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Aspecto de la isla Ailsa Craig.
Andy BUCHANAN (AFP)

Ailsa Craig, la isla que guarda el secreto de las piedras del curling


En Ailsa Craig, una deshabitada isla ubicada entre Glasgow y Belfast, colonias de focas vigilan las canteras de granito. De esa roca se extraen, precisamente, las peculiares piedras de curling utilizadas en los Juegos de Invierno. También en los de Pekin, que arrancarán el 4 de febrero.

Ubicada a mitad de camino entre Glasgow y Belfast, en el Fiordo de Clyde, a unos 16 kilómetros de la costa escocesa, Ailsa Craig es una pequeña isla de unas 99 hectáreas formada como resultado de un cuello volcánico; es decir, una serie de bloques masivos de rocas ígneas que se solidificaron dentro de la chimenea del volcán. Al ser más resistentes a la erosión que el cono, una vez que éste desapareció, quedaron a la vista como un molde invertido y, de ahí, la singular apariencia vertical de la isla, que alcanza los 338 metros sobre el mar.

Ailsa Craig servía de refugio a los católicos que huían de las persecuciones de los protestantes en el siglo XVI. En la actualidad deshabitada, la isla constituye una reserva natural a la que acuden aves y focas. 

Pero Ailsa Craig está muy ligada también a la galaxia curling, práctica deportiva –conocida también como el «ajedrez sobre hielo»– en la que los jugadores hacen deslizar en una pista de hielo piedras de granito, con la ayuda de dos compañeros que calientan el hielo con sus escobas, para acercarla lo más posible a una diana situada en el suelo.

Evidentemente, esas piedras son especiales, de características peculiares. Y, precisamente, las mejores, las más cotizadas, se extraen del granito de esta isla. Pero únicamente una empresa puede extraer en exclusiva su granito, Kays Curling, dedicada a ello desde 1851. Además, es la empresa que suministra las piedras a todos los organizadores de Juegos de invierno desde la primera edición, en 1924. «Hace probablemente casi 200 años que Ailsa Craig es una fuente única de granito destinada a las piedras de curling», explica Jim Wylie, de 72 años, propietario jubilado de Kays Curling.

La empresa trabaja en forma de cosecha, pero no todos los años extrae granito. Por ejemplo, en 2013, tras una pausa de 11 años, sacaron 2.000 toneladas que les permitió cubrir la demanda hasta 2020. La siguiente se inició en 2017. Todo tiene una explicación: la extracción del granito está prohibida y solo se le permite a la empresa realizar una gran extracción cada cierto tiempo.

Cinco horas de trabajo

En la fábrica de Mauchline, cerca de Ayr (sudoeste de Escocia), levanta con precaución y acaricia una piedra, mientras al fondo se oye el ruido de las máquinas que trabajan sobre la roca. Hacen falta cinco horas de trabajo para producir cada piedra, que pesa 19,96 kilos, con un diámetro de 28 centímetros. «Hasta ahora, no hemos encontrado ningún otro tipo de granito con estas características para hacer una piedra de curling», añade. «Ha habido ensayos con una o dos fuentes con más o menos éxito, pero ninguna de ellas era tan buena como la piedra de Ailsa Craig».

En las canteras de esta isla volcánica se encuentran dos tipos peculiares de granito, perfectos para este deporte, que habría sido practicado por primera vez en los lagos helados de Escocia hace unos 500 años. El Blue Hone, granito azul no poroso formado por erupciones volcánicas hace 60 millones de años, cuenta con propiedades que impiden al agua congelada erosionar la piedra. Y el Common Green, granito verde, que resiste particularmente los choques. Ambos granitos, azul y verde, son ensamblados con una técnica llamada Ailserts. Por lo tanto, el cuerpo de una piedra olímpica de curling sale del granito verde, mientras que para la corona, la parte de la piedra que está en contacto con el hielo, se usa granito el Blue Hone.

La parte baja de la piedra de granito azul que está en contacto con el hielo debe ser extremadamente dura, ya que el hielo puede ser muy abrasivo», explica Wylie. Un pequeño obstáculo o bulto puede modificar la trayectoria de la piedra y marcar la diferencia entre una medalla de oro y una amarga decepción.

De Canadá a Nigeria

Las piedras producidas por Kays curling son exportadas a 70 países. La petición de piedras está en alza, según el director general de la empresa, Jim English, que cita entre sus mercados a Canadá, Estados Unidos, Suiza o Austria. «Pero vendemos también a Sudamérica, Corea del Sur, Afganistán y Nigeria», asegura desde un patio situado en el exterior de la fábrica mientras inspecciona una fila de piedras de curling desechadas, que serán recicladas.

La isla, hoy deshabitada, ha tenido a lo largo de la historia una torre defensiva de 12 metros de altura (en el siglo XVI), una prisión (XVIII y XIX), y, más recientemente, un santuario de aves con numerosas especies como alcatraces, frailecillos o rissas. Un faro funciona de manera automatizada y aún son visibles dos tramos de ferrocarril empleados para transportar el granito desde las canteras hasta la costa, construidos a principios del siglo XX.