GAIAK
Entrevista
Juan Tomás Alcalde Díaz de Cerio
Biólogo especializado en murciélagos

«Más vale atender el origen de una pandemia y prevenir, que curarla»

Nacido en Donostia (1963) y afincado en Iruñea, preside la Sociedad Española para la Conservación y el Estudio de los Murciélagos (SECEMU). Ofrece información, ahora que hay «demasiada desinformación y sospechas».

Juan Tomás Alcalde

Juan Tomás Alcalde tiene permiso para seguir con sus investigaciones sobre los murciélagos durante esta cuarentena. Es un experto de estas criaturas, ahora en el ojo del huracán. Estudia las poblaciones, realiza observaciones sobre la migración de estos mamíferos, trampeos nocturnos, revisión de cajas-refugio y censos de colonias. Atiende a NAIZ por correo eléctronico y comparte sus impresiones de manera brutalmente pedagógica.

Si de antes los murciélagos tenían un problema de relaciones públicas, buena les ha caído ahora. Si antes eran «sospechosos habituales» de tantas cosas, ahora se les hace «culpables» del coronavirus. ¿Qué siente un biólogo obstinado en descubrir los misterios y en transmitir las verdades de estas criaturas ante todo lo que se está diciendo?
Uno siente que estos animales son tratados injustamente en nuestra sociedad occidental. Otras culturas son más respetuosas, los respetan y admiran. Los murciélagos son animales asombrosos, que acumulan numerosas adaptaciones únicas. Por ejemplo, son los únicos mamíferos capaces de volar y poseen un sentido diferente a los nuestros: la ecolocación, que les permite ver en oscuridad total. Además pueden hibernar, migrar y son animales muy sociales. Los murciélagos juegan un papel fundamental en los ecosistemas y hay muchas otras especies de plantas y animales que dependen de ellos: hay murciélagos que polinizan flores de cactus y, gracias a ellos, esas plantas se reproducen; otros comen fruta y con sus excrementos dispersan miles de semillas cada noche, lo que favorece la recuperación de selvas tropicales previamente taladas; la mayoría de los murciélagos se alimenta de insectos y otros artrópodos, por lo que mantienen a raya muchas plagas potenciales. Algunos murciélagos se alimentan específicamente de mosquitos chupadores de sangre que son vectores de enfermedades, como Anopheles, que transmite la malaria; todas las noches, miles de murciélagos comen millones de estos mosquitos, evitando la transmisión de esta y otras enfermedades, lo cual salva miles de vidas humanas. La mayoría de estas facetas no son conocidas por la sociedad, y por el contrario, cuando se habla públicamente de estos increíbles mamíferos, solo se recuerda que pueden transmitir alguna enfermedad (como muchos otros mamíferos con mejor fama como los gatos), por lo que, generalmente, estos animales no son apreciados.   



Siempre se habla de lo malévolos que son. Antes que si Drácula y ahora que son una «bomba biológica» al ser unos «enormes depósitos de virus». Pero ¿por qué se comenta siempre lo malo?
Creo que principalmente, porque son muy desconocidos. Al ser animales nocturnos, pequeños, muy tímidos, que se esconden y apenas se pueden observar durante breves segundos, sabemos poco de ellos. Y lo que no se conoce, no se valora. Por ello se encuentran dentro del grupo de animales tradicionalmente temidos o incluso odiados, como arañas, culebras o sapos. Hay mucha gente que les tiene miedo a pesar de que nunca ha visto uno de cerca; simplemente, se creen historias falsas que van pasando de boca en boca.

Creo que son más populares las historias de miedo de los murciélagos, aunque no sean reales, que los servicios ecosistémicos que nos aportan. Por ello considero que es necesario difundir más y mejor su vida, su estado de conservación (muchas especies se encuentran amenazadas) y los beneficios que nos proporcionan.

Parece que hay bastante consenso en que el nuevo coronavirus surgió de un murciélago. Y hay que sumarle una larga lista de virus que portan y que han creado epidemias como las del SARS, el MERS, los virus de Marburgo, Nipah y Hedra, que han causado enfermedades y brotes humanos en varios continentes. En su opinión, ¿cómo pueden pueden vivir tantos virus en los murciélagos? ¿Se conoce alguna razón específica?
En primer lugar, es preciso matizar que el virus SARS-CoV-2, responsable de la actual pandemia, no se ha encontrado nunca en un murciélago. Entre este virus y los encontrados en los murciélagos, hay diferencias que implican varias décadas de evolución vírica en otros animales. Por ello se supone que un ancestro de este virus pudo vivir en alguna especie de murciélago chino, del género Rhinolophus, porque en estos se han identificado otros virus similares. Se sospecha además, que estos virus ancestrales mutaron y fueron capaces de infectar al menos a otro mamífero, todavía desconocido. Y probablemente, tras otra mutación, este virus habría saltado a los humanos, causando la actual enfermedad. Es decir, que el virus no pasó directamente del murciélago a la persona; y por tanto, los murciélagos no transmiten esta enfermedad.

