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Avances reales e imaginarios de la Inteligencia Artificial

El objetivo de los investigadores es lograr que los asistentes digitales aprendan de los humanos para que puedan adaptarse a las necesidades del usuario y hacerle la vida más fácil.


Kaskersky Lab imagina un futuro en el que Internet y la Inteligencia Artificial transforman la vida humana. En la plataforma Earth.2050, presentada en el marco del Mobile World Congress (MWC) de Barcelona, se reúnen hipótesis de futurólogos, artistas y científicos sobre cómo será el mundo futuro.

Entre esas predicciones, se menciona al “Homo optimus”, un ser humano mejorado con más inteligencia y capacidad extrasensorial. Por otro lado, dada la extrema implantación de Internet, será difícil proteger nuestra información personal ante los ciberataques. Para hacerlo, será necesario crear un escudo cortafuegos. Unas lentes de contacto inteligentes permitirán cambiar el aspecto de las personas gracias a la realidad virtual. La vigilancia en las calles será habitual, por lo que los humanos usarán máscaras para proteger su privacidad.

Además, habrá coches autónomos y los robots estarán presentes en nuestra vida con total normalidad. Incluso, podremos mantener relaciones sexuales con ellos.

Estas predicciones que parecen sacadas de la serie “Black mirror” puede que no sean tan disparatadas. De hecho, ya se han comenzado a dar pasos en el campo de los coches sin conductor y los chatbots (robots con los que se puede dialogar) están a la orden del día.

Estos robots serán cada vez más inteligentes, y es ahí donde entra en juego la Inteligencia Artificial, tanto que hace tres años un ordenador consiguió superar el Test de Turing, que se usa para distinguir a un humano de una máquina solo mediante una conversación.

Hablar con robots

«Los chatbots son una de las tendencias más grandes. Si en el año 2000 todas las empresas creaban webs y en 2008 aplicaciones, hoy la mayoría de los proyectos terminan adoptando la forma de un ‘bot’», aseguró el responsable de la consultoría digital Fjord, Héctor Ibarra.

Así, los expertos auguran que los asistentes digitales y los robots conversacionales permitirán, cada vez más, que el ser humano recurra al lenguaje natural para relacionarse con la tecnología. Dicho de otra manera, los humanos hablaremos con las máquinas.

Compañías como Apple, Amazon y Google ya cuentan con sus asistentes digitales (Siri, Alexa y Assistant, respectivamente), y Facebook está trabajando en ello. Un ejemplo lúdico para conocer cómo funcionan estos dispositivos es Cleverbot, que permite chatear online con “alguien”, que resulta ser un robot.

Por su parte, los asistentes digitales cumplen tareas más rápidamente que si las hiciéramos nosotros mismos. Por ejemplo, podemos pedirles que busquen un número de teléfono, que reproduzcan una canción, que consulten el correo o que activen una alarma.

«La conversación es un concepto poderoso. Todo es diálogo entre nosotros y el mundo. Es algo natural, no tenemos que aprenderlo», explicó el responsable de Google Assistant, Gummi Hafteinsson.

El reto ahora está en que estos asistentes aprendan y evolucionen para ser cada vez mas eficaces. Estos sistemas reconocerán quiénes y cómo somos, qué necesitamos y deseamos y en qué entorno nos encontramos. Incluso, prevén que en el futuro la tecnología cognitiva sea capaz de identificar, por el tono de voz, el humor, los sentimientos e, incluso, el cansancio de la persona usuaria. El resultado será una tecnología que nos comprenda y nos haga la vida lo más sencilla posible.

 

Un congreso social alternativo al «modelo depredador»

Mientras se celebraba el MWC, que concluyó ayer, un congreso alternativo ha tenido lugar en la capital catalana. Los organizadores del Mobile Social Congress (MSC), que se desarrolló en dos jornadas, denunciaron el «modelo tecnológico depredador», precisando que no están en contra del MWC ni contra la tecnología, sino «contra su uso irresponsable».

Estas jornadas contaron con el apoyo del Ayuntamiento y la Diputación de Barcelona, y trataron temas como los derechos laborales, la extracción de minerales para la producción tecnológica, la obsolescencia programada, los residuos electrónicos, la programación libre, el conocimiento socializado y abierto, o la economía solidaria.

La responsable de Setem Catalunya y representante de Electronics Watch en el Estado español, Alba Trepat, denunció «la cara oscura» del MWC y expuso los casos de «trabajos forzosos» o la falta de salud y seguridad en las fábricas. La representante de Justicia i Pau, Carme Altayó, por su parte, incidió en «la estrecha relación entre vulneración de los derechos humanos y fabricación de aparatos electrónicos». Concretamente, mencionó las consecuencias de la explotación del mineral coltán en el Congo, un material que se usa en la fabricación de los teléfonos móviles y que tiene incidencia directa en el conflicto que vive el país. GARA