21 JUN. 2021 - 08:23h Q'eswachak, el último puente colgante inca en Perú El puente colgante Q'eswachak ya está renovado, gracias a sus vecinos, que lo han reconstruido de forma artesanal con habilidad, paciencia y valentía. En realidad, son ellos quienes han conservado durante siglos este símbolo de la extraordinaria ingeniería inca que aún sorprende al mundo. Puente Q’eswachaka fue construido por los incas hace más de 500 años como parte del Qhapaq Ñan (camino inca). (AFP) NAIZ La restauración del puente colgante Q'eswachaka y su posterior reapetura han sido un auténtico acontecimiento para los vecinos de Quehue, en Cusco. Ellos han sido quienes, una vez más, han sustuituido la pasarela y barandilla de sogas de fibra vegetal de este puente colgante, el único de la época inca que se conserva en Perú. Hoy vuelve a lucir sobre el caudaloso río Apurímac, a 3.700 metros de altura. «Gracias a la labor que desarrollan los pobladores de Quehue, las generaciones heredan los conocimientos y sabiduría ancestrales para conservar el puente Q’eswachaka, símbolo de la extraordinaria ingeniería inca que sorprende al mundo». Con esas palabras agradeció el gobernador de Cusco, Jean Paul Benavente, a quienes realizaron la labor. La tarea es totalmente artesanal y la realizan expertos campesinos acostumbrados a trabajan la fibra vegetal denominada ichu, que trenzan con habilidad para hacer la soga. Tareas repartidas El proceso también es comunal e involucra a hombres y mujeres, quienes tradicionalmente se reparten las tareas: ellas tejen y entrelazan las sogas en tierra firme y, posteriormente, ellos se encargan de armar la estructura, casi suspendidos en el aire, sin arnés ni ningún otro tipo de protección. Por eso son tan admnirados estos «ingenieros andinos». La renovación del puente peatonal se realiza todos los años, entre los meses de mayo y junio, pero el año pasado, en 2020, las labores de restauración fueron pospuestas debido al confinamiento, lo que provocó su deterioro y caída el 23 de marzo. El puente Q’eswachaka es una joya. Fue construido por los incas hace más de 500 años como parte del Qhapaq Ñan (camino inca) y es el único que sobrevive gracias a la perseverante e infatigable labor de las cuatro comunidades quechuas. Son cerca de un millar de personas procedentes de comunidades cercanas al puente quienes realizan la labor de restauración durante tres días. Poco a poco, las sogas anudadas van tomando forma hasta que, finalmente, se reconstruye el puente por completo. Precisamente, en 2013 la Unesco incluyó el ritual y las técnicas de conservación incas en la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Considera el puente «un ejemplo palpable de la continuidad de una tradición cultural existente desde tiempos prehispánicos». Lo que sí es cierto es que este icono histórico del antiguo Perú se conserva gracias a las comunidades originarias quechuas que durante siglos lo han preservado y mantienido en uso.