26 MAY. 2020 - 09:50h Gladys Enea: un oasis en plena ciudad Con sus casi diez hectáreas, Cristina Enea –conocido popularmente como Gladys Enea– es el mayor parque urbano de Donostia, un oasis verde en plena capital que invita a perderse y a relajarse sin tener que alejarse demasiado de sus bulliciosas calles. Snderos en Gladys Enea. Eguzki Agirrezabalaga Quien se adentre en Gladys Enea podrá perderse entre una red de acogedores senderos flanqueados por exóticos árboles centenarios y pavos reales que, conscientes de que son protagonistas peculiares de su refugio natural, se «pavonean» orgullosos ante los visitantes. Lo que hoy es el parque favorito de muchos donostiarras fue en su día la morada residencial de Fermín Lasala, más conocido como duque de Mandas, quien, a su muerte, repartió sus propiedades entre varias instituciones. El Ayuntamieto donostiarra es, desde 1926, propietaria del parque, conformado por el palacio y sus extensos jardines, diseñados en su día por el paisajista Pierre Ducasse. Ubicado en una pequeña colina, al sudeste de la ciudad, en la margen derecha del meandro final del río Urumea, el parque se llama oficialmente Cristina Enea, en honor a Cristina Brunetti, la duquesa de Mandas. En recuerdo de Gladys del Estal Sin embargo, el nombre con el que se conoce hoy popularmente, Gladys Enea, homenajea a Gladys del Estal, activista ecologista donostiarra –concretamente, del barrio de Egia– a la que, a los 23 años, la Policía mató a tiros en Tutera el 3 de junio de 1979, durante los actos del Día Internacional contra la Energía Nuclear. Precisamente, «Homenaje a Gladys» es el título de la obra de Xabier Laka ubicada en la «elipse», situada en el punto más alto del parque. Se trata de un conjunto escultórico conformado por tres figuras femeninas en actitudes maternales realizado en piedra caliza gris con formas suaves y redondeadas que forman un círculo. Desde 2009, también lleva su nombre la pasarela peatonal construida sobre las vías de tren que, desde 2003, comunica el parque con el paseo de Federico García Lorca. Esa pasarela es una de las numerosas remodelaciones que ha experimentado el parque desde que se abrió al público. Otra intervención significativa fue, en 2009, la pasarela Mikel Laboa, construida sobre el río Urumea y que conecta Gladys Enea con Riberas de Loiola. Con la construcción de ambas pasarelas aumentó notablemente el tránsito de personas por el parque. Sin embargo, muchas de las obras de remodelación acometidas en el parque han sido polémicas y duramente criticadas por los vecinos y, sobre todo, por colectivos ecologistas. Un acceso desde Tabakalera Las entradas de acceso al parque, por lo tanto, son varias, aunque, tradicionalmente, la más transitada ha sido la que se ubica en la calle Duque de Mandas, en el barrio de Egia, al lado del centro cultural de Tabakalera. Atravesada su puerta principal, sale al paso «La casa amarilla» y, un poco más adelante, la zona de juegos infantil, una de las más transitadas. Cerca se ubica, además, el «Puente de los enanitos», bajo el cual discurre una vaguada marcada por una hilera de ejemplares de tilo común que llegan a alcanzar los veinte metros de altura En esta zona baja del parque, los visitantes aprovechan la gran explanada que, especialmente en verano, invita a jugar al fútbol, a recobrar energías con un almuerzo, a tumbarse al sol o a la sombra y a practicar multitud de actividades deportivas y de ocio. Además, en fechas señaladas ese lugar se convierte en escenario de celebraciones y actuaciones culturales, entre ellas el ciclo Musika Parkean. También en verano, concretamente en agosto, acoge el Festival Glad is the Day. Un estanque de patos y el palacio El itinerario discurre después por el antiguo pozo, el abrevadero –refugio ideal de la lagartija roquera– y los restos de las caballerizas y, finalmente, desemboca en el «estanque de los patos» tras atravesar las charcas donde se reproducen anfibios como el sapo común (Bufo bufo), la rana bermeja (Rana temporaria) y el sapo partero común. Una vez allá, hay varias opciones que confluyen en la zona del palacio, que desde 2005 acoge el Centro de Recursos Medioambientales. El palacio exhibe, además, el antiguo despacho del duque de Mandas, y dispone de una zona de exposiciones que, mediante una galería subterránea, está comunicada con una sala de formación ubicada en la antigua capilla. El pavo real, orgulloso anfitrión No obstante, el encanto de este parque radica, especialmente, en la tranquilidad que se respira al aire libre. Un estanque, un circuito natural recreativo, una zona infantil, una red de senderos flanqueados por árboles centenarios... entre patos, cisnes y, sobre todo, pavos reales. Porque, sin duda, estos últimos son los peculiares protagonistas del parque desde que llegó la primera pareja procedente de Barcelona, allá por el año 1977. Curiosamente, para admiración de los visitantes afortunados, la cola del macho puede alcanzar los dos metros de longitud cuando está desplegada. De todos modos, quienes disfrutarán de forma muy especial durante un paseo por el parque serán los interesados en botánica, porque es impresionante la riqueza arbórea que acoge en sus 94.960 metros cuadrados actuales. Por ejemplo, podrán admirar, entre otros exóticos ejemplares: tres tipos de secuoyas –una gigante, una del alba y tres rojas que brotan de la misma raíz–; castaños de Indias; un ginkgo –auténtico fósil viviente catalogado como árbol singular–; un cedro del Líbano –con ramas que se abren horizontalmente y que le confieren un porte majestuoso–; el olmo temblón –con sus 25 metros de altura–; magníficos plátanos de sombra; un falso ciprés; e incluso un grupo de palmeras chinas y de arbustos de boj, camelias y peonias junto al busto del duque de Mandas, realizado en 1926 por José Joaquín Barriola y ubicado frente al palacio. Cualquier época del año es ideal para conocer Gladys Enea. Cada estación muta sus colores y sus olores. Cada cual deberá elegir la fecha en función de sus predilecciones pero, de todos modos, una fecha especial destaca en el calendario: el homenaje que el colectivo ecologista Eguzki rinde a Gladys cuando llega el aniversario de su muerte.