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June Almeida, la primera científica en observar un coronavirus y ponerle nombre

Casi seis décadas han transcurrido desde que se pudiera ver por primera vez a través del microscopio un coronavirus. Dicho descubrimiento recayó en la científica escocesa June Almeida, fallecida en 2007, además de coautora del nombre, y cuyo hallazgo ha vuelto a ser noticia como consecuencia de la pandemia del Covid-19.

June Almeida, trabajando con su microscopio electrónico.

Hija de un conductor de autobuses escocés, June Hart –su nombre original– nació el 5 de octubre de 1930 en una zona residencial del noreste de Gasglow. Paradójicamente, apenas recibió formación educativa, ya que a la temprana edad de 16 años abandonó la escuela.

Sin embargo, el hecho de que consiguiera trabajo como técnica de laboratorio en la Escuela de Enfermería de Glasgow acabaría marcando su trayectoria profesional. Allí comenzó con sus primeros conocimientos sobre histología patológica –ciencia que estudia las alteraciones fisiopatológicas y morfológicas de una enfermedad–, mudándose poco después a Londres para avanzar en su carrera.

En la capital británica conoció a Enrique Almeida, un artista venezolano con el que acabaría casándose en 1954. Junto a su pareja y su pequeña hija, acabó haciendo las maletas en dirección a Toronto, ciudad en la que trabajaría con el microscopio electrónico del Instituto del Cáncer de la ciudad canadiense.

Allí, June Almeida destacó por sus métodos pioneros a la hora de visualizar y analizar los virus, utilizando una técnica basada en el uso de anticuerpos desarrollados en animales y humanos, que posibilitaba que los virus se agrupasen en torno a ellos. Reconocido su talento y novedoso sistema, recibió una oferta para regresar a Londres en 1964 y desarrollar su labor en el Hospital St. Thomas.

Ese fue el año en el que, trabajando en la unidad de investigación sobre el resfriado común y analizando una muestra (denominada B814) de 1960 de un alumno de un internado en Surrey, conseguiría ver por primera vez las partículas del coronavirus. En realidad, según confesó la propia científica tiempo después, ya había visto esas mismas partículas en la hepatitis de ratones y la bronquitis infecciosa de los pollos, pero sin conseguir catalogarlas en ese momento.

Rechazada en primera instancia

Como suele ocurrir en muchos casos de descubrimientos científicos, en primera instancia su mérito no fue reconocido como tal. En concreto, el primer artículo que realizó Almeida para describir el hallazgo que había realizado fue rechazado por una revista científica, al considerar los responsables de la publicación que las figuras que había reproducido del coronavirus eran solo malas imágenes de partículas del virus de la gripe.

Sin embargo, la científica escocesa no cejó en su empeño hasta ver cómo un año después, en 1965, el descubrimiento de la cepa B814 fue incluido en una noticia del British Medical Journal, además de publicarse las primeras fotografías de lo que había visto, en el Journal of General Virology, aunque dos años más tarde, en 1967.

Almedia, junto a los doctores David Tyrrell y Tony Waterson, fue quien denominó al nuevo patógeno como coronavirus, por la forma de corona que rodeaba a las imágenes. Se estima que alrededor de una quinta parte de los resfriados comunes que se sufren hoy día son provocados por el coronavirus que Almeida y Tyrrell descubrieron.

No fue el único hallazgo importante por parte de Almedia, también se le atribuye el honor de ser la primera en obtener imágenes del virus de la rubeola. La escocesa siguió con su labor investigadora en la Escuela de Medicina de Postgrado de Londres, donde obtuvo un doctorado, y finalizó su carrera en el Instituto Wellcome, alguna de cuyas patentes llevan su nombre.

Abandonó la práctica científica por otra de sus pasiones, el yoga, actividad que impartió como profesora, lo que no impidió que su experiencia como investigadora le llevase de nuevo al campo de la virología, siendo asesora a finales de la década de los ochenta en la tarea de tomar imágenes del VIH.