te multan, no se puede beber fuera ni fumar dentro, los horarios son más estrictos... Surgen nuevas modas, como el tardeo, y hay cambios generacionales. Aun así, nunca hemos tirado la toalla. Siempre hemos tenido la comunidad que hemos creado, la gente siente el Ambigú como su casa.

Hace dos años obtuvieron un Solete de Repsol, un distintivo que ofrece la Guía Repsol a locales de comida que sorprenden por su producto, servicio o personalidad, a diferencia de los Soles Repsol, dirigidos a restaurantes de alta cocina. ¿Cómo recibieron la noticia?

Ni siquiera nos enteramos hasta que lo vimos en la prensa. Nos hizo felices, claro, pero no somos muy de premios. Nos hemos nutrido de la gente que ha venido a lo largo de los años y han sido ellos quienes han puesto el Ambigú en el sitio en el que está ahora. Hemos creado una comunidad, un sitio de culto, un clásico, como tú has dicho. El reconocimiento es bonito, pero lo que nos motiva es ver a la gente disfrutando, ver que seguimos siendo ese espacio donde todo el mundo se siente bienvenido. Para nosotros, que una amama nos diga que le ha gustado nuestra comida es el mejor de los premios.

Ambigú, un espacio dentro de los teatros donde se servían comidas y bebidas

Antiguamente, se denominaba Ambigú a un espacio dentro de los teatros en donde los espectadores podían disfrutar de alimentos y bebidas durante los intermedios de las obras o las películas. Su nombre proviene del francés y hace referencia a «una combinación variada de elementos», reflejando la diversidad de productos que se ofrecían en estos espacios. Siglos después, esa misma mezcla bien podría describir el espíritu del bar Ambigú que han creado los hermanos Marina: un crisol donde confluyen comida, música, historias y personas.

Inevitablemente y como si el destino así lo hubiera querido, el local que Andeka y Ritxi eligieron para dar forma a su proyecto terminó situándose justo enfrente del icónico Kafe Antzokia de Bilbao. «Siempre hemos estado muy vinculados al Antzoki; lo consideramos nuestro primo hermano», explican. Y no es para menos. Desde sus inicios, el Ambigú ha sido el refugio natural para quienes, después de asistir a un concierto, una obra de teatro o un monólogo en el Antzoki, buscan alargar la noche con buena comida y mejor ambiente. Así, de algún modo, el Ambigú rinde homenaje a aquellos antiguos espacios teatrales, que vuelven a cobrar vida entre las paredes de este local bilbaino y que aunque de manera diferente, pero esencialmente similar, siguen manteniendo su magia.