La principal razón de que los murciélagos sean portadores de muchos virus, parece ser su gran diversidad. Hay más de 1.300 especies, cada una con sus virus y bacterias asociadas. A más especies, más posibilidad de encontrar virus diferentes. De los primates, por ejemplo, solo hay una tercera parte de especies.



Se ha escrito que los murciélagos al volar necesitan tal cantidad de actividad, que generan unos picos de temperatura tan altos que replican lo que sería en los humanos la fiebre –un mecanismo de defensa para matar los virus–. Y por eso han desarrollado un sistema inmunológico muy especializado, que permite a los virus vivir con esas altas temperaturas. ¿Puede ser verosímil esta hipótesis?
Es una teoría interesante, que actualmente se discute, pero todavía no hay certeza. Los animales voladores tienen un metabolismo muy rápido, porque el vuelo exige gran esfuerzo. Por ejemplo, el corazón de un murciélago en vuelo late alrededor de 800 veces por minuto y su cuerpo puede alcanzar temperaturas cercanas a los 40 grados. En esos momentos, todos los sistemas funcionan muy rápido, y también, probablemente, el sistema inmunitario es muy activo y eficiente. Además hay que indicar que los murciélagos son un grupo de mamíferos muy primitivo, y por tanto han tenido tiempo de evolucionar y adaptarse a convivir con virus diversos.

Se ha comprobado que muchas especies de murciélagos son capaces de superar infecciones de virus con normalidad, y por tanto se supone que son muy resistentes inmunológicamente. No obstante, también sufren enfermedades que pueden acabar con sus vidas, como el síndrome de la nariz blanca (White-nose Syndrome), que está diezmando algunas especies en Norteamérica.

Hay una cantidad enorme de murciélagos, representan hasta una cuarta parte de las especies de mamíferos, viven en todos los continentes, al volar abarcan grandes territorios, llegan a vivir hasta cuarenta años y sus heces, el guano, que al parecer pueden propagar los virus, se usan para fertilizar la tierra. ¿Quizá sea por todo eso por lo que algunos les hayan colgado el sambenito de ser los «propagadores de la enfermedad»?
Por lo que se sabe hasta ahora, el guano de murciélagos no transmite ningún virus a los humanos. Aunque en el guano pueda haber virus o bacterias (al igual que en nuestros excrementos), no hay ninguna evidencia de que puedan pasar a las personas y menos aún, infectarlas. Hay que pensar que, normalmente, las personas no entran en contacto con el guano de los murciélagos, salvo en casos contados. Pero incluso en esos casos, no ha registrado nunca este paso, a pesar de que el guano es utilizando por personas de todo el mundo como abono en campos de cultivo. Y por cierto, es un abono muy bueno.

Siempre se habla del peligro que entrañan los murciélagos porque pueden transmitir la rabia. Lo que no se dice es que menos del uno por mil de los murciélagos ha estado en contacto con esa enfermedad, por lo que es muy improbable que la puedan contagiar. Tampoco se dice que los demás mamíferos también pueden transmitirla. Y para evitar este riesgo, basta con no coger un murciélago con la mano, ya que solo se transmite por mordisco y en Europa ninguno ataca a las personas, a pesar de las leyendas. Además, en el hipotético caso de un mordisco de un murciélago con rabia a un humano, actualmente existen tratamientos eficaces para curarla.

En cualquier caso, la transmisión de enfermedades zoonóticas sigue siendo un misterio y a menudo aparecen nuevos intermediarios. Con el SARS fue la civeta, con el MERS un dromedario, ahora se ha dicho también que puede ser un pangolín, el único mamífero con escamas, el famoso «huésped intermediario».
Lo del pangolín todavía está en duda; también hay sospechas sobre gatos o perros. Recientemente se ha comprobado que varios tigres y leones de Estados Unidos han dado positivo en tests de este virus… A lo mejor fueron varios los animales por los que circuló y mutó este virus antes de llegar a nosotros; nos faltan datos para tener seguridad sobre la especie que transmitió el SARS-CoV-2 a los humanos. Pero es un dato muy relevante y por ello se están haciendo numerosas investigaciones al respecto.

Es cierto que los murciélagos son portadores de numerosos coronavirus y de otros virus, aunque también hay otros animales que los llevan. Si retrocediéramos más en el tiempo, encontraríamos, probablemente, algún antecesor de estos virus viviendo en algún otro animal. No se conoce cuándo o dónde se originaron los virus que observamos en la naturaleza, solo se sabe parte de su recorrido evolutivo.

