25 SET. 2021 - 01:00h Irubelakaskoa, la pirámide perfecta, por Ezkieta y Asfodelos J. B. Volver a la montaña más bella de Euskal Herria, Irubelakaskoa, también llamada Alkaxuri, es una cita que ilusiona. Irubelakaskoa, la pirámide perfecta, posee muchas vías de ascensión, pero las más atractivas y deportivas discurren por la vertiente N. Este espigado Montañón, situado dentro del municipio de Bidarrai pero alejado y escondido de él, es un vigía orgulloso de las barrancas de Urritzate y Aritzakun. Es una montaña solitaria, afilada y salvaje. Está rodeada de agrestes riscos como Itxusi, Iparla y Ezkieta, por donde discurrirá la ruta de ascensión que es la considerada vía normal. Todo a su alrededor es silencio y soledad. El mendizale llegará desde Bidarrai por una estrecha carretera hasta el parking (con señal de prohibición de seguir) situado sobre la Benta de Sumusaa, hoy cerrada y lugar de leyenda, dado que fue antaño punto de encuentro de pastores, comerciantes, leñadores, carboneros y contrabandistas que «viajaban» de N a S. Es el testigo de un mundo que desapareció, refugio y mentidero de los habitantes de ambos lados de la muga que allí llegaban. Por el camino, evitando la pista existente, se pierde altura hasta la mítica posada. Desde allí la pirámide se levanta desafiante, esperando al visitante, para mostrarle la dureza de sus aristas si quiere llegar hasta lo más alto. Rebasada la posada, a 50 metros nace, a la izquierda, un ancho camino de tierra rojiza que en breves compases se convierte en senda que no ofrece duda alguna. Desde su inicio el montañero no tendrá descanso hasta la cúspide. La vereda progresa lo más cerca posible a la cresta de Ezkieta, tomando como referencia un espolón. En ciertas épocas los abundantes helechos pueden camuflar el sendero, que siempre se sigue correctamente. Peñas de Itxusi, escenario de montaña Un pequeño collado da paso a Ezkieta. Desde aquí los amantes de la aventura podrán pisar la cumbre de esta olvidada peña, pero lo común es rodearla por la derecha, hasta las estribaciones de la vertiente Sur. Un breve descanso es recomendable para disfrutar de un rico panorama, donde destacan las cercanas Peñas de Itxusi, otro privilegiado y desconocido escenario de montaña. El siguiente punto de referencia es el estrecho collado de Ezkieta, que deja al excursionista en el paradisíaco hayedo que en otoño es incomparable por sus colores. Superado el bosque, Irubela se muestra desafiante al excursionista. El montañero afrontará la larga y estrecha arista final, donde puntos rosados le ayudarán a salvar los pequeños contrafuertes. El prominente filo se supera con ritmo lento y acompasado hasta la vacía cima y vértice del pináculo. Y ¿ahora ¿qué?... Pues nada mejor que aventurarse para descender que escoger la larga travesía de la arista Norte o de los Asfodelos. Hay que iniciar este hermoso, poderoso e inolvidable espolón, recorriéndolo con mucha prudencia, dado que es un continuo y pronunciado muro que, tras perder los primeros metros despejados, se sumerge en un escenario Orinoco-amazónico increíble, inolvidable, para los amantes de la Euskal Herria agreste. Todo el sendero está balizado con marcas azules que hay que seguir obligatoriamente para evitar negativos compromisos. La senda inteligente pierde altura con rapidez, pero exigiendo al montañero marcar los pasos. Entrará en el circo de los asfódelos y salvará por la izda unas curiosas barras ruiniformes, muy fotográficas. Entre estriadas barras rojizas, el camino en balcón penetrará en la parte final del espolón, por donde un difuminado sendero conducirá al excursionista hasta el puente que salva la caudalosa regata Aritzakun y alcanza la pista. Siguiéndola a la derecha, el montañero superará el caserío Berekoetxea y llegará a Sumusaa para terminar en subida en el aparcamiento superior, donde horas antes hemos aparcado el automóvil. Ahora, desde aquí, recuperándose del esfuerzo, el deportista saboreará esta incomparable e inolvidable ascensión deportiva de primer nivel.