05 ABR. 2022 - 14:40h Decrecer para evitar el colapso energético y el «ecofascismo» Antonio Turiel, investigador del CSIC en el Institut de las Ciències del Mar, ha advertido de que la humanidad está abocada a un «colapso» propiciado por la progresiva falta de los recursos fósiles. Una situación ante la que hay dos opciones: el «ecofascismo» o un «descenso ordenado» del consumo. Conferencia de Antonio Turiel en el Centro Micaela Portilla, del Campus de Araba. (Endika PORTILLO | FOKU) Ion Salgado La humanidad está sumida en una crisis energética que a buen seguro irá a peor en los próximos años. La explotación de algunos recursos fósiles, como son el petróleo, el uranio o el carbón, ha tocado techo, dando pie a un proceso de declive; y en Europa se empieza a notar la escasez del gas natural, importado de Rusia y Argelia. Algunos estados, como Alemania o Austria, han puesto sobre la mesa la posibilidad de establecer un racionamiento del gas, y en Euskal Herria se habla de una «economía de guerra». La idea de un gran apagón, de que llegue a producirse un desabastecimiento energético, ha hecho saltar todas las alarmas en una sociedad basada en «el ‘mito del progreso’. La premisa de que la humanidad progresa inevitable e invenciblemente hasta la conquista de las estrellas; y que nuestra civilización solo puede ir a mejor, que la tecnología siempre nos hace tener mejores perspectivas, y que vamos a seguir progresando hacia la conquista cada vez mayor de espacios, con más tecnología y más resolución de los problemas técnicos y ambientales que tenemos». Se trata de un imaginario impuesto por el sistema capitalista que, en palabras de Antonio Turiel, investigador del CSIC en el Institut de las Ciències del Mar, es «completamente incompatible con la historia de la humanidad, en la que se han producido colapsos. Y esta es una posibilidad que se puede dar en nuestra sociedad». No en vano, más de una veintena de civilizaciones colapsaron anteriormente, «por problemas muy parecidos a los nuestros: falta de recursos, problemas ambientales...». En una conferencia organizada dentro de la Feria Agroecológica del Campus de Araba de la UPV-EHU, que coincide con las movilizaciones organizadas por el movimiento Scentist Rebellion para alertar de la emergencia climática, Turiel ha explicado que los procesos de colapso «son siempre procesos de daño autoinfligido consciente o inconscientemente». «Las sociedades colapsan porque se insiste en una idea que es autodestructiva, y en nuestro caso la idea autodestructiva es la del crecimiento infinito en un planeta finito». «Esta es la base del pensamiento económico actual, basado en que el PIB siempre tiene que crecer, pese a que a los materiales, la energía y la capacidad de absorción por parte del plantea de los de los residuos que se generan es limitada», ha apuntado antes de presentar dos opciones para evitar la situación de colapso, que «pasan por aceptar una nueva narrativa». Dos caminos muy distintos Según ha indicado, la vía «fácil», que es la que están siguiendo las autoridades, se basa en un«militarismo creciente» que dará pie a una situación de «ecofascismo, en el que se tomen medidas de manera autoritaria, se repriman las libertades y haya una élite que obtenga los beneficios a costa de unas medidas poco igualitarias, condenando a la miseria a la mayor parte de la población». La vía «difícil, pero obviamente más deseable, pasa por hacer pedagogía para hacer comprender a la población la presencia de límites, la no pertinencia del ‘mito del progreso’». «Hacer comprender que no se pueden superar esos límites, y que hay que hacer un descenso ordenado para llegar a un nivel en el que nos podamos mantener», ha manifestado antes de incidir en que «se puede pensar en un futuro diferente al que se está prefigurando». En este sentido, ha afirmado que existen alternativas para el aprovechamiento energético locales y ambientalmente «muchos menos impactantes, que no requieren de materiales escasos». Se trataría de «sistemas de escala humana, fáciles de mantener, fáciles de reparar, que se basan en ideas tradicionales, como es el aprovechamiento de la fuerza de los ríos, el uso de la energía solar para generar energía de origen térmicos, o la biomasa vegetal», de donde obtener elementos como el fósforo o el nitrógeno, que a su vez sirvan para obtener materiales, reactivos químicos y bioplásticos. «Pero estos modelos, más cercanos al territorio, con un menor impacto y propicios para lograr una mejor distribución de la riqueza, son incompatibles con el crecimiento económico. Son modelos que se acoplan a los ritmos de la naturaleza, y no se habla de ellos. Porque no se puede aceptar nada que contradiga las bases del capitalismo», ha aseverado tras censurar algunas de las alternativas puestas sobre la mesa por los gobiernos europeos, como son la implementación de grandes parques eólicos y fotovoltaicos, y el uso del hidrógeno. Opciones «inverosímiles» Ha recordado que para el desarrollo de los generadores eólicos y los paneles solares es preciso el uso de materias finitas, como son la plata o el cobre. Además, en su fabricación y en su puesta en marcha es preciso el uso de energía procedente de fuentes fósiles. «En realidad, las renovable son extensiones de las fósiles, solo tiene sentido si estas están presentes», ha advertido de que la Agencia Internacional de la Energía reconoció en un informe que la producción de ciertos materiales debería multiplicarse por «factores bastante inverosímiles». «Así, nos encontrábamos que, para el año 2040, la producción actual de litio se tenía que multiplicar por 42, 25 en el caso del grafito, 21 el cobalto... son valores extremos físicamente imposibles», ha remarcado antes de criticar que la agencia recomendó a los países de la OCDE que «acaparasen estos materiales», en detrimento de los países más pobres, que se enfrentan al riesgo de ser «colonizados energéticamente». Turiel ha puesto como ejemplo los proyectos y los acuerdos suscritos por Alemania con diferentes estados de África para la obtención de hidrógeno verde; «y los países del sur de Europa podrían ser colonizados también energéticamente. Y de hecho Alemania ya ha dicho que espera que los socios del sur sean más solidarios con el centro de Europa». Asimismo, ha alertado de que Berlín vació pantanos en Escandinavia para poder obtener hidrógeno con el que paliar la falta de gas. Los problemas de abastecimiento se están «generalizando» en diferentes puntos del planeta, como Sri Lanka, Pakistán o Sudáfrica. «Estamos en una situación permanente y creciente de todo tipo de materias primas y la soluciones que se están abordando son de carácter tecnológico y no van a funcionar, porque no abordan la raíz del problema: que tenemos que abandonar un sistema basado en el crecimiento; ahí sí que tenemos conocimiento técnico y tecnológico como para poder vivir dentro de los límites del planeta y dar un estándar de vida digno a todos los habitantes. Un estilo de vida diferente, pero un nivel de vida que podría ser incluso superior al que tenemos actualmente consumiendo la décima parte de lo que consumimos», ha subrayado.