Pero aun en la hipótesis de que se controle la pandemia, si no se sabe cual es el murciélago –si realmente es así– que hospeda el virus, si no se encontrara ese primer eslabón, ¿siempre habría un peligro de que emergiera de nuevo y se volviera a «liar una parda»?
Hay que recordar que el contagio a humanos no ha provenido de murciélagos. Ellos son, probablemente, solo un paso en el recorrido evolutivo que han llevado los virus durante sus mutaciones. Y sí, claro, es muy importante identificar al posible reservorio animal, es decir, al animal que podría transmitir este virus, para evitar contacto con él y reducir el riesgo. Mientras tanto, es preciso decir que cualquier animal porta numerosos virus y bacterias. Y en la naturaleza nada está quieto. Todo muta. Dentro de unos cuantos años, los seres vivos que conocemos actualmente habrán mutado y por tanto no serán completamente iguales a los actuales. Es ley de vida. Así que siempre habrá riesgo de que surjan nuevos virus o bacterias que puedan causar pandemias nuevas, desconocidas hasta ese momento. Además, hay que observar que los humanos hemos poblado toda la tierra, actualmente somos, con gran diferencia, la especie más abundante de entre las de nuestro tamaño, nos desplazamos continuamente de un continente a otro y vivimos en grandes aglomeraciones de miles o millones de individuos. Todo esto es un caldo de cultivo ideal para que cualquier epidemia se convierta rápidamente en pandemia.



La transmisión de animales a personas es un hecho histórico, pero antes estaba controlado, la persona afectada moría o todo quedaba en una zona concreta. Ahora puedes estar investigando murciélagos en una selva africana y al día siguiente estás en casa, ha aumentado la venta de animales salvajes, los mercados donde vende fauna, para cocinarlos, como mascotas, todo esta superconectado. Puestos a buscar culpables, ¿no sería mejor mirar a los humanos, a este mundo loco e hiperglobalizado, que destruye hábitats naturales?
Claro, la globalización y sobre todo la sobreexplotación de recursos naturales está en el origen de esta y de otras pandemias recientes. Se habla mucho del importante papel de los sistemas sanitarios para atajar el problema, y es cierto. Pero creo que es más práctico prestar atención al origen de la pandemia para tratar de evitar otra similar dentro de unos años. Curarla es más caro en vidas y en recursos. Más vale prevenir… En los mercados húmedos de Asia se hacinan diferentes especies de animales salvajes y domésticos que normalmente no están en contacto en la naturaleza; esto favorece la transmisión de enfermedades entre especies. A ello hay que añadir el estrés de los animales enjaulados (con su sistema inmune debilitado) conviviendo con otros muertos al lado… Aunque hay que reconocer que parte de la gente que consume estos animales lo hace porque no tiene capacidad para comprar otros alimentos procedentes de granjas.

En mi opinión, para reducir el riesgo de que surjan pandemias se debería tratar de mejorar la situación socioeconómica de estas comunidades para que puedan adquirir alimentos cultivados o criados y, al mismo tiempo, prohibir la caza, comercio y consumo de animales salvajes (muchos de ellos además en peligro de extinción). También sería deseable reducir el consumo de carne y aumentar el de proteínas de origen vegetal, ya que esto es más económico, respetuoso con el medio y supone un freno al cambio climático, problema cada vez más relevante. Por otro lado, para ser más eficientes en la lucha contra las pandemias, es imprescindible invertir más en ciencia. Cabe mencionar que Alemania, el país europeo que mejor gestiona esta pandemia de entre los grandes, ha sido capaz de elaborar tests para el Covid-19 desde la misma llegada del virus al país.

La destrucción de la vida animal puede destruir también a los humanos de forma más rápida y severa que los cambios generacionales y graduales del cambio climático. ¿Cree que los humanos aprenderemos finalmente algo y corregiremos el curso de nuestras vidas?
Podemos y debemos compartir este mundo con todos los demás seres vivos. Cada especie es muy valiosa de por sí y la extinción de una de ellas es una pérdida irreparable, cuyos efectos son muchas veces inciertos: se ha observado que los ecosistemas naturales que mantienen su biodiversidad natural intacta diluyen el riesgo de aparición de pandemias de este tipo. La sobreexplotación de animales salvajes como recurso alimenticio o como supuesto remedio medicinal está poniendo en peligro muchas especies, algunas, desgraciadamente, ya se han extinguido debido a nuestra avaricia e ignorancia. Y esta actividad está amenazando también la propia supervivencia humana.

Con todo lo que está pasando, hay que recordar que este virus no es muy letal en comparación con otros. Mata a un pequeño porcentaje de las personas contagiadas. Así que hay que prepararse para otras posibles pandemias que puedan ser aún más mortíferas. La enseñanza debería ser respetar los ecosistemas naturales y sus habitantes, y buscar recursos alimenticios en cultivos y granjas con garantías de seguridad sanitaria. Además debemos apostar por la ciencia y la educación ambiental, solo el verdadero conocimiento científico del problema, huyendo de falsas teorías conspiratorias, nos ayudará a buscar soluciones. Una sociedad informada y concienciada que apuesta por la conservación de sus ecosistemas, con toda su biodiversidad, nos garantizará un desarrollo social, económico y sanitario adecuado, previniendo, entre otras cosas, futuras pandemias.

Francamente, yo no soy muy positivo respecto a nuestra capacidad de aprendizaje. Somos una especie avariciosa, lo que en ecología se llama un predador imprudente que puede acabar con su presa, y eso nos lleva a un callejón sin salida. Me gustaría creer que sí, que vamos a cambiar nuestra forma de usar los recursos naturales y a racionalizar su consumo, pero tengo mis dudas.