GAIAK

Salud y enfermedad, al margen de tallas


En innumerables ocasiones hemos tratado en 7K el tema del peso, las tallas y su escasa relación, aunque muchos lo sigan creyendo, con la salud en un contexto global. Hace unos meses hablamos sobre el movimiento Health at Every Size (HAES) que traducido significa ‘Salud en todas las tallas’ y resulta una alternativa a los tratamientos convencionales y propone un programa que, en lugar de centrar el objetivo del tratamiento en la pérdida de peso, se enfoca en la mejora de la salud (tanto física, como psicológica). Y es que la salud, se puede encontrar en todas las tallas, pero la enfermedad,física y emocional, también.

Por ejemplo, un hecho paradójico que está ocurriendo en muchos países, especialmente en los de ingresos bajos y medios, es la convivencia en la misma población de una alta prevalencia de desnutrición junto a una alta prevalencia de sobrepeso u obesidad. En algunos individuos, sobre todo en niños, pueden coincidir ambas situaciones. Sin embargo, también en los países desarrollados encontramos personas con sobrepeso u obesidad: un ejemplo son aquellas que se intervienen de cirugía bariátrica y, bien porque no siguen las indicaciones terapéuticas o porque hay dificultades para adecuarse a los cambios de la pauta nutricional o, porque no tienen un adecuado seguimiento y asesoramiento profesional, pueden acabar presentando desnutrición proteica y déficits de vitaminas y minerales, mientras, todavía presentan exceso de grasa corporal.

Pero, ¿cómo puede haber personas con obesidad y estar a la vez desnutridas? El hecho de que una dieta sea alta en calorías, no significa que también sea rica en otros nutrientes. Es decir, una dieta puede ser muy alta en calorías pero estar basada en productos de baja calidad nutricional que no aportan las vitaminas, minerales, proteínas, carbohidratos y grasas necesarias para que nuestro cuerpo funcione de manera adecuada. Porque recordemos, cada nutriente tiene su función específica en nuestro organismo.

A este hecho, puede llamársele también malnutrición, que, según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) se define como una condición fisiológica anormal causada por un consumo insuficiente, desequilibrado o excesivo de los macronutrientes que aportan energía alimentaria (hidratos de carbono, proteínas y grasas) y los micronutrientes (vitaminas y minerales) que son esenciales para el crecimiento y el desarrollo físico y cognitivo.

Del mismo modo en que alguien con obesidad puede sufrir desnutrición, existe otra realidad, con evidencia científica, y es que dentro de la población obesa, una proporción puede ser definida como metabólicamente sana y tender menos a padecer diabetes, hipertensión o altas concentraciones de grasa en la sangre, entre otras enfermedades. No sólo debemos considerar el peso y el índice de masa corporal (IMC), sino también el estilo de vida.

El segundo ejemplo pertenece al grupo contrario. Siempre se ha creído que estar delgado, o la delgadez en sí, es directamente proporcional a gozar de buena salud, sin embargo, existe un grupo que puede denominarse como delgados metabólicamente obesos. Son aquellos con un peso ‘sano’ catalogado a través del IMC, pero que tienen mayor nivel de grasa abdominal-visceral, resistencia a la insulina, presión arterial elevada, menor nivel de actividad física y un perfil lipídico peligroso, lo que los sitúa en un mayor riesgo de sufrir diabetes y otras patologías cardiovasculares

Por último, estar ‘delgado’ tal y como lo tenemos contextualizado actualmente, roza mayoritariamente la extrema delgadez y, lo que es peor, la normaliza. El riesgo es que perdemos de vista que muchas de estas personas pueden estar en realidad, desnutridas, lo que provocaría diferentes síntomas, como por ejemplo: mareo, cansancio, disminución de crecimiento en niños, piel seca, predisposición a padecer infecciones, debilidad muscular, facilidad de fracturas óseas, problemas digestivos, déficit de atención, irritabilidad, etc.

Más allá del peso, lo que importan son otros parámetros como el porcentaje de grasa corporal, perfil metabólico y estado emocional de la persona que tiene un peso ‘más alto o más bajo’.