24 AGO. 2020 - 09:55h El bosque de Orgi, salvaje y tranquilo Entre Gerendiain y Lizaso, en Ultzama, se ubica el bosque de Orgi, un robledal milenario de aspecto mágico y encantado en el que se refugian cerca de setenta especies de aves. Este paraíso del prepirineo navarro ofrece ochenta hectáreas de tranquilidad y de paisaje salvaje. Un sendero del bosque de Orgi. Eguzki Agirrezabalaga Hace 4.000 años robledales como el de Orgi poblaban vastas zonas de los valles húmedos de Nafarroa. Hoy, sin embargo, este peculiar bosque –declarado Área Natural Recreativa en 1996– se enorgullece de ser único en su especie. Arigartzeta, puerta de acceso La visita a Orgi arranca en la zona de acogida de Arigartzeta, la puerta de acceso al bosque. Es un área de esparcimiento estratégicamente ubicado a la sombra de un roble americano que dispone de merenderos y de un punto de información que facilita detalles sobre las tres principales rutas naturalísticas: El Camino, La Senda y El Laberinto. Los tres itinerarios, perfectamente señalizados con paneles informativos, conforman la zona de paseos y senderos –denominada Tomaszelaieta– y disponen de zonas de observación, tanto de aves como de anfibios y fauna acuática. El Camino, La Senda y el Laberinto La ruta conocida como El Camino es la más larga –1.4 kilómetros– y la más recomendada a quienes quieran avistar aves. Quienes opten por este itinerario con paciencia y prismáticos disfrutarán, probablemente, de instantes inolvidables. Durante el trayecto, caminarán entre robles de más de doscientos años y entre otros más jóvenes y robles rojos (americanos) que conviven con árboles menores como acebos, arces y olmos, y con un rico sotobosque de herbazales, helechos, brezos o enebros. Precisamente, una de las peculiaridades de Orgi es la existencia de un tipo de roble que puede vivir en los suelos encharcados del fondo del valle: los Quercus robur. Sin embargo, quienes elijan La Senda, de setecientos metros, recorrerán una antigua charca salina, vestigio de un mar que existió hace más de 180 millones de años. Es el trayecto más salvaje y menos accesible, porque atraviesa una zona húmeda, pero muy valiosa y de gran valor ecológico por su variada avifauna, su flora y por sus zonas de encharcamiento. Concretamente, en las charcas salinas pueden encontrarse varias especies de sapos, tritones y ranas, entre las que destaca la rana ágil, especie amenazada objeto de un Plan Especial de Recuperación. Hasta «El árbol caído» Y, finalmente, El Laberinto propone un sencillo camino sinuoso de apenas trescientos metros que tiene como meta el conocido como «Árbol caído», un roble gigante derribado hace ya tiempo por el viento y que se ha convertido en punto referencial de la ruta. Sea cual sea el itinerario elegido, el bosque de Orgi ofrece, a cada paso, un paisaje natural impresionante en el que convive una fauna rica y curiosa: jabalíes, corzos, zorros, murciélagos, erizos, musarañas y una gran variedad de aves (arrendajos, carboneros, herrerillos, petirrojos, mirlos...). También para invidentes En cualquier caso, las rutas se pueden entrelazar entre sí y están equipadas con barandillas y pasarelas que, además de falicitar el camino, invitan a disfrutar del paisaje desde perspectivas únicas y curiosas. Incluso los invidentes pueden pasear sin problemas, gracias a sus paneles escritos en braille. Además de la zona de acogida y de la de los paseos, Orgi cuenta con una tercera zona denominada Muñagorri: es el área de conservación al que no puede acceder el público por encontrarse en proceso de regeneración natural. Pero, eso sí, ya fuera del bosque de Orgi, quien quiera seguir descubriendo los encantos del valle de Ultzama puede añadir a su itinerario otras rutas. Dos son las opciones más recomendables: el sendero de Orgi y el de Amati, de 8,4 y 10,5 kilómetros, respectivamente.